Aborto, guerras, hambre, ideología de género. Parece que en nuestros días, el mal ha abrumado al mundo entero. El interconfesionalismo y el indiferentismo religioso se instalan en la Iglesia, apoyados por la más altas autoridades religiosas. Sí, incluso el Papa.
A Jesús por María
Nuestra Señora ya nos había advertido en La Salete sobre los venideros tiempos (nuestro presente) de crisis, herejía y apostasía. ¿Dónde podremos encontrar consuelo y esperanza en medio de este tan desalentador escenario? Podemos rezar el Rosario constantemente y degustar sus dulces frutos. Nuestra Señora derrama abundantes gracias sobre nuestras almas, y las saca de la desesperación, les infunde el espíritu de la lucha y las protege de las herejías de nuestros días. Así es como lo ha hecho en el pasado y cómo continúa protegiéndonos el día de hoy.
Ejemplos del pasado
En 1214, cuando los albigenses estaban infectando el aire puro de la cristiandad, Nuestra Señora se le apareció a Santo Domingo de Guzmán y le dijo: «Predica mi salterio si quieres alcanzar a estas almas endurecidas y conquistarlas para Dios«.
Después de este episodio, Santo Domingo de Guzmán predicaba la importancia de practicar esta devoción de manera incesante, tanto a ricos como a pobres, eruditos e incultos, creyentes e incrédulos. A través de sus sermones, Nuestra Señora le dio la gracia de lograr innumerables conversiones y el regreso a la Fe de muchos; pero el mayor favor con que Nuestra Señora le asistió, fue con la victoria sobre la herejía albigense.
De pronto, la practica de esta hermosa devoción es dejada de lado. El mundo católico sufrió grandes tragedias y castigos: la Muerte Negra, el Gran Cisma, el comienzo de la Guerra de los 100 Años. En toda Europa occidental se anunciaba la llegada de una nueva era para el Hombre, el Renacimiento.
En este escenario, Nuestra Señora se apareció a otro dominico, el Beato Alan de Roche, en 1460 y le pidió restablecer la devoción del Rosario. Tomó la predicación del Rosario como su misión muy especial. Por medio de él se hicieron muchos milagros, se convirtieron muchas almas y se instaló la práctica piadosa.
Nuestra Señora de Lepanto
El 7 de octubre de 1571 fue otro momento decisivo en la historia del cristianismo, la Batalla de Lepanto. La flota de la Liga Católica, superadas ampliamente superada por las musulmanas se hizo con la tan inesperada victoria. Fue una derrota aplastante para los mahometanos, que no pudieron conquistar el mundo católico. El Papa San Pío V atribuyó esta victoria crucial a la oración del Rosario. Él instituyó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario el 7 de octubre, el día de la Victoria de Lepanto.
Pasaron cien años y encontramos a los jansenistas haciendo grandes progresos en la Francia católica. Otro gran apóstol mariano apareció para contrarrestar esta herejía y reavivar la devoción a María. Con celo ardiente, San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716) predicó el Rosario y la santa esclavitud a Nuestra Señora, especialmente entre los campesinos de Bretagne y Vendée. Fieles a su Rosario, estas pequeñas y humildes personas también se mantendrían fieles a la Iglesia y firmes contra la Revolución Francesa 75 años después. Una vez más, vemos el papel especial de Santo Rosario en proteger a los fieles contra el error.
El siglo XX
Llegamos a los albores del siglo XX. Los errores peligrosos de Marx, Darwin y Freud no solo estaban en el mundo sino también, habían logrado abrirse paso en la Iglesia. En 1917, con el mundo inmerso en la Guerra Mundial y el Comunismo que pronto se instalaría en Rusia, Nuestra Señora se apareció en Fátima a tres pequeños pastorcitos prometiéndoles una victoria final.
Más tarde, la última vidente de Fátima sobreviviente, Sor Lucía, volvió a insistir en la importancia del Rosario en una entrevista privada con un confidente, el Padre Agustín Fuentes. Ella dijo:
«En estos últimos tiempos que vivimos, la Santísima Virgen ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario. Ella ha dado esta eficacia a tal punto que no hay ningún problema, no importa cuan difícil, ya sea temporal o sobre todo espiritual, en la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo o de las comunidades religiosas, o incluso de la vida de los pueblos y las naciones, que no pueda ser resuelto por el Rosario. No hay ningún problema, repito, no importa lo difícil que sea, que no podemos resolver por medio de la oración del Santo Rosario . Con el Santo Rosario, nos salvaremos a nosotros mismos. Nos santificaremos a nosotros mismos. Consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas.«
Una vez más, ante múltiples errores y herejías, Nuestra Señora envió su mensaje: Recen el Rosario todos los días. No abandonen esta práctica sagrada. De hecho, donde hay personas, familias, grupos de personas que rezan el Rosario, Nuestra Señora ingresa y halla la manera de llevarlos a descubrir la verdad.
El secreto del rosario
En el Secreto del Rosario, San Luis de Montfort dice que Nuestra Señora prefiere el Rosario a todas las demás devociones. No hay palabras para expresar cómo recompensa a quienes lo rezan, lo difunden y lo dan a conoce…y sin embargo, el Santo Rosario también tiene sus enemigos.
«Deje de rezar el Rosario porque esta demasiado enfocado en María y deja de lado a Cristo» es un argumento ampliamente empleado por los protestantes. Estos son «librepensadores», como los llama San Luis, y es muy probable que caigan en un estado herético sin darse cuenta.
Esto es lo que nos dice San Luis María de Montfort sobre el Rosario y es la razón por la cual tantos le odian:
Créanme que recibirán la corona inmarcesible (1Pe 5,4), que no se marchitará jamás, si se mantienen fieles en rezarlo devotamente hasta la muerte, no obstante la enormidad
de sus pecados. Aunque estuvieran ya al borde del abismo, aunque estuvieran ya con un pie en el infierno, aunque hubieran vendido su alma al demonio como un mago, aunque fueran herejes tan endurecidos y obstinados como demonios, se convertirán tarde o temprano y se salvarán, siempre que -lo repito, y noten bien las palabras y términos
de mi consejo- recen devotamente, todos los días hasta la muerte, el Santo Rosario con el fin de conocer la verdad y alcanzar la contrición y perdón de los pecados.
Guarda y conserva estas palabras en tu corazón, regístralas profundamente en tu memoria para aquellos momentos en los que estés tentado en abandonar el rezo del Santo Rosario. Recuerda además estas dos cosas: María jamás abandona a sus hijos. Aún así seas tu el que la abandone a Ella, María como Buena Madre estará atenta y presta a llevarte de nuevo por el camino hacia su Hijo y Nuestro Señor y que jamás se ha oído decir, de que ninguno que haya acudido a Ella implorando su asistencia y socorro, haya sido ignorado por Ella.
Graba estas palabras a fuego en tu corazón.
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