Por Alberto Gil Ibáñez. Esta entrada se publicó por primera vez en el Español
El separatismo necesita desesperadamente, para legitimar sus pretensiones, construir un relato atrayente y luminoso de la Historia de Cataluña que se contraponga a la consabida leyenda negra española, corregida y aumentada. Pero la pretendida leyenda áurea del separatismo se fundamenta en numerosas fake-stories.
1.- Cataluña: una nación independiente y anterior a España.
Durante el dominio árabe, el norte de la actual Cataluña pasó a depender de los reyes carolingios bajo el nombre de ¡Marca Hispánica! La Cataluña independiente (un conjunto de condados dominados por el de Barcelona) duró apenas 36 años.
El Reino de Aragón abarcaría Valencia, las Mallorcas, Barcelona, Sicilia, Cerdeña, Nápoles, el Rosellón y la Cerdaña. Su capital fue Zaragoza y Valencia, no Barcelona. La propaganda separatista ha intentado cambiar la denominación “Corona de Aragón” por “Corona catalano-aragonesa”, pero se trata de una invención sesgada introducida por el catalanismo en 1869.
2.- El imperio mediterráneo fue ‘sólo’ catalán y bueno, y el imperio americano sólo castellano y malo.
Falso. En 1492 la dinastía trastámara dominaba España sin hacer distingos, y de hecho fue bajo mandato de Isabel y Fernando cuando las posesiones mediterráneas se mantuvieron y extendieron gracias al Gran Capitán y a los soldados procedentes de toda España. La leyenda negra nace en Italia, no en América, debido precisamente a la mala fama de los catalanes en esas tierras, aunque también se trataran de exageraciones.
3.- El curioso ‘olvido’ de la rebelión de 1640-1652.
Se trata de un suceso mucho más importante que la Diada, pero todo se tradujo en pasar… a depender del rey francés, mucho más centralista. La rebelión se produjo por la resistencia a un reparto más justo de la aportación al ejército español, si bien luego pagaron a Francia mucho más, fondos que serían utilizados para conquistar el Rosellón, Vallespir, Conflent, Capcir, La Cerdaña, Artois, Luxemburgo y diversas plazas en Flandes, que ya nunca volverían a ser españoles ni catalanes.
Mientras, los segadors, que dan nombre al Himno catalán, se lamentaban de los abusos de la oligarquía catalana. Cuando Felipe IV entra en Barcelona en 1652 será recibido por masas empobrecidas al grito de “Viva la santa fe católica y el rey de España y muera el mal gobierno”. Pau Claris murió arrepentido de su acción, tras haber proclamado al centralista Luis XIII conde de Barcelona. Otro héroe falsificado.
4.- 1714: una invasión española destruye la soberanía catalana.
Falso. La Guerra de Sucesión (que no de “Secesión”) española (1702-1713) contó con partidarios de ambos reyes (el borbón y el austríaco) a lo largo de todo el territorio español. En 1701 Cataluña había recibido a Felipe de Anjou con grandes muestras de adhesión y en 1705 las Cortes catalanas le prometieron fidelidad a cambio del mantenimiento de varios privilegios.
Luego cambiaron de caballo porque “supuestamente” Carlos les ofrecía más. La culpa por tanto fue suya, aunque Cataluña nunca creció tanto económica y demográficamente que con los Decretos de Nueva Planta. Por cierto, Rafael Casanovas nunca fue separatista y vivió tranquilamente bajo Felipe V, recibiendo pensión del gobierno. Otro héroe falsificado.
5.- Las demandas nacionalistas han sido permanentemente olvidadas.
Falso. Durante los siglos XVIII y XIX el nacionalismo estuvo desaparecido. En la batalla del tambor del Bruc, los catalanes se levantaron contra la invasión napoleónica. ¿Defendían la singularidad catalana? Defendían a España entera uniéndose a la revuelta que había prendido en Madrid. En la Constitución de Cádiz, de los diecisiete diputados catalanes solo Josep Rius defendió los fueros y de forma bastante moderada.
En 1859 voluntarios catalanes participaron en la guerra contra Marruecos, bajo las órdenes del general Prim, aclamando al «bravo O’Donnell, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios». En la I República, Cataluña no reclamó para sí un trato singular o diferente al del resto de regiones españolas en la nueva Federación. De hecho, dos de los presidentes de la I Republica fueron catalanes (Figueras y Pi i Margall).
El nacionalismo solo resurgirá a partir de 1898. La burguesía catalana sintió como propia la pérdida de Cuba y Filipinas pues eran en realidad colonias comerciales suyas. De esta época surge la bandera de la “futura” Cataluña independiente (la estelada), creada por Albert Ballester en 1908, reconociendo así que la senyera (que coincide con la aragonesa) no representaba a ninguna nación histórica y soberana.
6.- Una España franquista versus una Cataluña democrática.
Falso. Las Cortes de León (1188) fueron el primer parlamento de la Europa continental, de donde tomarían otros su nombre, incluido el catalán (“les Corts”). La Constitución de 1978 es una de las más protectoras de los derechos humanos. Somos una de las 20 naciones más democráticas del mundo. En el año 2017 recibimos 6 condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos frente a las 10 de Suiza, 12 de Francia, 16 de Alemania o 31 de Italia.
La Lliga Regionalista promovió y organizó en septiembre 1923 la primera dictadura militar de España encabezada por Primo de Rivera. Fue el nacionalismo el primero en traicionar la legalidad republicana (1934). Incluso tras aprobar el Frente Popular el decreto-ley de amnistía para los rebeldes y la restauración de la autonomía, el nacionalismo continuó traicionándola.
Companys, otro héroe separatista redecorado, persiguió a los catalanes católicos y fue responsable de más de 8.000 ejecuciones, mientras Cataluña haría la guerra por su cuenta exasperando a Azaña y Negrín. ¿Aviso a navegantes?
El nacionalismo catalán siempre tuvo una base supremacista que le llevó a conectar con el fascismo y el nazismo, algo que hoy continúa bajo una presión constante hacia los ciudadanos que no son separatistas: las víctimas del proceso. Los hermanos Badia, líderes del fascismo catalán, son hoy idolatrados, tanto por el presidente Quim Torra como por Oriol Junqueras, mientras el número de personas forzadas a abandonar Cataluña supera ya al número de exiliados tras la Guerra Civil. Para el nacionalismo la democracia (e.g. derecho a decidir) siempre ha sido un mero instrumento, no un fin.
7.- El español: una lengua “extranjera” en Cataluña.
Falso. El español siempre se ha hablado en Cataluña. Lo que ha variado, en función de la época, es cuál de las dos lenguas predominaba entre las élites o las clases populares. Todas las naciones a partir del siglo XVII apostaron por un idioma común, como único modo de construir un Estado moderno y competir económicamente, y tanto el valenciano Gregorio Mayans como el catalán Josep Pau Ballot y Torres así lo reconocieron. Esta visión fue compartida por todos, al menos hasta mediados del siglo XIX, e incluso del XX: véase el art. 50 de la Constitución de 1931, fruto de una enmienda firmada por diputados vascos y catalanes, incluido Companys.
Si los reyes españoles hubieran perseguido realmente el catalán (y tuvieron siglos para hacerlo) éste probablemente habría desaparecido. Basta mirar a lo que ha ocurrido en la Cataluña francesa.
8.- Los catalanes: una raza diferente.
Falso. Oriol Junqueras en un artículo del diario Avui (2008) sostenía todavía esta tesis. Estudios de genética de poblaciones muestran que España es un país bastante homogéneo. Hay menos diferencia genética entre un vasco o catalán y un andaluz, que entre éste y un marroquí. La genética hermana a un 85% de los vascos con un 66% de los manchegos, a la mayoría de los habitantes del litoral catalán y los manchegos, o a los vascos y mallorquines.
9.- “España nos roba”.
Todo lo contrario. Los catalanes Josep Borrell y Joan Llorach (Las cuentas y los cuentos de la independencia) han demostrado la falsedad del discurso económico nacionalista. La política de conceder privilegios a la burguesía catalana se hizo estructural por parte de los gobiernos de Madrid, incluso durante el franquismo.
A finales del siglo XX, la renta por habitante de Cataluña era un 21,8% superior a la media española, mientras la del Languedoc-Rousillon, Provence-Alpes-Côte d’Azur y Córcega…, resultaba bastante inferior.
Si Cataluña y el País Vasco fueran regiones pobres, con todas las demás características de singularidad intactas, no reclamarían la autonomía fiscal. Es Castilla quien ha soportado históricamente el mayor peso fiscal del funcionamiento del Imperio y sus reyes hasta quedar exhausta.
En resumen, existen muchos motivos para luchar contra el separatismo, pero uno no menor es honrar una narración verídica del pasado. Si así se hiciera se llegaría a una sencilla conclusión: el separatismo ha sido un problema para la prosperidad de Cataluña; su integración en España, la solución.
*** Alberto Gil Ibáñez es escritor y ensayista, autor de ‘La leyenda negra: Historia del odio a España’ (Almuzara, 2018).