La celebración del 25º aniversario de un acuerdo histórico que entronizó el aborto en la política de la ONU, fue opacada por las políticas provida de la administración Trump esta semana.
El secretario de Estado de los EE. UU., Mike Pompeo, hizo el anuncio de que más de $30 millones en financiamiento le serían retenidos a la agencia de población de la ONU por tercer año consecutivo, precisamente cuando los países se congregaban en el Salón de la Asamblea General la mañana del martes para una reunión especial conmemorativa de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo realizada en El Cairo en 1994. La Conferencia de El Cairo le da a la agencia de la ONU sus órdenes de batalla. Notoriamente, en ella se incluyó el aborto en políticas de la ONU por primera vez, aunque se optó por no reconocer un derecho internacional al aborto.
El momento elegido para el anuncio de Pompeo no pudo haber sido más claro. La actual administración de los EE. UU. mostró su desprecio por la agencia de población de la ONU, la cual se pone abiertamente de parte de gobiernos que ejecutan programas coercitivos de control de población, y promueve el aborto alrededor del mundo.
Y la declaración oficial de los EE. UU. en la reunión de la Asamblea General subrayó la magnitud del apoyo bilateral de los EE. UU. en favor de la salud materna, la planificación familiar y el tratamiento y prevención del VIH/sida. Los EE. UU. gastan más de $8 mil millones anuales en estas áreas –más de ocho veces el presupuesto de la agencia de población de la ONU– y es el mayor donante singular de asistencia bilateral para salud.
“Nosotros no reconocemos el aborto como un método de planificación familiar, ni apoyamos la provisión, promoción y recomendación del aborto en nuestra asistencia sanitaria global”, dijo Austin Smith, representante en ejercicio de los Estados Unidos ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, en la reunión de la Asamblea General.
Durante la misma reunión –notable por la reducida asistencia–, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se quejó acerca de la “violenta reacción” a nivel internacional a los derechos de las mujeres. Países de Europa y América Latina también se quejaron acerca de intentos de echar pie atrás a nivel internacional en materia de derechos de las mujeres.
Poco después que Smith hubo hecho su declaración en la Asamblea General, el secretario para la Salud y los Servicios Humanos de los EE. UU., Alex Azar, destacó el trabajo provida que ha hecho su departamento para impedir a las Naciones Unidas promover el aborto –a veces incluso coercitivamente–.
“Se ha convertido en norma, en demasiadas agencias de las Naciones Unidas, el impulsar agendas a menudo enfrentadas con la fe religiosa”, dijo Azar en la segunda Reunión Ministerial anual para la Promoción de la Libertad Religiosa en Washington D.C.
Azar denunció cómo los países pequeños son “intimidados y amedrentados en orden a cambiar ya sea sus leyes o sus normas religiosas o culturales que protegen al no-nacido y a la familia”.
“Mi departamento ha encabezado esfuerzos por resistir”, dijo orgullosamente Azar. Describió los esfuerzos de su departamento en la Organización Mundial de la Salud en mayo. La Organización Mundial de la Salud es uno de los muchos cuerpos que componen el sistema de la ONU. El equipo de Azar congregó a nueve países, que representan más de mil millones de personas, para rechazar la defensa del aborto por la ONU.
“Los países tienen un derecho soberano a ser respectados en estos asuntos sensibles y fundamentales”, subrayó.
Y parecería que los esfuerzos de los EE. UU. ya están dando frutos. El aborto no fue un tema prominente de conversación en la Asamblea General esta semana. Solo surgió en una única declaración de grupo entregada por Irlanda.