«Necesitamos una nueva forma de hacer política que, más allá de los intereses particulares, busque el bien común y promueva un gran pacto nacional al servicio de los ciudadanos». Así lo señalan los obispos de Ecuador en la declaración emitida al término de su Asamblea Plenaria, celebrada del 29 de abril al 2 de mayo, con el fin de contribuir al diálogo nacional.
«La crisis económica -escriben en el mensaje recibido por Fides- requiere una política más clara y decidida a favor de la inversión productiva y de la creación de empleo. La desigualdad se hace cada vez más evidente cada día, muchas personas tienen serias dificultades para llegar a fin de mes. Nos preocupa especialmente la tasa de desempleo juvenil y la falta de una remuneración suficiente para vivir con dignidad».
Entre las principales preocupaciones, los obispos mencionan en primer lugar la corrupción, «fuente de escándalo y vergüenza», y hacen alusión a los «altos funcionarios acusados, juzgados, condenados o que huyeron al extranjero», lo que pone de manifiesto «la gravedad de los crímenes y el robo que se ha hecho sistemáticamente al país». La proliferación de sobornos «contamina la conciencia nacional y la dimensión ética de nuestra convivencia». Advierten: «Robar dinero a los pobres es muy grave, pero igualmente grave es la creación de una subcultura que justifica todo para su propio beneficio. Gracias a la impunidad, fenómenos como el crimen, el feminicidio, el robo o el asesinato…. se convierten en algo corriente en nuestra vida cotidiana».
Otra preocupación de los obispos del Ecuador es la familia, «sometida a fuertes cambios culturales y a la dictadura de la ideología de género, a la que no se oponen suficientemente la ciencia y la antropología». En cuanto a la ecología, los obispos llaman una vez más la atención sobre la minería a cielo abierto, la extracción de petróleo, la contaminación del agua, la falta de respeto por las personas que no son contactadas y por las comunidades que no son consultadas. «Hoy nuestro país es más frágil y está más amenazado que en el pasado, por lo que sentimos con más fuerza la necesidad de cuidar la obra del Creador».
En su conclusión, los obispos ecuatorianos subrayan que «lo que está en juego no es solo el prestigio de las instituciones o la transición a una auténtica democracia, sino el bienestar y el futuro de nuestro pueblo». Por lo tanto, invocan la bendición de Dios sobre todos, ciudadanos, familias y autoridades, pidiendo «determinación y voluntad política para construir un país democrático, incluyente, pacífico, justo y unido. Un país bendecido por Dios».