El emirato de Dubai, forma parte de la novena economía más libre del mundo, según el índice que anualmente elabora The Heritage Foundation, cosa de la que son prueba la flexibilidad para crear empresas, la no existencia de un gravamen sobre las rentas ni de un Impuesto de Sociedades armonizado, así sus llamadas “zonas de libre comercio”, donde hay exenciones fiscales y la propiedad no es totalmente estatal.
A pesar de ello, las libertades de los individuos y las familias no gozan de un pleno respeto. La práctica conforme a la orientación hacia las personas del mismo sexo es perseguida y castigada con penas de prisión, las mujeres están subordinadas a sus maridos y se permite en cierto modo la violencia intrafamiliar contra estas, y se persigue a los cristianos. Todo esto es común de los países islámicos (el Islam es sumisión).
No obstante, sin ninguna intención de tomar como referente a un país musulmán (sabidas son mis preferencias hacia territorios como Liechtenstein, Polonia y Texas, cuyos valores culturales y sociales se basan en el cristianismo, respetuoso convencido de las libertades y la dignidad humana), considero interesante el proyecto tecnológico de su gobierno basado en el blockchain, dentro de su estrategia para desarrollar una smart city.
De cara al próximo año 2020, el gobierno dubaití quiere implementar una plataforma tecnológica basada en esta arquitectura distribuida que permita, principalmente, agilizar los trámites burocráticos (registros de sociedades mercantiles, gestiones de visas, pagos de facturas entre las cuales estarían las tributarias) y facilitar -así como fomentar- la creación de nuevas empresas (aunque estas no serían, en absoluto, las únicas ventajas y prestaciones).
Se busca a su vez reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono y las toneladas de papel físico que consume la “burocracia tradicional” además de impulsar la productividad (esto se ha visto en otros procedimientos tecnológicos y es lo que permitirá un crecimiento salarial conforme a las leyes espontáneas del mercado, nada nocivas, a diferencia de los decretazos y convenios colectivos tan habituales en España).
Incluso los sectores comerciales, sanitario y turístico se beneficiarían del blockchain a la hora de crear nuevos servicios y operar en Dubai (por explicarlo de alguna forma), pero no solo eso. Hablan de “liderazgo internacional”, lo cual no es mera presunción de innovación. En ello se consideran cuestiones como la conectividad inalámbrica, la fácil movilidad y la integración en una Red Global de Confianza.
Visto como un producto a exportar con el tiempo a nivel mundial, cualquiera que no sea ajeno al campo de la Ingeniería de Software sabe que antes de lanzar una solución hay que someterla a unos casos de prueba (de acuerdo con el ciclo de vida bajo especificación ISO-12207, Dubai realizaría las pruebas de operación e igual más de una entidad o persona coopera corroborando la viabilidad del proyecto). Ahora bien, en caso de que resultara viable, ¿qué implicaciones podría tener?
Aunque las autoridades emiratíes de Dubai no tengan intención alguna de autodisolverse, hay que decir que la tecnología blockchain viene a ser una estructura totalmente descentralizada, en la que las transacciones y la salvaguardia de la seguridad de la misma dependen de la encriptación y de la validación de transacciones (a añadirse a cadenas de bloques) por parte muchas personas situadas en nodos a considerar como puntos muy dispersos de esa red.
Esta tecnología no requiere de intermediarios como podría ser un ente gubernamental o financiero. Las criptodivisas se basan en esta “variante arquitectónica” (ni siquiera una mera entidad privada las gestiona); monedas digitales como Bitcoin, PeerCoin y Litecoin se basan en la misma (por eso desespera tanto su existencia a los gobiernos, al tener más dificultades para controlar las cantidades dinerarias que por ahí fluyen).
Por otro lado, sabemos que a la hora de desplegar servicios informáticos o de innovar en conceptos como entornos de desarrollo, librerías de código, programas de escritorio, apps móviles y servicios web, siempre interesan la claridad, la sencillez y la rapidez (en general, los nuevos procesadores, componentes de hardware, no solo vienen a ser cada vez más pequeños, sino más potentes: hacer más, mejor, en el menor tiempo posible).
Así pues, ya concluyendo, hay que decir que el blockchain también tendría una ventaja basada en la reducción de burocracia y agilidad a la hora de crear empresas (una transacción apenas conlleva tiempo, igual que cuando nos registramos, por ejemplo, en una tienda online), aparte de cuestionar la existencia del gobierno tal cual lo conocemos, dado su carácter descentralizador.
Por Ángel Manuel García Carmona Este artículo se publicó primero en Ahora Información: Dubai, escenario de un gobierno “blockchain”