Medio centenar de presos saharauis sobreviven a condiciones infrahumanas en cárceles marroquíes. Están presos por sus convicciones políticas -por su defensa del derecho de autodeterminación del Sahara Occidental ocupado por Marruecos- tras juicios farsa sin ninguna garantía.
Les maltratan sistemáticamente. Les humillan. El aislamiento al que les someten dura años. No se les reconoce el estatus de preso político. La comida es insalubre. No hay higiene. Duermen sobre el suelo. Pasan frío. No reciben atención médica. Les restringen derechos elementales. Están dispersos. No pueden ser visitados por sus abogados que tienen vetado el acceso a los presos. Están encerrados en cárceles en territorio marroquí a 1.200 km. de su tierra y de su familia de manera que las visitas, cuando no hay aislamiento, son difíciles y muy escasas; en ocasiones, imposibles. Pero, sobre todo, se les tortura.
Marruecos desoye las decisiones de la ONU para que deje a varios presos en libertad. La única posibilidad de protesta que tienen para reclamar sus derechos es la huelga de hambre. Ante esta medida, las autoridades marroquíes responden con una mayor represión que ejercen contra hombres debilitados por las torturas, los continuos castigos y las enfermedades que padecen. Y mientras, la Cruz Roja Internacional sigue sin visitar a estos presos.
Hay que dar visibilidad permanente a una situación tan extrema ante la falta de información mediática. Para ello adoptamos este lazo negro y verde: colores que reflejan el sufrimiento y la esperanza de los presos. Invitamos a todos a que usen el lazo personalmente: en pancartas, en portadas de lugares públicos, en la esquina de un documento, para reivindicar así a estos presos que son un emblema de la lucha por la liberación del pueblo saharaui.