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Historia

La mente política mejor organizada de España (Felipe Sassone)

La muerte de Calvo Sotelo, propiciada por la masonería, precipitó el Glorioso Alzamiento Nacional

«Nosotros le queríamos para gobernante. Dios le quiso para mártir». (José María Pemán)

 

El día 6 de mayo se cumplieron 126 años del nacimiento de don José Calvo Sotelo, diputado monárquico por Renovación Española. Abogado del Estado, diputado por Orense, bajo la protección de Antonio Maura fue ascendiendo dentro de la administración estatal. Durante la dictadura de Primo de Rivera ostentó la dirección general de la administración, y en 1925 lo nombraron ministro de Hacienda, donde creó el llamado presupuesto extraordinario para costear las obras públicas, así como diversos bancos nacionales y el monopolio estatal del petróleo (CAMPSA), del que se mostró particularmente orgulloso. Desempeñó este cargo hasta 1929, cuando accedió a la presidencia del Banco Central. Significado con la derecha política monárquica, la llegada de la República le obligó a exiliarse en Portugal y posteriormente en Francia, y no sería hasta el bienio cedista cuando pudo regresar a España, dentro de una serie de amnistías de aquel gobierno hacia dirigentes de distintas orientaciones ideológicas.

Hombre familiar, de talante profundamente religioso y amante de la tradición y el orden, Calvo Sotelo destacó como uno de los adversarios más tenaces de la República. Contra la «lentitud casi senil» de los conservadores de la CEDA (−actitud de la que las derechas no parecen haberse desprendido−) y el propósito «bien claro» de los socialistas de instaurar su dictadura, se mostró partidario del enfrentamiento directo a las instituciones, pero si en algo destacó sobremanera fue en mantener firmemente unos principios que le enfrentaba abiertamente con lo propugnado por la Secta.

Ya la conjuración militar contra la dictadura en 1926, conocida bajo el nombre de Sanjuanada, tuvo trama civil masónica. Hubo una proliferación de logias; al término de la Dictadura el Gran Oriente contaba con 62 logias y 21 agrupaciones menores, Y la Gran Logia disponía de 52 talleres. Todas ellas trabajaron entusiásticamente para derribar la monarquía y proclamar la II República. Su llegada fue saludada por los masones con gran alborozo, logrando un nuevo apogeo masónico. Ser masón proporcionaba el hacer carrera política y administrativa en el nuevo régimen, de modo que en 1936 la masonería española enfervorizada, favoreció descaradamente la victoria del Frente Popular. Según José Mª Gil Robles, en víspera de la guerra civil la cifra de masones españoles era de once mil que en su mayoría permanecieron fieles a la República, apoyando las leyes para liquidar las libertades, controlar a jueces, magistrados y fiscales que aprobaba el Frente Popular, sembrando el terror rojo al crear las MAOC, milicias antifascistas obreras y campesinas germen del ejército rojo republicano.

Destacaba en aquella época el capítulo o cenáculo masónico de Alicante. De allí proceden los inspiradores de Martínez Barrio y  allí se reunían Augusto Barcia, Benavides, Mallol y un hombre de apariencia gris, pero de tremendo influjo en la revolución, que tramó y organizó en la Logia “Plus Ultra” de París el asesinato de Calvo Sotelo: Carlos Esplá. Todos los demás –Casares, Companys, Portela y los masones sevillanos− son agentes, meros instrumentos; el cerebro es Esplá, afirma Tusquets.

Al regreso del exilio de Calvo Sotelo las logias dan la voz de alerta, y los partidos masonizantes, esos partidos que ponen las leyes económicas y malthusianas por encima de la ley moral y en el que los hombres de buena fe colaboran con indeseables y se prestan a pactos y amaños con Portela; repitiendo como una consigna: “Si este hombre es lo bastante astuto para pronunciar discursos de tono moderado y va subiendo de tono, arrastra a toda España[1].

 

José Calvo Sotelo

José Calvo Sotelo

Así fue. Calvo Sotelo habla en el Parlamento de Dios, de la sagrada tradición, de una Monarquía que sirva a España, de un nuevo Estado que multiplique la propiedad y favorezca el espíritu nacional y familiar de la clase media; espolea a todos los que aceptan la esencia de la civilización cristiana y acaba por dirigirse al Ejército y asegurarle que la verdadera España está anhelante de una Cruz y una espada: «Prefiero ser militarista a ser masón, a ser marxista, a ser separatista e incluso a ser progresista».

Sus reiteradas incitaciones para que el ejército, «columna vertebral de la patria«, restableciese el orden que, a su juicio, el Gobierno no podía o no quería imponer, el ex-ministro se convirtió en el centro de los ataques de la izquierda, siendo además uno de los políticos derechistas cuyos teléfonos estaban intervenidos por orden de Azaña. Insistió en demostrar que las autoridades daban un trato preferente a las milicias del Frente Popular frente al ejército y las fuerzas de seguridad. También criticó que se permitiese «poner verde» a la Guardia Civil mientras se prohibía informar sobre determinados sucesos como el de un guardia que supuestamente habría sido degollado en la Casa del Pueblo, afirmación esta última que dio lugar a un intercambio de expresiones gruesas entre Calvo Sotelo y Wenceslao Carrillo y que Martínez Barrio ordenó borrar del Diario de Sesiones.

El ambiente en las Cortes era tal que, al terminar la intervención de Calvo Sotelo, Julián Besteiro comentó: «Si el gobierno no cierra el Parlamento hasta que se aquieten las pasiones, seremos nosotros mismos los que desencadenaremos, aquí dentro, la guerra civil».

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Casares Quiroga (18º soberano príncipe Rosa Cruz, logia Suevia en La Coruña) amenaza al tribuno en plena sesión de Cortes, el día 16 de junio de 1936, después de que Calvo Sotelo aludiera a los miles de milicianos marxistas que, al pasar ante los cuarteles, hacían el saludo comunista gritando “¡Viva el Ejército rojo!”:

“Yo tengo, señor Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza; le he oído tres o cuatro discursos en mi vida; los tres o cuatro desde ese Banco Azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de su señoría. Me ha convertido su señoría en sujeto, no sólo activo, sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, señor Casares Quiroga. Le repito: mis espaldas son anchas; acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi Patria y para gloria de España, los acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: Señor, la vida podréis quitarme, pero más no podréis, y es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio. Pero, a mi vez, invito al señor Casares Quiroga a que mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante Dios, puesto que es laico, ante su conciencia, pues que es hombre de honor, estrechamente, día a día, hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla; piense que en sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean trágicos. Mida su señoría sus responsabilidades; repase la historia de los veinticinco últimos años y verá el resplandor doloroso y sangriento que acompaña a dos figuras que han tenido participación primerísima en la tragedia de dos pueblos: Rusia y Hungría, que fueron Kerensky y Karoly. Kerensky fue la inconsciencia; Karoly, la traición a toda una civilización milenaria. Su señoría no será Kerensky porque no es inconsciente; tiene plena conciencia de lo que dice, de lo que calla y de lo que piensa. ¡Quiera Dios que su señoría no pueda equipararse jamás a Karoly!” [2] (Diario de Sesiones, número 45, del 16 de junio de 1936, páginas 1.380 y siguientes).

La amenaza pública de Casares Quiroga se ve confirmada con las que en su intimidad profiere el Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra, citándose, entre otros testimonios, el del Comandante de Carabineros, al servicio del Frente Popular, José Muñoz Vizcaíno, que en su declaración, prestada ante la Causa General, dice: «Que oyó varias veces al entonces Comandante, y más tarde Coronel, Luis Barceló[3], hombre de confianza y Ayudante del Ministro de la Guerra y Presidente del Consejo, Casares Quiroga, quien había dicho, con referencia al Sr. Calvo Sotelo, «que se lo cargaría –indicando que le daría muerte–», haciendo alusión a los debates parlamentarios en los que de manera tan eficaz y con una repercusión extraordinaria en la opinión pública cuando intervenía el Jefe del Bloque Nacional.[4]

La diputada del Partido Comunista de España Dolores Ibárruri, exclamó en aquella sesión, refiriéndose a Calvo Sotelo «Este hombre ha hablado por última vez» lo que fue confirmado por Tarradellas y Salvador de Madariaga quien afirmó que le gritó: Este es tu último discurso”.[5] En definitiva, los supremos consejeros del grado 33 han sentenciado y las traslogias se encargarán de consumar uno de los asesinatos más típicamente masónicos. No le perdonarían la denuncia que hacía sobre el papel que tenía la masonería en el Frente Popular. Se cumplió con ello la sentencia siguiendo las instrucciones que marca el ritual del grado 33. En él se advierte cómo deben organizarse los asesinatos. “Si las circunstancias exigen la intervención directa de la Orden, elegid y designad un hermano de la misma, pero cuidando que la Masonería quede inmaculada y al abrigo de toda sospecha”.[6]

Así, en preparación del asesinato y por recomendación de Carlos Esplá, fue designado Jefe superior de Seguridad, José Alonso Mallol, iniciado en julio de 1916 con el nombre de Rizal en la Logia Constante Alona, donde desempeñó el cargo de Maestro de Ceremonias. Los demás vendrán en cascada como sauce llorón cuyas ramas, aunque parecen independientes, dependen de un tronco común, la masonería.

La versión de la izquierda es que el crimen fue espontáneo como represalia por un asesinato ocurrido unas horas antes, el del teniente Castillo a manos de un falangista, Alfonso Gómez, en  infinita desproporción entre la significación política y la influencia en la sociedad de un personaje y otro. César Vidal es tajante, «eso es mentira por dos razones: 1) por la identidad de los asesinos de Calvo Sotelo y 2) porque el crimen estaba planeado desde un mes antes».

En realidad, la decisión para llevar a cabo este CRIMEN DE ESTADO ya había sido tomada por la Masoneria con fecha 9 de mayo de 1936, (tal y como dejó dicho  el capitán masón Urbano Orad de la Torre en el año 1978), consecuencia de las continuas denuncias de Calvo Sotelo de la infiltración de la masonería en todos los estamentos del Estado, incluso en el de los militares”. En absoluto exageraba. Eran masones el Presidente de la República, Manuel Azaña, el jefe del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, el Presidente de las Cortes, Diego Martinez Barrio,  el ministro de Estado, Augusto Barcia Trelles, el ministro de Marina, José Giral, el ministro de la Gobernación, Juan Moles Ornella, el Director General de Seguridad, José Alonso Mallol, el jefe del cuartel de Pontejos, comandante Ricardo Burillo Stolle[7], y el capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés Romero[8] jefe del comando que asesinó  a Calvo Sotelo.

Además de Esplá y Mallol, mencionados anteriormente, participaron Manuel Muñoz Moreno y el capitán Condés quienes piden al “hermano” Castillo que asuma la dirección del crimen. Este se niega. Asesinan entonces a Castillo y atribuyen el crimen a los “fascistas”, con lo cual logran castigar a un masón rebelde e implicar a los compañeros de aquél[9] – los Guardias de Asalto de la camioneta número 17 –, la mayoría perteneciente a la guardia personal de Indalecio Prieto. A este grupo le denominaban “La Motorizada” porque se desplazaba en vehículos propios detraídos del parque móvil de la Guardia de Asalto; tenían instrucción militar y acceso ilimitado a armas y munición. “La Motorizada” fue usada por Prieto como escolta en sus desplazamientos, pero también para ajustar cuentas dentro y fuera del partido. Y no era extraño que sus miembros estuvieran mezclados con asesinatos de militantes de partidos de derecha, incluido el de José Calvo Sotelo.

Puede leer:  Sobre el discurso de Soljenitsyn de junio de 1978 en USA

Salió del cuartel de PONTEJOS la camioneta-plataforma número 17, al servicio del Cuerpo de Asalto, conducida por el guardia Orencio Bayo Cambronero. El resto de la dotación la mitad eran guardias de asalto y la otra mitad activistas del PSOE de la escolta de Prieto. Entre estos estaban, además de Cuenca, Francisco Ordóñez[10] y Santiago Garcés Arroyo[11], individuos de su absoluta confianza. Participaron también José del Rey Hernández, asimismo de “la motorizada” y escolta de la diputada del PSOE Margarita Nelken y  Federico Coello Garcia, médico. Los mencionados, junto a los otros  guardias de Asalto Tomás Pérez, Aniceto Castro Delgado, Bienvenido Pérez Rojo, Ricardo Cousillos,  y el coruñés Luis Cuenca Estevas, apodado “el Pistolero” miembro de las Juventudes Socialistas

Unificadas cuyo jefe era Santiago Carrillo. Este personaje fue quien, en el mismo coche en el que, supuestamente se trasladaba al diputado a declarar, le asesinó con un tiro en la nuca. A continuación,  en la madrugada del 12 al 13 de julio de 1936, los asesinos abandonaron el cadáver en la cercanía del depósito del Cementerio entonces llamado del Este. Los guardias de asalto dijeron a los vigilantes del cementerio que el cadáver era de un sereno muerto asesinado en un atentado.

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Todos ellos actuaron bajo el mando del masón capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés Romero, quien tras el asesinato de Calvo Sotelo, se plantó en la sede del PSOE, entonces en el número 20 de la madrileña calle Carranza, para informar a su “hermano” masón del grado 33, Juan Simeón Vidarte para pedirle que lo dejaran ocultarse en casa de la diputada del PSOE Margarita Nelken.

El Director General de Seguridad, el masón José Alonso Mallol protegió a los asesinos boicoteando, desde el principio, las investigaciones del comisario Antonio Lino Pérez-González que las llevaba y las del juez instructor Ursicinio Gómez Carbajo para retrasar las mismas y provocar el confusionismo de forma premeditada. Inquietos porque a pesar de sus añagazas no conseguían frenar el procedimiento, a finales del mes de julio del 36 una patrulla de milicianos (otra vez  “la Motorizada” del PSOE), asaltaban el juzgado y se llevaban el sumario para que nunca se pudiera saber  más de aquel CRIMEN DE ESTADO hecho con nocturnidad y alevosía. Después, tras el final de la Guerra civil, el recién instaurado régimen de Franco llevó a cabo una Causa General (CG), en la que se trató de averiguar si el asesinato de Calvo Sotelo había sido planificado por el gobierno republicano. A partir de las investigaciones policiales surgieron distintas teorías respecto a los motivos del asesinato de Calvo Sotelo.

El cadáver de Calvo Sotelo tras su asesinato por la izquierda republicana.

Según la declaración de Lorenzo Aguirre Sánchez de 11 de marzo de 1941 para la Causa General, el 29 de junio de 1936 el director general de Seguridad, José Alonso Mallol, le había llamado para pedirle que se cambiase la escolta de Calvo Sotelo, ya que los anteriores eran «demasiado afectos» a éste, sustituyéndola por dos agentes que lo vigilasen. De modo que Aguirre habría encomendado la tarea al agente, partidario del Frente Popular, José Garriga Pato, masón reconocido, de nombre Bretón, que pertenecía a la logia de Liberación nº 47 de Málaga desde 1935 y al grupo nº1 de Valencia desde 1937 quien tendría libertad para elegir a su compañero, optando por el policía, también masón, Rodolfo Serrano de la Parte, hecho del que según Lorenzo Aguirre Sánchez[12]no tendría constancia la brigada de vigilancia política.​ Según otra declaración que hizo el escolta Serrano el 2 de febrero de 1942, Aguirre habría transmitido a los nuevos escoltas, en nombre de Alonso Mallol, que en caso de atentado contra Calvo Sotelo, no debían protegerle, sino simular que lo hacían en caso de ser en un sitio céntrico, o rematarle, en caso de ser en un descampado y la agresión fracasara[13].​ Según la declaración de Joaquín Bau Nolla para la Causa General, las nuevas instrucciones habrían escandalizado a Serrano de la Parte, quien el 7 de julio se entrevistaría con él, ya que era íntimo amigo de Calvo Sotelo. [14]

Julián Cortés Cavanillas, ex vicesecretario general de Renovación Española, declararía después que el 10 de julio había visitado a Calvo Sotelo para advertirle de un supuesto plan de asesinato que, al parecer, un agente suyo infiltrado en las filas del PSOE habría descubierto. Julián Cortés afirma en su libro que le pidió que aceptase una guardia personal de jóvenes paramilitares de su partido, pero que lo rechazó porque creía que era inútil, ya que supuestamente veía más probable que lo asesinase el propio gobierno a que lo hiciese un partido de izquierdas y por otra parte, los guardias personales no podrían ir armados ya que serían detenidos por los propios agentes de la Policía que le daban escolta.

Dos conclusiones en la consecución de este gravísimo crimen: La importante participación de la Masonería y aún más grave, si cabe, la de miembros de las fuerzas de seguridad del estado al mando de un capitán de la guardia civil. Y ello con el fin de suprimir una personalidad que podía frenar el grave deterioro en que estaba sumida la nación. Se equivocaron totalmente. Su asesinato fue el detonante del inminente alzamiento.

El general Mola ante el deterioro que padecía España ya andaba haciendo preparativos José Antonio desde la cárcel Modelo de Madrid el 4 de mayo redactó un manifiesto a sus militantes pidiendo su colaboración en caso de sublevación, y el 29 de junio envió una circular sobre las condiciones para participar en el levantamiento. Los carlistas estaban absolutamente en contra de la Segunda República y sus desmanes; no es de extrañar que el general Mola contase con ellos y con sus requetés para que el levantamiento triunfase en Navarra. Sin embargo, Mola rechazó las peticiones carlistas que consideró inadmisibles. El 9 de julio se produjo la ruptura entre Mola y Fal Conde y se canceló el levantamiento de Pamplona previsto para el 12 de julio.  Sin embargo, el magnicidio la madrugada del 13 de julio dispuso los ánimos al acuerdo y los carlistas aceptaron las condiciones del levantamiento, dejando en manos del general Sanjurjo las discusiones posteriores sobre el nuevo régimen.

Franco, en contra de lo que dicen las izquierdas y quizá por su proverbial prudencia, no se decidía a participar. El 12 de julio envió un comunicado cifrado a Mola en el que planteó su retirada alegando «geografía poco extensa», lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando le llegó el mensaje, Mola, montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante. Finalmente, el día 14, después del asesinato de José Calvo Sotelo y la reacción que esta muerte causó en la derecha y en sectores del Ejército, Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración. Tras varios retrasos, el general Mola fijó el inicio del levantamiento para el 18 de julio a las 17:00 horas; aunque los acontecimientos se precipitaron en Melilla, que se alzó en armas contra la República el 17 de julio, de manera que a las 21:00 horas la plaza estaba en poder de los sublevados.

Pemán que había contenido su cólera hasta la muerte violenta de Calvo Sotelo, estalla: «España tiene desde ayer un mártir […]. De esto no hay nada que decir. ¡Hay mucho que hacer! ¡Y por Dios y por Santiago que se hará!»

Y se hizo, aunque por nuestra estulticia, sólo nos ha durado 83 años.   


[1] Juan Tusquets,: “Masones y Pacifistas”, pg 95

[2] Desgraciadamente, su muerte no fructificó. En la actualidad pululan en la política española abundantes “Kerensky” y “Karoly” que nos llevarán, siguiendo la principal divisa del grado 33º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado:  Ordo ab Chao :Orden desde al caos, es decir, primero crean el desbarajuste para luego establecer SU orden, o lo que es lo mismo, un orden conformado por “sus valores”.

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[3] Luis Barceló Jover: ( Madrid, 31 de agosto de 1896-Madrid 15 de marzo de 1939) comunista, Diputado y miembro destacado de la masonería, de nombre “Pitágoras”, llegó a ser Gran Maestre regional de Marruecos​ hasta 1934, según Ferrer Benimeli. Durante las primeras semanas de la contienda tuvo un rol destacado como inspector general de Milicias. Opuesto al golpe de Casado, fue detenido y fusilado por el Consejo Nacional de Defensa a pocos días del final de la contienda.

[4] https://laverdadofende.blog/2013/01/03/calvo-sotelo-la-memoria-del-odio-el-ansia-de-una-esperanza-la-verdad/

3 Salvador de Madariaga: . Ensayo de historia contemporánea, ed 1978, pag 384

4 Juan Tusquets,: “Masones y Pacifistas”, pg 96

[7] Ricardo Burillo Stholle (1891-1940).Aristócrata izquierdista, puritano, anticlerical y romántico», según Hugh Thomas, y según la obra de Manuel Azaña en 1937 Ricardo Burillo se confiesa «sometido a tres disciplinas: la militar, la masónica y la comunista». Comandante del 2º grupo de la Guardia de Asalto en el Cuartel de Pontejos responsable del grupo que asesinó a Calvo Sotelo. Pertenecía a la Gran Logia Regional del Centro.

[8] Fernando Condés Romero militar y capitán de la Guardia Civil director de La Motorizada e instructor de milicias socialistas

[9] ANTON SAAVEDRA: “Asesinato de Calvo Sotelo-X “El blog de Antón Saavedra”, 9 FEB de 2013

[10] Ordóñez jefe del Servicio de Informaciones del Estado, que tenía a su cargo las labores de espionaje y contraespionaje

[11] Santiago Garcés Arroyo: Madrid 17/06/1915 — [?] Panadero. Miembro de la UGT y afiliado a la AS de Madrid. Al producirse el golpe de Estado de julio de 1936 formaba parte de la Motorizada siendo alférez en 1936. Posteriormente perteneció a la 5ª Brigada Mixta de Carabineros con el grado de teniente y capitán desde abril de 1937. Al crearse el Servicio de Investigación Militar (SIM) fue nombrado subjefe del mismo. Finalizó la guerra civil como mayor en la posición Yuste. Se exilió en Francia y desde allí marchó a México donde llegó el 13 de abril de 1939.

[12] Pamplona, 14 de noviembre de 1884- Madrid, 6 de octubre de 1942. Comisario del Cuerpo de Investigacióm y Vigilancia, Jefe de Personal, logia Accidental nº 1 de Valencia y comunista

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[13] Siguiendo las normas masónicas

[14] https://laverdadofende.blog/2013/02/09/el-psoe-asesina-al-lider-de-la-oposicion-es-la-guerra-civil/

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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