Por MANUEL J. IBAÑEZ FERRIOL
Con el cambio climático que venimos padeciendo y que hemos provocado los hombres con nuestro poco cuidado del Medio Natural -legado por la Providencia de forma gratuita-, las temperaturas y las estaciones tradicionales, se han trastocado un tanto, pero la esencia de los días otoñales e invernales, sigue siendo la misma.
Cuando hace su aparición el frío, y las temperaturas comienzan a bajar, adecuándose más si cabe al momento estacional en el que nos encontramos, aparecen en nuestras calles y plazas, hombres y mujeres ofreciéndonos las deliciosas “castañas”, que tienen varias funciones: una la de servir de calefactor, cuando las introducimos en el bolsillo, y de alimento, cuando las ingerimos. Quizás, es la mejor imagen, que nos indicaba la llegada de los días pre-navideños.
Otra de las costumbres, relacionadas con los alimentos, es nuestra “calabaza”, que asada en horno de leña, resulta ser un manjar exquisito. También los ricos mazapanes, que toman forma de huesos de santos y figuras relacionadas con el mundo de los difuntos. Y quizás, nuestros “pastelitos de boniato”, propios por naturaleza, ya que es un rico postre, hecho por manos artesanas. Acompañado por la rica “mistela”, es un verdadero manjar.
Muy arraigado con las costumbres alimenticias, está el ir a los puestos que se ponían en los aledaños del Mercado Central de Valencia, con figuritas para montar el Belén. Las hay de todas las formas, colores, tamaños y sobre todo son una pequeña ganancia para las personas que las venden, con todo su cariño. También las construcciones propias del Nacimiento: portal, pozos, casas, el castillo de Herodes, los puentes, las plantas, con sus hermosas “palmeras”, el serrín, las montañas. Qué bonito hace montar el Belén en nuestros hogares.
Hace ya un tiempo, también resulta muy bonito, comprar las típicas plantas navideñas: el acebo, muérdago, la Flor de Pascua y si tenemos jardín o una gran maceta en nuestro balcón, resulta muy bonito plantar un abeto natural, que luego cuidaremos el resto del año con todo el cariño y primor. Para los interiores, debemos poner árboles artificiales, preservando así el medio ambiente.
La representación del Belén, es otra de las actividades de los días invernales. Los coros, ofrecen conciertos en parroquias y auditorios, escuchándose los deliciosos villancicos, interpretados por niños, jóvenes y adultos.
En otros tiempos, en la Catedral de Valencia, se representaba el “auto” de la Noche de Navidad, montándose una gran estructura, que se fue abandonando en el devenir de los siglos. También era costumbre, en las Catedrales del Mediterráneo, por influencia provenzal, representar el “Cant de la Sibil.la”, que dejaba a todos boquiabiertos. Llevamos ya unos años, que se vuelve a poner en escena, recuperándose una costumbre muy valenciana y mediterránea.
Son días para el recuerdo, la nostalgia “alegre”, el perdón, la concordia, la Paz, la quietud, el silencio “cómplice” ante la cuna del Niño Dios. Es el momento de compartir con los enfermos de los hospitales, los ancianos de las residencias y los que viven con nosotros en nuestras casas. Son días, para hacer que los niños, sean felices, dentro de las tragedias que los medios nos cuentan. Reunirse, celebrar, festejar, compartir, son las palabras más hermosas que debemos pronunciar, no solo éstos días, sino todo el año.
Que nuestra gran familia de lectores y colaboradores de REINO DE VALENCIA siga siendo signo de Concordia, de Paz, de alegría, de esperanza, de Fe. Seamos consecuentes con la festividad que celebramos, que parte de nuestra “alma” y de nuestro “corazón”. Felicidades a todos, y que sigamos unidos, sembrando lo más hermoso que poseemos: el Niño Dios.