A vuela pluma, hay que reconocer que en alguna cosa se ha mejorado. Decimos de los actos habidos tal día como ayer, domingo 30 de junio en el Cerro. Nuestra perspectiva contrasta los actos del 75º aniversario y los del 90º; 1994 y 2009 respectivamente. En plena desamortización espiritual, que la fórmula de consagración rece: “Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones”, es muy de agradecer.
Por lo demás, contrastes. Impresionó cierta demarcación de zonas: lo que dependía de las MM. Carmelitas, era un festival de enseñas rojigualdas con el Sagrado Corazón. La explanada, sobre la Basílica, la presidía el escudo de 1981 del presente régimen o lo que fuere de 1978.
Que el acto de consagración se afirme como de la Nación, y lo convoque una diócesis, la de Getafe, más bien despista. Pero, por otro lado, si lo que se busca es la consagración de la Nación, dado que ningún Obispo se encuentra al frente de la misma, se plantea una dificultad extrema. En efecto, los Obispos nos presiden como sucesores de los Apóstoles, cada uno en su diócesis respectiva; pero desde luego no como autoridades temporales, ergo… Si se plantea como renovación, hubo la de 1969, con motivo del cincuentenario. ¿Qué la hizo Francisco Franco? Sí; operaba como Jefe del Estado por aquel entonces. Quien atienda los folletos que han circulado observarán cierto juego de la oca.
La homilía de quien presidió, el Emmo. Sr. Cardenal Osoro, nos sorprendió: “Estoy convencido de que solamente un pueblo crece si se preguntan todos los que pertenecen a él, aunque sea desde perspectivas distintas, pero con convicción profunda, ¿quién es mi prójimo?”. Por mi parte, pues, me pregunto, ¿qué hay del Evangelio?
Por Evaristo Palomar (este artículo se publico por primera vez en la Revista Reino de Valencia nº 118, formato papel)