Los españoles nunca deberíamos olvidarnos de uno de los peores presidentes del gobierno que hemos tenido, José Luis Rodríguez Zapatero; una persona a la que hemos sufrido y padecido durante casi dos mandatos completos, hasta que como consecuencia de su mala cabeza, nefastas estrategias y el habernos dejado sumidos en una de las peores crisis económicas de la era moderna, le mandaron a León a contar nubes, según afirmó personalmente al perder las elecciones y verse obligado a dejar todos sus cargos.
Otras dos mentiras más a incluir en su largo listado personal, ya que ni se fue a León, de donde vino un día, ni ha dedicado un solo minuto a contar nubes, sino a vivir del cuento en el Consejo de Estado, a otro tipo de «desmanes» allende los mares y a dejar muy pocos amigos de verdad por aquellos lares; pero eso es harina de otro costal que dejaremos aparcado para otro día más apropiado.
ZP, mote por el que se le conocía y que a él hasta le gustaba usarlo en las campañas electorales, fue una persona muy famosa por sus dislates, fanfarronadas, despechos, burlas y muy mala cabeza. Lleno de dicotomías en sí mismo y en sus pensamientos profundos o en voz alta y famoso por muchas frases y hechos muy suyos, casi ninguno bueno; de los que, aparte de lo ya mencionado, quisiera resaltar cinco de entre los mas memorables por atroces y reprochables: su incapacidad de definir el concepto (discutido y discutible) de nación; haber traído de nuevo a colación la sui generis definición de “nación de naciones”[1] aún por cumplir concretamente; forzar un nuevo y nefasto Estatuto catalán, la aplicación del famoso Plan E y el parto sin anestesia de la Ley de Memoria Histórica.
Ley, de la que una vez defenestrado el autor; su sucesor en el cargo, Mariano Rajoy Rey, el hombre con más complejos y lleno de miedos que he sufrido en mi vida, sabiendo desde su parto -al que asistió en cobarde silencio- que era un bodrio, tremendamente injusta por parcial y revanchista y aun teniendo mayoría absoluta, no la derogó ni tocó una línea o coma, no fuera a ser que por ello le llamaran facha o cosas peores.
Pues bien; dicha Ley, moldeable como muchas, bien fácil de estirar y transformar según le interese al ejecutivo y también de concatenar esfuerzos y apoyos entre las bancadas del Poder Legislativo (Parlamento), por aquello de no ser marcados como herederos del más rancio franquismo, ha sido el más precioso y preciado juguete en manos de nuestro actual presidente, el ínclito y nefasto Pedro Sánchez y de su gabinete de «estrellas estrelladas».
Reiterada y torticeramente manoseada para cambiarla y adaptarla cuántas veces ha sido precisa para, entre otras lindezas: sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos; enterrarle donde el gobierno ha querido; cambiar cientos de nombres de calles, plazas y parques en toda España porque sus anteriores denominaciones -aunque no fuera cierto, según la verdadera historia – sonaban a personajes cercanos a Franco durante la guerra civil y los años de la postguerra; derribar monumentos, estatuas y placas relativas a personajes y hechos de la época; menospreciar a las víctimas del bando de las derechas; ensalzar y encumbrar las de las izquierdas; reabrir viejas o ya casi inexistentes heridas; dividir aún más a los españoles; recuperar y ensalzar nuevos-viejos rencores y no desenterrar a ninguno de todos aquellos restos que se asegura aún yacen en las cunetas y cuyo número debe ser tan grande que -según la mayor mentirosa e iletrada de la historia reciente, nuestra vicepresidenta Calvo- otorgan a España el tenebroso título de ser “el segundo país con más desaparecidos del mundo” obviando por tal afirmación, a muchos países que por derecho propio nos preceden en tan macabro listado y, por ello, la susodicha señora ha sido objeto de continua mofa estos días. Qué sabrá ella de historia y de realidades con afirmaciones tan poco fundadas y nada cabales.
Es una Ley, que machaconamente, durante meses y meses, todos los medios, tertulias y diarios adeptos y apesebrados del gobierno nos han repetido a diario como aquel que sabiendo que miente o lo que dice no está muy claro, precisa ser repetido muchas veces para crear el poso necesario a fin de aunar las mentes proclives al tema y abrir aquellas que no viéndolo asi, de tanto encontrarlo repetido, lo tomarán como algo preciso y necesario.
Debo reconocer, que dicha campaña de agitación y propaganda, conocida desde hace muchos años como AGITPROP y muy propia de los más puros regímenes totalitarios de corte comunista o nazi, ha vuelto a dar sus buenos frutos en España en esta ocasión. Tanto es así, que todavía seguimos dando vueltas y más vueltas al tema de la Ley de la Memoria y al desenterramiento de Franco (24 de octubre), aunque no sirviera para más que estorbar a la familia y movilizar a unos cuantos nostálgicos frente al Valle o en el cementerio de Mingorrubio. Mientras tanto, solo muy pocos fueron conscientes de una Resolución del Parlamento europeo que, algo más de un mes antes, se aprobó y que supone un gran avance para la Memoria Histórica y colectiva de los europeos.
Escondida y oculta por todos los medios oficiales y poco o nada mencionada por algunos de los llamados libres o los pocos de derechas y de escasa influencia, el 19 del pasado mes de septiembre, el mencionado Parlamento aprobó una Resolución sobre la importancia de la Memoria Histórica europea para el futuro de Europa (2019/2819(RSP))[2].
Resolución que animo a conocerla por su corta y fácil lectura; así como, por su trascendencia y por lo que puede suponer para todos los Estados miembros de la Unión, incluido España, por atacar directamente a la exaltación, culto y expansión de los totalitarismos, con especial mención al Nazismo y al Comunismo, sus símbolos, ideas y personajes históricos. Documento que además, entre otras peticiones y decisiones, solicita específicamente a los países de la UE que adopten medidas para suprimir monumentos y nombres de calles, plazas y jardines que exalten o recuerden a principales actores de aquellas «hazañas» y se prohíba rendir culto a los que tuvieron algo que ver en su implantación y expansión.
Así, se puede afirmar sin temor a exagerar que en España, si se ha puesto mucho énfasis, empeño y tesón en imponer, transformar y hacer cumplir “nuestra” Ley de Memoria Histórica -aunque contrariamente a lo que aparentaba pretender, ataca con saña al franquismo y a toda su aureola fascista atribuida-; mientras, por otro lado, se obvia el reconocimiento europeo y las pretendidas medidas contra los abusos de la otra parte de claro corte nacional socialista y comunista.
Pero, ahora, al conocer la mencionada Resolución, me asalta una gran duda, aunque mucho me temo su respuesta. Siendo consciente de que, precisamente, las Resoluciones del Parlamento Europeo no son leyes internacionales de obligado cumplimiento, sino recomendaciones para el buen gobierno y la mejora de las relaciones en la UE; si consideramos, en su día, totalmente necesaria nuestra Ley por los abusos y aberraciones de la parte denunciada, imagino que para aquellos que tanto creen en la Ley y en el respaldo internacional a sus decisiones, será igual y exactamente necesaria la transformación y puesta en práctica -sin dilación y con ilusión- de la susodicha Resolución que pone un coto similar al Comunismo junto al nazismo y por ello, nos metamos pronto en faena para que nuestras calles, parques y plazas queden libres de nombres y hechos que separan y ofenden y, al mismo tiempo, se deje de rendir culto a los símbolos y actores, que de forma voluntaria y premeditada, obviamos o no quisimos incluir en nuestra manoseada legislación.
Ya veremos si ahora, el gobierno y sus facilitadores ponen tanto empeño en que esto tan simple que expongo, se haga realidad y que los tribunales, quienes tan raudos se prestaron al apoyo e interpretación legal positiva de Ley española, no pongan reparos a su desarrollo para dar cumplimiento y aplicación de la nueva Resolución europea cuando cualquiera, en función de ella, solicite su amparo en reclamación de la aplicación de un trascendente acuerdo internacional.
Otra duda que me asalta y entristece aún más, es que, a pesar de que estamos en plena campaña electoral, no he visto a ningún partido de Centro ni de Derechas, esgrimir ni mencionar esta norma, incluir el desarrollo de la misma en su programa o pedir al gobierno acción inmediata en dicho sentido. La dejación de responsabilidades, tras tanto tiempo de cobardes silencios frente a manifiestos desequilibrios y mirando para otro lado no es algo sin importancia. Mucho me temo, que a la vista de lo que ha ocurrido la semana pasada en el Ayuntamiento de Madrid con implicación de todos los partidos, mis dos grandes dudas quedan ya contestadas[3].
En cualquier caso, podría haber una fácil solución al problema y sin tener que darle muchas vueltas al tema, ni tener que publicar una nueva Ley al respecto con las engorrosas discusiones, el papeleo y los necesarios acuerdos que ello conlleva. Simplemente, analizando seriamente y con buena voluntad la existente Ley de Memoria en España, sus motivos, contenido y principios nos bastaría para descubrir que, al leer con detenimiento las conclusiones de la Comisión Constitucional del Congreso de 20 de noviembre de 2002, citadas en la Exposición de Motivos, encontramos que aquellas hacen referencia explícita a la deslegitimación de los regímenes totalitarios contrarios a la libertad; de entre los que hoy en día, ya nadie puede tener ninguna duda y mucho menos tras la mencionada Resolución de la UE, que tanto el Comunismo como el Nazismo son paradigma.
Por tanto, es bien fácil deducir, que gracias al contenido, forma y fondo literal de la citada Exposición, transcrita a continuación, es posible poner en relación directa el encaje de la decisión plasmada en Resolución del Parlamento europeo con nuestra Ley de Memoria Histórica. Con ello, dicha Ley podría ser fácilmente instrumentalizada, sin necesidad de cambio alguno en su motivación oficial, para poder incluir en la misma, y sin problemas insalvables, los aspectos totalitarios referidos en la varias veces citada Resolución.
“Por ello mismo, esta Ley atiende a lo manifestado por la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados que el 20 de noviembre de 2002 aprobó por unanimidad una Proposición no de Ley en la que el órgano de representación de la ciudadanía reiteraba que «nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y dignidad de todos los ciudadanos, lo que merece la condena y repulsa de nuestra sociedad democrática»”.
Llegado a este punto y momento, tengo la sensación de que el desarrollo, aplicación y hasta el propio cumplimiento de las Leyes y normas nacionales e internacionales -en algunos casos- pueden llegar a convertirse un arma de doble filo. De tanto afinar y tratar de dejar el tema bien atado y sin fisuras, pueden convertirse en algo contrario a las ideas o intereses primigenios y ocultos de los propios legisladores que las propugnaron al contraponerse o ser forzadas a su aplicación, por la propia Ley, originalmente, tan depurada y garantista u otras de igual o superior rango. Este podría ser el caso.
[1] El concepto “nación de naciones” fue empleado por el ponente socialista Gregorio Peces-Barba durante el debate constitucional e implica que la diversidad territorial española tiene una profundidad superior a la de otros países europeos. El término fue acuñado en el exilio mexicano por el intelectual castellano Anselmo carretero, un socialista federalista autor de varias obras al respecto. https://www.lavanguardia.com/politica/20170422/421938566642/enfoque-pedro-sanchez-nacion-de-naciones-catalunya.html
[2] https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/TA-9-2019-0021_ES.html
[3] https://okdiario.com/espana/psoe-rechaza-que-nieguen-subvenciones-espacios-publicos-quienes-ensalcen-comunismo-4760693