La Open Society Foundations, del multimillonario magnate George Soros, es una de las fundaciones internacionales más poderosas del capitalismo actual. Solo en 2018 invirtió U$S 573 millones en todo el mundo para instalar su agenda a través de miles de ONG’s locales y dirigentes políticos. Junto a la Ford Foundation, la Gates Foundation y otras, ha sido la forma en que el capitalismo ha encontrado para dar formato a su proyecto cultural globalizador.
En este 2019, Soros se propone formar a la “próxima generación de líderes feministas en América Latina”, apuntando especialmente al sector joven de la sociedad: “Las solicitantes deben tener entre 22 y 30 años de edad al inicio de la beca”, deben estar también “en las primeras etapas de sus carreras” y “desear aprender más sobre las herramientas necesarias para aumentar su eficacia como activistas y organizadoras en torno a temas de justicia de género e igualdad entre movimientos”. Entre sus ejes centrales, el proyecto se propone: “construir la capacidad de liderazgo de las activistas feministas jóvenes y apoyarlas con las herramientas necesarias para alterar las políticas opresivas antiderechos”.
La financiación será otorgada por la Open Society junto a la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID), el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB) y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). AWID entre sus objetivos declara que: “Monitoreamos, documentamos y hacemos visible las formas en que los actores antiderechos operan y conspiran en los espacios multilaterales y apoyamos a los movimientos feministas, de derechos de las mujeres y de justicia de género y sus aliados para contrarrestar esa influencia e impacto”. ILSB y ELA tienen como objetivo primario la legalización del aborto en América Latina.
El destinar millones de dólares a este tipo de becas para incidir en cambios culturales en nuestro continente persigue varios objetivos, entre ellos desviar el potencial rebelde de las juventudes hacia campos que no molestan al poder real y azuzar contradicciones secundarias dentro de las sociedades, bajo el viejo adagio “divide et impera”.
Desde hace años el poder transnacional, representado institucionalmente por las Naciones Unidas (a partir de la Declaración de Beijing de 1995), la International Planned Parenthood Federation y financieramente por organizaciones como el Banco Mundial (desde 1968) pero también por esta red de multimillonarias fundaciones, viene promoviendo las teorías de género, la legalización del aborto y la “educación sexual integral con perspectiva de género” en cumplimiento del informe desclasificado de Henry Kissinger NSSM 200, “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200: Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de EE.UU. e intereses de ultramar (National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests)”.
La manipulación por parte del poder global de movimientos políticos y sociales siempre existió, pero quizá nunca quedó tan en evidencia.