A una distancia media entre el drama y la broma mala de un novelista de tercera, la tremenda afición de algunos anónimos personajes por plagiar guiones de entretenimiento con consecuencias desconocidas casi nos cogen desprevenidos. Los interrogatorios en la Audiencia Nacional de los miembros detenidos del llamado CDR han revelado una chusca trama que mueve a la sorna más estrepitosa por un lado y a la desazón y la prudencia por otro. No olvidemos que no se les juzga a estos ciudadanos por algo insignificante, sino por la presunta manipulación de explosivos y sus componentes con fines verdaderamente terribles. Afortunadamente el estado de derecho y sus instrumentos suelen desmontar estos planes tanto como otros aún más peligrosos.
El asunto es aún más sorprendente por cuanto los procesados han venido a contar más o menos inexactamente que sus presuntos mandos son el huido Puigdemont y el actual máximo responsable Quim -o Joaquim- Torra. Ambos, por «razones operativas», se han hecho con un pseudónimo. Carles Puigdemont es LISA Y Torra es GANDALF. Seguro que lo transcendido es sólo la punta del iceberg y hay muchos más personajes intermedios, quizá M sea Pujol, o puede que Peter Griffin sea responsable de algún pequeño operativo; no hay que descartar que Goldfinger sea un agente extranjero que se ocupe de la agitación internacional ni que Dumbledore no sea sino el portero mayor de la sede en el exterior de Waterloo.
A lo largo de la literatura y las películas de ficción hay una interminable minuta de personajes que muy bien pueden adaptarse a esta recién descubierta organización a caballo entre lo criminal y lo francamente ridículo. ¿Dónde estarán encuadrados el agente 086 y su compañera 99? No es factible que haya un capitán Alatriste, con sus defectos y virtudes ese soldado de los Tercios representa a un valeroso militar español y puede que a estos lamentables individuos afectados por el síndrome de adolescencia patológica crónica les dé pánico.
Algún espontáneo hagiógrafo viene insinuando con empeño que Joaquim Torra tiene una de las mejores colecciones de soldaditos de plomo del sur de Europa. Es más, se dice que don Quim se ocupó de largas batallitas de estos diminutos y pesados uniformados durante años, hasta bien superado el ecuador de su carrera universitaria. Afirman que Torra era poco sociable de niño y hasta de mozalbete y que sobre todo las unidades del ejército austro-húngaro eran y son sus preferidas y a las que más tiempo ha dedicado. No así de Puigdemont (LISA), en sus andanzas y orígenes más se habla de las canicas y alguna primitiva consola que de otra cosa, los investigadores no han dado con más pistas.
La verdad es que, a pesar de lo apasionantes que pueden ser las vidas y las andanzas de Lisa y Gandalf, no teníamos el más mínimo interés en conocerlos, que bastaba con saber que el alcalde de Gerona -un tipo de origen andaluz, nieto y bisnieto de jiennenses y almerienses- era periodista o que uno de sus amigos era el editor de ‘A contra vent’. Pero lamentablemente ambos han acumulado aventuras suficientes para trascender y hoy demasiados en España estamos pendientes de sus ínfulas y ocurrencias, por motivos obvios. Lo chocante es que debamos tomarnos en serio a quienes han demostrado tanta frivolidad de manera tan irresponsable, más aún cuando hemos podido saber que han confundido la vida con un cómic o con una película. Que se han estudiado la ‘vía eslovena’ o que han tomado como modelo una parte del sitio de Sarajevo, en que algunos medios de comunicación desinformaron y manipularon convirtiendo a los verdugos en víctimas. Al fin, estos inverosímiles dirigentes han hecho todo a su alcance para crear un conflicto con los menores límites imaginados, conduciendo a los suyos a destinos llenos de interrogantes y con gran desprecio por los desenlaces personales particulares de las personas abducidas por la propaganda del aparato que representan. Lisa y Gandalf -así llamados o con sus propios nombres- son elementos históricos cuyas acciones y actitudes sólo merecen el desprecio de los demócratas españoles y el veredicto de los tribunales. Son como imberbes al mando de maquinaria bélica radiactiva. Bonnie and Clyde o Tom y Jerry, Bob Esponja y Patricio, Bugs Bunny y el Pato Lucas, Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, Indiana Jones y su pariente Tadeo… Cualquiera de estas parejas sería más de fiar. Y es que Lisa y Gandalf tampoco pasarán al cine.