Los hechos son tozudos, y demuestran que cuando la Iglesia es fiel a sus principios los frutos son infinitos.
En medio de la persecución y de la marejada mediática, la vida física y espiritual de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos sigue su curso, al paso de Dios, con ritmo benedictino, «ora et labora».
Ante el ataque sistemático de la progresía internacional, que no descansará hasta derribar la cruz que preside la sierra madrileña, los benedictinos aumentan con la incorporación de nuevas vocaciones.