En nombre del laicismo en los espacios públicos, recientemente se le negó el acceso a una monja católica a una casa de retiro por no querer despojarse de su hábito religioso. La cobertura mediática del caso ha demostrado la hipocresía de una parte de la clase política que pretende poner en pie de igualdad al islam y al catolicismo.
El Padre Florent Belin, párroco de Notre-Dame de la Motte, dio a conocer este escándalo, que ha sido transmitido por varios medios de comunicación franceses desde el 19 de noviembre de 2019. «No creo que el velo de una religiosa pueda ser perjudicial, porque no representa una sumisión sino una consagración», escribió en su boletín parroquial.
Luego de que se diera a conocer el caso, se encontró una solución para que la religiosa pueda conservar su hábito. El alcalde de Vesoul, perteneciente al partido Republicanos (LR), intentó remediar la situación: «Fue una apreciación errónea por parte de mi equipo, debería haber pedido un análisis legal más detallado. Mea culpa», declaró Alain Chrétien, empleando deliberadamente una semántica completamente penitencial, con la mira puesta en las próximas elecciones municipales.
Si París bien valía una misa a juicio de Enrique IV, Vesoul merece un acto de contrición por parte de algún representante electo de la República.