Los que consideramos que uno de nuestros problemas es la Constitución del 78, nos reafirmamos en nuestra idea: las urnas no solucionaran nuestros problemas nacionales.
El resultado de las elecciones del día 28 de abril ha demostrado, una vez más, que la democracia concebida en su formato liberal no es la solución. El pueblo organizado en masa, cuya única unidad de medida posible (cuando es posible) es el individuo, es una tiranía silenciosa que se deja guiar por el mensaje previamente difundido por la élite que ocupa el poder.
El primer desastre democrático que nuestra memoria recuerda fue la crucifixión de Nuestro Señor, pues Pilatos concedió al pueblo judío la libertad de elegir entre Jesucristo y Barrabas, y el pueblo, más interesado en las monedas que los seguidores de Barrabas repartían entre la plebe, que en defender sus propios intereses, apostó por la libertad de Barrabás.
La democracia liberal (el comunismo llega a los mismos resultados pero sin el teatro electoral), independiza al individuo de su familia, de su municipio, de su región, y con su independencia le convierte en títere indefenso de fuerzas superiores a las que nunca podrá vencer en solitario.
Con la elecciones del pasado domingo, la libertad ha perdido a manos de una izquierda pro abortista, pro eutanasia, pro ideología de género, que cree en la silenciosa dictadura de lo políticamente correcto, y en el poder arrollador de los medios de comunicación.
Que nadie se llame a engaños: la victoria de la izquierda ha sido absoluta, pues aunque Ciudadanos ha querido jugar a ser centro, en realidad sus principios son los mismos que los de la socialdemocracia de hace unas décadas: libertad económica para las grandes corporaciones, control de la clase media, mediante su empobrecimiento y el control educativo, relativismo moral como disculpa para defender el aborto, la eutanasia y las doctrinas eugenésicas, e implantación de un régimen totalitario con la persecución del disidente, haciendo uso de lo políticamente correcto.
PSOE, Ciudadanos y Podemos son tres encarnaciones de un mismo mal: el liberticidio. Los que consideramos que uno de nuestros problemas es la Constitución del 78, nos reafirmamos en nuestra idea: las urnas no solucionaran nuestros problemas nacionales. Es necesario que el pueblo español, el verdadero pueblo constituido en familias, municipios, regiones, y asociaciones, demuestre que la sociedad civil orgánica, es capaz de vencer a las oligarquías políticas montadas sobre el voto inorgánico.
El 29 de abril los españoles tenemos que despertar de nuestro sueño: la sociedad es nuestra, la calle es nuestra, y las instituciones son nuestras; de nosotros, y de las generaciones que nos precedieron, de nosotros, y de las futuras generaciones, por eso desde hoy es necesario trabajar no el mundo de la política, sino en el mundo de la sociedad, de la cultura, de las ideas, y de la acción.
Hemos de oponer frente a los votos, las ideas, frente al poder político, el poder social, frente a más Estado, más Sociedad.