“El Gobierno nace contra la voluntad de su principal muñidor, incapaz de explicar por qué es bueno para España lo que, según su propio criterio, era malo hace unas pocas semanas.”
(Luis Herrero en Libertad Digital)
El gobierno de España está genuflexo ante el separatismo, o los separatismos, que como la mala hierba van proliferando, desde los incipientes que defienden su derecho a independizarse −pero que no tienen escrúpulo en anexionar (sin consulta, claro) a provincias vecinas−, hasta el separatismo radical y violento, que imitando al nazismo pretende construir un nuevo anschluss. Los republicanos no han renunciado a ninguna de sus pretensiones originales. Ni a la mesa de gobiernos, ni al debate sobre el derecho de autodeterminación, ni a la amnistía de los presos del procés, ni al referéndum en Cataluña.
El candidato Sánchez había insistido durante la campaña electoral en una idea que ahora molesta: “El problema de Cataluña no es de independencia sino de convivencia”. El PSOE borra de su argumentario el problema de convivencia en Cataluña y acepta sin problemas el eufemístico concepto de “conflicto político”. La investidura de Sánchez bien vale una rectificación semántica; al fin y al cabo él, tan dado a confundirse con la monarquía no tiene empacho en emular a Enrique IV de Francia (París bien vale una Misa).
De modo que las tres grandes promesas electorales de Sánchez: el compromiso de acabar con el adoctrinamiento en las aulas, con la maquinaria propagandística y adoctrinadora de TV3 y con la desunión política territorial, han sido prostituidas por un puñado de votos. Sobre la ley para penalizar los referéndums ilegales, al igual que Zapatero afirmaba que “la Nación es un concepto discutido y discutible “, Sánchez dice que “La ley es un concepto discutido y discutible. ¿Qué significa exactamente «dejar atrás la judicialización de la política«? ¿Acaso que el incumplimiento de la ley dejará de ser un baldón para los sediciosos? ¿Que se abre a partir de ahora un espacio de impunidad para quienes le sostengan en la cabecera del banco azul? ¿Que los jueces se tentarán la toga antes de perseguir a los delincuentes que gocen de la protección del partido socialista?”[1]
Protestamos en su día por la iniquidad de Rodríguez Zapatero pero ante el desafuero
de Sánchez nos quedamos sin palabras. Está dispuesto a nombrar vicepresidente del gobierno de España y a varios ministros reclamados oficialmente a la Fiscalía por el ministro del Interior de Bolivia por el grave incidente que protagonizaron ante la embajada de México. Se pide textualmente que se investigue a los fundadores de Podemos Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, al expresidente Rodríguez Zapatero y al exjuez Baltasar Garzón por sus vínculos con Evo Morales, porque, al parecer, determinados cargos del gobierno de Evo Morales relacionados con el narcotráfico, tenían a su vez relaciones con aquéllos, los cuales recibían dinero parece ser que para la propagación de iniciativas políticas de extrema izquierda.
Con estos personajes nos vemos expuestos con un gobierno ante un sombrío panorama político, desconociendo si todo ello deriva de la perversidad propia del individuo o viene inducida por esa fraternidad que ya, desde Zapatero, ha demostrado su interés en fragmentar España. Puede también que sea por ignorancia, pero nunca que lo sea por ingenuidad. Por ello recordamos a Pedro Sánchez que cuando el PSOE se asoció en enero de 1936 con el partido comunista, éste acabó dominando y fagocitando al partido socialista, aunque eso sí, si de nuevo el objetivo principal es hundir a España, puede que, dada la división de la sociedad que hasta las Cortes reflejan, lo van a conseguir.
Me inquieta el futuro, dice el Padre don Jorge González Guadalix en InfoCatólica, preocupado por la formación de un gobierno de coalición socialistas – comunistas, apoyados por lo mejor de cada casa: independentismo radical y terrorismo etarra. Y desgrana los puntos por los que se siente inquieto:
Han decidido que España pase de estado aconfesional a estado laico, es decir, que lo religioso quedará proscrito de la vida social.
Consecuencias:
* ¿Volveremos a donde quieren, la II República, que prohibió hasta las procesiones de Semana Santa? ¿Nos quitarán la libertad de llevar sobre nosotros cruces o medallas?
*La clase de religión desaparecerá en la práctica, porque pasa a ser una asignatura con una hora semanal, sin alternativa y sin nota.
*Están dispuestos a imponer una nueva desamortización consistente en la reversión de lo escriturado e inmatriculado en los últimos años, lo que viene a ser una expropiación al modo chavista.
*La vida humana está más en peligro que nunca, con blindaje para todos aquellos factores que ha venido imponiendo en todo el mundo y con gran éxito, la masonería:
*blindaje aún mayor para el aborto
*puesta en marcha con gran entusiasmo de la eutanasia.
*se prohíbe, aún al interesado, seguir un tratamiento para reconversión sexual a los LGTBI, con penalización de las posibles terapias.
*crearán el “ministerio de la verdad” que nos van a obligar a creer desde el gobierno lo que debemos pensar, que siempre será lo que a ellos beneficie.
*En cuanto a la enseñanza, niegan la libertad de los padres al vetar cualquier tipo de ayuda a los colegios que practiquen la separación por sexos, ya dijo la ministra que eso de la libertad de los padres de elegir el tipo de enseñanza para sus hijos no está contemplado en la Constitución. Claro que tampoco contempla la educación sexual obligatoria y la quieren imponer.
*Referente a las relaciones con la Iglesia, dada su falta de empatía con ella, no van a denunciar los acuerdos Iglesia-estado. No hace falta, buena gana de complicarnos las cosas. Se hará lo que les parezca oportuno y ya encontrarán tribunales, elegidos por ellos mismos, que les den la razón.
Es el fin de la división de poderes que ya anunció Alfonso Guerra y que ahora culminan con el yo legislo, yo ejecuto y yo digo a los jueces lo que han de hacer y decir. ¿Esto es democracia? Todo para transformar la sociedad hasta llegar a ser como la de Corea del Norte, un régimen de lavado de cerebro de tales proporciones que el pueblo no tiene ni conciencia siquiera de ser pobre o estar oprimido, etc… Son como robots dirigidos a obedecer sin rechistar, a glorificar al líder del país que se perpetuará en el poder y a odiar y vilipendiar al exterior capitalista. Los ciudadanos están programados para actuar así y lo realizan. Lo estamos viendo. En España se están cumpliendo las profecías de la novela ‘Lord of the World’ (1907) del padre Roberto Hugo Benson, novela que describe la sociedad del siglo XXI.
La situación es tan preocupante que hasta el cardenal arzobispo de Valencia advierte del «futuro incierto» del país y pide que en todas las iglesias se eleven oraciones por España mientras «no se aclare ese futuro incierto» del país, que a su juicio se encuentra en «una situación crítica» y «de verdadera emergencia». El Cardenal Cañizares se ha expresado en estos términos en una carta abierta a toda la diócesis de Valencia, coincidiendo con el debate de investidura del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como candidato a la Presidencia del Gobierno.
El arzobispo comienza su misiva con la advertencia de una situación «crítica» y de «verdadera emergencia» en España «de cara a su futuro». «Muchísimo va a depender de lo que suceda estos días. Lo que digo no es ni retórica ni dramatismo estéril. Es así y no hay que darle vuelta», señala, antes de insistir en que es una «hora crucial y de emergencia». A continuación, explica que la semana pasada habló «con un señor muy importante de España, de gran sabiduría, lucidez y experiencia», al que Cañizares le preguntó qué deben hacer los cristianos y «qué cabe aconsejar a la Iglesia en los momentos que vivimos en este año que acabamos de comenzar».
Al parecer, «este señor muy importante de España» respondió que «sea Iglesia» y «anuncie y testimonie a Jesucristo, en obras y palabras», a fin de «construir un mundo nuevo con hombres y mujeres nuevos, con mentalidad nueva, una España nueva, que esto cambiará el mundo» y a España. En este sentido, el arzobispo defiende que harían «muy bien todos los cristianos valencianos» en «ahondar, reavivar y fortalecer el conocimiento de Dios». De igual forma, insta a los sacerdotes a «afianzar este conocimiento a través del estudio sosegado» para «predicar a Dios con palabras nuevas y vigorosas».
¿Palabras nuevas? Bueno, bien, pero lo de construir un mundo nuevo con hombres y mujeres nuevos, nos llena de confusión, porque nos recuerda en exceso el lenguaje de la secta empeñada en acabar con la Iglesia. Menos mal que termina invitando a orar afirmando que es el «mensaje más esencial, máxime en estos tiempos de secularización y de eclipse de Dios». «Es la oración la garantía de humanización de nuestro mundo, de nuestra España porque es la garantía de la recuperación de lo humano y del bien común que solo en Dios encuentra su fundamento y su verdad».
Tiempos recios nos ha tocado vivir, decía Santa Teresa, tan complicados, que el cardenal en su carta a la diócesis valenciana, ha instado a orar, afirmando que se pone «de rodillas ante todos» para pedir que a partir de este sábado y «en los días sucesivos mientras no se aclare el futuro incierto» del país, «en todas las iglesias se ore por España, que se eleven oraciones especiales por España».
Sí, no nos queda más remedio que la oración, el recogimiento y, sobre todas las cosas mantener la Esperanza y no desfallecer ante el doble problema que nos acucia porque está envenenando a los dirigentes españoles: el del escepticismo intelectual, según el cual la verdad no existe y depende de la simple perspectiva y punto de vista de cada uno; y el del relativismo moral, que determina lo que está bien y lo que está mal dependiendo de las preferencias subjetivas de cada cual, sin más límite que la propia libertad. (Por ejemplo: Se llega a admitir la fórmula “Prometo por mi conciencia y honor…, cuando se ha demostrado la falta de conciencia y la volatilidad del honor de quien la pronuncia). Ante la deriva española,
“¡No tengáis miedo!” decía Juan Pablo II. Escuchémosle. Resistiremos.
[1] Luis Herrero en Libertad Digital