Durante años, en el País Vasco, hubo que soportar la violencia callejera con santa resignación. Se suponía que era la natural expresión de la represión sentida por la juventud vasca –una parte de ella-, y quienes no comulgaban con el nacionalismo independentista tenían que aguantarse, sencillamente.
Las cosas mudaron substancialmente cuando se cambió la tipificación de según qué tipo de acciones vandálicas y pasaron éstas a considerarse como terrorismo urbano, lo que llevaba a la jurisdicción de la Audiencia Nacional y a unas condenas de bastante importancia, hasta 20 años creo. Ni que decir tiene que la kale borroka desapareció de aquellas tierras del norte español.
En su mejor época eran capaces de aparecer súbitamente y prender fuego a un autobús o a una unidad de ferrocarril. Se equipaban con sudadera oscura y mochila pequeña, como la de los estudiantes; uniformidad muy similar a la que en Europa han hecho célebre los conocidos como Black Blocks, antisistemas transnacionales que fueron capaces de reventar la cumbre del G8 en Génova, en el 2001, Berlusconi aún se acordará, y también la cumbre OTAN de Estrasburgo, en el 2008 en Estrasburgo, donde incendiaron la Aduana internacional y un hotel donde se alojaba la policía francesa.
Ayer noche la televisión nos metió en casa el espectáculo del centro de Barcelona tomado por…infiltrados, según el molt honorable president de la Generalidad de Cataluña, aunque los detenidos son muy jóvenes y de Barcelona; si bien las imágenes nos recuerdan el pasado, sudaderas negras con capucha y mochila pequeña a la espalda. También he podido visionar en algún vídeo una increíble facilidad, digna de un minero asturiano, para deshacer las aceras y confeccionar proyectiles para arrojar a la policía¡Qué fuerza laboral desperdiciada¡
Hoy unos piden calma y otros 155. Todo hay que verlo con mesura, estamos en campaña electoral, pero hay algunas cosas que sí se pueden deducir de las imágenes de anoche. Para mí la primera de ellas es que el comportamiento de la policía podría calificarlo de heroico si no fuese porque ese adjetivo prefiero reservarlo para nuestros soldados en Operaciones; en todo caso hicieron un trabajo excepcional en medio de una inferioridad numérica y de medios de control de masas que debe tener alguna explicación política, aunque hoy nuestros representantes no nos han dado ninguna.
Explicaciones también debería dar la señora Colau a sus vecinos de Laietana y Urquinaona, zonas de voto “comunero”, es decir, de los suyos, y que se estarán preguntando qué pasa con los 300
antidisturbios con que cuenta la policía municipal y que cobran más que la Policía nacional y mucho más que la Guardia Civil que estos días reserva sus GRS en razón de competencias policiales y, quiero pensar, como última reserva en caso necesario.
El problema político no se va a resolver estos días, tampoco con las próximas elecciones, pero el uso de la violencia es privativo de las instituciones del estado y quien va contra ellas debe ser respondido, al menos, con la misma contundencia. Lo de ayer no es aceptable y el señor Marlaska puede y debe reforzar en personal y medios a las fuerzas destacadas en Cataluña y para ello no hay que esperar a que el mol thonorable condene de una forma clara la violencia, que no lo hará.
Raúl Suevos
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