El día 18 de julio de 1936, el general Joaquín Fanjul Goñi, ante la indecisión del general Villegas, que debía tomar el mando, se encargó de la sublevación de la ciudad de Madrid, haciéndose fuerte, en el Cuartel de la Montaña, junto con unos mil quinientos de sus hombres y unos ciento ochenta falangistas, esperando que llegasen refuerzos desde las guarniciones de Campamento, Getafe y Cuatro Vientos, lugares todos ellos en donde el alzamiento había sido sofocado.
Tras los aconteciendo favorables a la República acaecidos en de Barcelona, al día siguiente, el cuartel fue rodeado de tropas leales al gobierno de la República, guardias de Asalto y milicias del Frente Popular.
Al amanecer del día 20, se inició el cañoneo del Cuartel de la Montaña. Cuando utilizaron la aviación contra los sitiados, el cuartel capituló. La entrada de la chusma asaltante se tradujo en la muerte inmediata de la mayor parte de los sublevados. El número de muertos superó los 500; de ellos, se estima que la cifra de prisioneros asesinados tras la rendición fue superior a 130.
El espectáculo del patio del Cuartel de la Montaña era escalofriante, espeluznante. El pelotón de los vencidos era distribuido por los milicianos, encaminándolos por la izquierda, junto a la pared del cuartel, donde eran rematados a bayonetazos.
El general Fanjul y el coronel Fernández de la Quintana, fueron hechos prisioneros y conducidos a la cárcel Modelo de Madrid, donde fueron juzgados por rebelión militar y ejecutados el 18 de agosto.
La represión sobre el estamento militar fue un objetivo primordial del terror rojo. No fue el único…