Por Rafal Kulicki
La Unión de Lublín fue el evento más importante de la temprana historia moderna polaca. La unión fue la parte final de un largo proceso, basado en la unificación del Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania.
Polonia y Lituania tuvieron la misma dinastía desde 1386, cuando el Duque de Lituania Jagiello fue bautizado y coronado como Rey de Polonia, bajo el nombre de Wladyslaw IV. Después, sus descendientes gobernaron en ambos países (en la mayor parte de ese tiempo, Polonia y Lituania estuvieron en una unión personal). La integración de Lituania y Polonia así como la cristianización del primero tuvieron lugar al mismo tiempo. Antes de su integración con Polonia, se trataba del último Estado politeísta en Europa. Lituania se modernizó con la llamada «vía polaca», principalmente, adoptando las ideas e instituciones sociales y administrativas polacas.
El Tratado de Unión fue firmado el 1 de julio de 1569 en el castillo de Lublín, en presencia del Rey de Polonia y Gran Duque de Lituania Zygmunt August. Este convirtió Polonia y Lituania, oficialmente, en un solo Estado, con un solo monarca, sistema diplomático, parlamento (Sejm) y sistema monetario. Empero, ambas mantuvieron ejércitos separados, con distintos tipos de unidades (Cosacos en Polonia y Petryhorcy en Lituania), presupuestos independientes y posiciones honorarias en la administración. Lituania mantuvo también su lengua oficial -el ruteno, que está relacionado con el bielorruso moderno. El Estado que se creó se denominó originalmente República de las Dos Naciones, aunque habitualmente se le llamaba «mancomunidad».
La unión fue aceptada sin entusiasmo en Lituania, particularmente, por los influyentes aristócratas, que quisieron mantener su posición suprema en el país. Pero la determinación de Zygmunt August y la amenaza rusa fueron tan fuertes que los lituanos tuvieron que aceptarla. En Polonia, la aprobación de la Unión fue, más bien, muy alta, debido a que permitió a los polacos asentarse en tierras vacías del Ducado de Lituania e hizo a Polonia mucho más fuerte en materia de política exterior.
La Unión no fue solo un tratado legal que creó un nuevo Estado, sino también una parte final en un largo proceso de unificación cultural y civilizadora en Europa Central-Oriental. Polonia y Lituania fueron diferentes a Europa Occidental en varios aspectos importantes. En primer lugar, más del 10 por ciento de habitantes pertenecieron a la nobleza, con derechos civiles y políticos sustanciales, incluyendo la participación en las elecciones de las autoridades locales y del monarca.
Pero las diferencias entre la Mancomunidad y Europa Occidental fueron mucho más profundas. La Mancomunidad desarrolló una tolerancia tanto religiosa (basada en el respeto mutuo) como ante la diversidad de estilos de vida y de lenguas. Estas ideas difícilmente se conocían por entonces en Europa Occidental. Hubo incluso diferencias estéticas, ya que la cultura única de la Mancomunidad fue el sarmatismo (estilo barroco polaco), cuya característica más visible fueron las equipaciones inspiradas por los estilos ruso y persa, desconocidos en otros países.
Así pues, la Unión de Lublín fue un punto clave en un largo proceso de integración de las ideas occidentales y orientales en una nueva cualidad que ahora es la civilización centroeuropea. Esta no solo creó un nuevo poder político europeo, sino oportunidades de desarrollo de nuevas cualidades culturales y civilizadoras.