El pasado domingo 25 de agosto se celebró el tradicional acto carlista en recuerdo a Joaquín Muruzábal Muruzábal, primer requeté navarro muerto en combate en la Cruzada de Liberación de 1936-39. A continuación se celebró un banquete de homenaje a los hermanos carlistas recientemente fallecidos Sylvita y Cruz Mari Baleztena Abarrategui, y al carlista Silvestre Zubitur, concejal de Leiza.
Al homenaje de Silvestre Zubitur asistieron, efectivamente, los parlamentarios de Navarra Suma Iriarte y Arregi, amigos personales de Silvestre Zubitur, por cuanto Zubitur se ha presentado en varias ocasiones a las elecciones municipales bajo las siglas de UPN, partido integrante de la coalición Navarra Suma.
Ahora bien, tales actos no pueden calificarse nunca de actos franquista, pues ni se exhibió foto alguna del General Francisco Franco, ni se habló de él, ni se pronunciaron vivas al mismo, ni hubo siquiera banderas de España con el Águila de San Juan. Los carlistas nos mantenemos en la misma posición antes de Franco (que llegó al poder cuando el carlismo tenía ya más de 100 años de historia), durante el franquismo y después de Franco (fallecido en 1975), y de todos es conocido que si el carlismo estuvo en el 18 de julio, no estuvo después, como organización política, con el franquismo, y mucho menos con la designación del antirrey Juan Carlos como sucesor de Franco.
Y es que los carlistas, por muchas leyes de «falsa memoria histórica» que se dicten, y por muchas amenazas y coacciones que se pretendan ejercitar contra nosotros, seguiremos fieles a la memoria y la ejecutoria de nuestros héroes, mártires, santos y beatos, que muchos hay en estos tres siglos que abarcar el carlismo. Nos hemos enfrentado siempre con valor y caballerosidad, y con la cara descubierta, con enemigos más temibles con los actuales detentadores del poder. Por eso, ni vamos a asustarnos con los nacionalistas cobardes que hasta ayer ocultaban su identidad en la clandestinidad terrorista; ni vamos a asustarnos de los que hoy, desde el poder, dictan leyes contra la verdad histórica o quieren ganar una guerra que perdieron, sacando cobardemente un cadáver de su lugar santo de reposo con objeto de volver a dividir España. Y un cadáver al que quiere sacar de su tumba no por ser la cabeza de un régimen autoritario, sino por ser un Jefe de Estado católico, pese al que pese.
No deja de resultar irónico, y manifestación de un delirio paranoico, que nos tilden despectivamente de franquistas los que no tuvieron agallas para oponerse a Franco como lo hizo el Carlismo – el también homenajeado Cruz Baleztena sufrió prisión política bajo el gobierno de Franco-.
La Comunión Tradicionalista Carlista solicita por ello que se deje de utilizar nuestro nombre para ajustes de cuentas de la actual política institucional navarra y vascongada. Del mismo modo que el Carlismo navarro quiere aclarar que la bandera de Navarra con la Cruz Laureada no es una bandera franquista, sino que es la bandera Navarra con la pública reproducción de la Laureada de San Fernando que tan heroicamente ganaron nuestros padres y abuelos por su generosa aportación en hombres y muertos, en una guerra que el Papa Pio XII calificó de Cruzada, y que como tal la consideramos todos los Carlistas.