A Stephen King se le conoce como el maestro del terror, y la verdad que la lectura de Misery demuestra que el terror llega, en manos del escritor americano, a cuotas difíciles de superar.
No obstante en este época de lo políticamente correcto obras como Misery no hubieran pasado la censura del movimiento feminista, pues en esta ocasión la víctima es un varón, y la mala malísima una mujer obsesiva, fría y calculadora.
A estas alturas no desvelamos nada si decimos que el argumento de la obra es sencillo: un famoso escritor sufre un grave accidente y recobra el conocimiento en una apartada casa en la que vive una misteriosa mujer, corpulenta y de extraño carácter. Se trata de una antigua enfermera, involucrada en varias muertes misteriosas ocurridas en diversos hospitales. Esta mujer es capaz de los mayores horrores, y el escritor, con las piernas rotas y entre terribles dolores, tiene que luchar por su vida.
La genialidad del Stephen King viene caracterizada precisamente por la ausencia de elementos espectrales, tétricos o macabros, el terror viene impuesto por lo aparentemente cotidiano de la trama y del escenario. Una casa de campo, un famoso escritor accidentado, y la presencia de una mujer psicópata; es precisamente su protagonista femenina la que convierte a esta obra en una genialidad de la literatura americana de la década de los 80 del siglo pasado.
Hoy Misery no podría haber sido un éxito editorial, pues ningún editor hubiera permitido publicar una obra en la que la maldad tiene nombre de mujer, en la que la mente criminal es femenina, y en la que las víctimas son varones indefensos, niños y ancianos desvalidos.
El personaje de Annie Wilkes ya ha pasado a la historia de la literatura como una representación genial de la maldad humana con nombre femenino.
En 1990 se rodó una fiel versión cinematográfica, dirigida por Rob Reiner y protagonizado por Kathy Bates y James Caan en los papeles principales, que igualmente hará las delicias de los cinéfilos.