¿Qué valor tiene la comunicación en la vida de la persona? ¿Podemos vivir sin la comunicación? ¿Existe una relación entre la palabra, pensamiento, persona y libertad? El lenguaje humano es la expresión de la totalidad de la persona. Es una propiedad primaria, fundamentalmente del hombre, y es entre otras, una propiedad que caracteriza netamente de los otros seres de este mundo, viviente y no viviente. También los animales están dotados de una forma elemental de lenguaje, aunque les sirve sólo como instrumento de supervivencia, indicando a los animales de la misma especie situación de vital importancia, como la presencia de los alimentos, de peligros, etc. El hombre en cambio, utiliza el lenguaje para diferentes fines y de los modos más variados. Por ejemplo, como instrumento de expresión de sí mismo, de los propios sentimientos, deseos, ideas, para comunicarse con los otros, para describir las cosas, para preguntar, educar, rezar, cantar, como instrumento de lucha, de propaganda, de diversión, de engaño, etc.
Con la palabra, podemos medir e interpretar la verdad de la información, y bajo el discurso de lo comunicado podemos llegar a conjurar y cristalizar el corpus del universo lenguájico. La mayor parte de los hombres atienden más a las palabras que a las cosas. El hombre no solamente es una síntesis de lo psíquico y lo corpóreo, que es una síntesis inconcebible cuando los dos términos no son unidos a un tercero. Este tercer término es la palabra, la que va unida a la revelación y a la condición del nombre, la que proyecta bajo su aparición y denominación la existencia de la comunicación humana. La palabra se expresa en la comunicación, la comunicación se expresa en la representación y en la explicación, pero no hay explicación que no se consuma en la comprensión (MEJÍA G., 2008).
En efecto, el hombre por su capacidad de la autociencia, de la autognosis, del pensamiento reflexivo y de comunicación crea signos para establecer relaciones múltiples, complejas y progresivas. Uno de esos signos y el más sofisticado es la palabra. El lenguaje es posible porque la persona, por su inteligencia y capacidad de razón, es capaz de conocer, explorar y dominar la realidad, realizar reflexión autoconsciente, relacionar reflejamente unas realidades con otras, desarrollar pensamiento superior y de crear símbolos con los cuales transmitir las realidades, incluso materiales que idealmente están en su mente. En este sentido, la palabra es el medio que nos permite estimular, desarrollar y fortalecer nuestras capacidades propiamente humanas, por las que nos diferenciamos, sustancialmente, de los otros seres del universo. Mediante la palabra formamos los conceptos o la representación abstractiva de nuestras experiencias e informaciones sensoriales y perceptivas para nombrar la realidad y crear las condiciones ambientales para desarrollarnos como personas.
La experiencia nos demuestra que el mundo es inteligible y el hombre es inteligente y es por eso que somos capaces de elaborar conceptos universales desde las experiencias cotidianas. La palabra otorga al hombre la capacidad única de desvelar, implicar, transformar y comprometerse ante sí mismo y en sus relaciones interhumanas. Con la palabra formamos el pensamiento, con el pensamiento el raciocinio y mediante la razón creamos la cultura que es nuestra segunda naturaleza. Entonces, si nos interesa como sociedad un comportamiento social responsable, no nos queda otra alternativa que aumentar la calidad de nuestro pensamiento y para ello es indispensable el dominio y la creación de las palabras; porque existe la proporcionalidad entre la calidad del pensamiento y la calidad de vida. Ellas son las que desarrollan la inteligencia y el uso de la inteligencia es la base para el actuar libre, responsable y autónomo. El verdadero progreso humano está basado en una educación de alta calidad, en una educación para pensar, crear, producir, adorar, amar y trabajar mejor. En tal sentido, la cultura es la proyección espiritual del hombre en su entorno y la palabra es nuestro medio más sofisticado de comunicación, de pensamiento y de vida en alianza en una civilización inspirada en grandes valores universales como el amor, respeto y la amistad. La palabra es una condición imprescindible para el desarrollo del pensamiento, el conocimiento, la cultura y la libertad humana. Es una capacidad sorprendente y exclusiva del hombre que tiene poder, que es creativa y que tiende a producir aquello que significa.
Por Teófilo Aquino.