Hay dos formas de gobernar una ciudad desde la alcaldía, o amándola hasta dejarle tu impronta y que te recuerden con cariño o destrozándola como está haciendo el alcalde con Valencia.
Cabría preguntarse quién tiene la culpa de que un sujeto cargado de soberbia, catalanista y rencoroso repita como alcalde cuando todo indica que sólo tiene un propósito, hundir a los valencianos en la miseria y llevarse la medalla de quien dirige los hilos desde hace ya demasiados años y que no descansa nunca, por no hablar de los casos de corrupción o “presunta” que rodean, en estos momentos, al déspota.
Mucho votante joven al que llevan adoctrinando en colegios y universidades desde ya hace más de cuarenta años, gente de botellón y conciertos con el cerebro derretido de comunismo a la que han convencido de que somos catalanes y que es cuestión de tiempo que los países catalanes sean una realidad. Sin amor a lo tuyo acabarás odiándolo y deseando ser parte de algo que te roba la identidad.
Y así llevamos tanto tiempo peleando con molinos de viento aquellos a los que no duele tanta indolencia y dejadez traiciones cometidas por quienes deben defender lo suyo de injerencias internas y externas y que sin embargo nos venden a la mínima por un plato de lentejas cargadas de pancatalanismo.
Son los lobos con piel de cordero que nos llevan al precipicio mientras cantan a pleno pulmón que sólo ellos pueden salvarnos. Hipocresía al más alto nivel y que hace que todo se tambalee y adquiera tintes de tragedia griega.
Valencia no tiene quien la defienda y sí quien la destruya poco a poco y sin piedad. En manos de miserables servidores a un amo insaciable y demoledor no nos queda otra que pelear a brazo partido por salvarla, da igual que seamos uno o mil, esta tierra que ha visto crecer a escritores, héroes, navegantes (si porque estudios recientes dados por buenos por historiadores catalanes, sitúan el nacimiento de Cristóbal Colón cerca de Játiva) no puede seguir así, basta ya gritamos los que la llevamos en el corazón y nos duele verla en manos de cobardes traidores.
A pesar de todo resistimos como podemos ante tanto canalla suelto y peleamos con todas las armas a nuestro alcance, esta lucha sin cuartel nos toca ganarla, Ribó está cargado de un veneno antidemocrático y sibilino que amenaza destruir aquello que algunos tanto amamos ¿Vamos a dejarlo, o seremos capaces de tirar por el retrete tanta sinrazón y despotismo? Contestar esto y hacerlo con la mente fría requiere amor y entrega a la maravillosa ciudad que nos vio nacer o que nos acogió, cada uno pues que obre en consecuencia.
Por Amparo Blay Alabarta