1- Al-Ándalus, el proceso de islamización y la posterior difícil asimilación cultural
Desde el siglo V visigodos e hispanorromanos habían gobernado la península ibérica. La casta visigoda tuvo en conocimiento lo que sucedía con la expansión del islam por todo el norte de África, incluso vivió en carne propia en el año 672 un intento de invasión en Algeciras que fue rechazado por las fuerzas del rey Wamba. No obstante, la inestabilidad política posterior a su muerte estaba a la orden del día. Esta crisis política fue aprovechada por las fuerzas islámicas para controlar la península ibérica. Tras un momento de crisis devenido de la muerte del rey Witizia tras haber dejado en el trono a su hijo contradiciendo la tradición goda, el reino se dividió y comenzó una guerra entre las facciones de la casta nobiliaria casi del alcance de una guerra civil. Una de las facciones pidió ayuda al jefe político y militar de Tánger, Muza, éste más tarde logró entrar por el peñón de Gibraltar y venciendo más tarde a las fuerzas hispano-visigodas en la Batalla de Guadalete.
A partir de ese momento el islam comenzará rápidamente a hacerse con el control de la península ibérica conquistando en poco tiempo las principales ciudades y puntos estratégicos. Esto fue el resultado de diversos factores como, la visión inicial del bando de Witiza sobre las fuerzas de África como aliadas, por otro lado, la desorganización en las fuerzas de quienes pudieron resistir y finalmente la capacidad de los líderes musulmanes para captar la nobleza goda y terrateniente ofreciéndole conservar sus dominios a cambio de impuestos y sumisión (Esparza, 2015, 87-88).
A pesar de los sucesivos levantamientos en el norte de España, y a pesar de la resistencia en algunas zonas donde se habían refugiado mayoritariamente cristianos, como el suceso de la Batalla de Covadonga, las fuerzas musulmanas lograron aplacar la mayoría de las revueltas, y no conformes, intentarían invadir el reino franco, siendo derrotados por Carlos Martel.
Desde entonces, el islam en la península miró hacia adentro e intentó hacerse fuerte desde allí. No obstante, todo el primer medio siglo de dominio musulmán estuvo plagado de revueltas y alzamientos armados, incluido los bereberes contra los líderes árabes. A partir de entonces y con la llegada de Abderramán al poder, se comenzó una organización del territorio que acabaría por destruir prácticamente toda institución y legado visigodo, cuyo hecho más representativo es la reutilización y modificación e la basílica de Córdoba, San Vicente para construir la mayor mezquita en territorio peninsular. (Calvo Capilla, 2007, pp. 161-162)
Abderraman sentaría las primeras bases para la labor islamizadora, creando todo un aparato judicial para aplicar la ley de la sharía y estableció un consejo coránico. Más tarde con sus sucesores se añadirían impuestos a los cristianos, como el jaray y la yizia. La eliminación de prácticamente todo rastro del cristianismo, especialmente con la destrucción de sus iglesias, monumentos, símbolos y figuras estuvo a la orden del día (Calvo Capilla, 2007, pp. 178-179), Sin mencionar que los cristianos, además de verse limitados en el culto, siempre estarían socialmente en un estrato inferior al musulmán.
Así se formaría Al-Andalus, territorio europeo bajo dominio del islam, que vivió ciertamente un apogeo cultural importante, impulsado también gracias a refugiados sabios que venían de Oriente huyendo de las persecuciones del Califato de Bagdad, que nutrieron al territorio andalusí con abundantes conocimientos provenientes de India, Persia, y también grecolatinos por la conocida labor de conserva que mantuvieron en Siria.
No obstante, no faltaron momentos de intolerancia a lo largo de su dominio, con casos destacados como el de Almanzor, con quema de libros, persecuciones y masacres en nombre del fundamentalismo religioso (Maíllo Salgado, 1984, 166-167). Aunque cabe añadir que seguramente fuera un pretexto ideal para llevar también a cabo otros objetivos políticos y económicos.
La difícil convivencia fue una constante en Al-Andalus, de hecho, ante las revueltas internas, e incluso durante la llegada de Almorávides y posteriormente de Almohades siempre se argumentó que la sociedad no estaba profundamente islamizada. Esto no sería distinto tampoco con los reinos cristianos, principalmente en Granada donde inicialmente no se realizó una expulsión y repoblación como en la mayoría de los sitios, sino que por el contrario se buscó la conversión y la evangelización de la población morisca.
La población era reticente a aceptar el cristianismo de manera completa. Hubo numerosos conflictos debido a estos temas, puesto que la población musulmana no aceptaba la imposición cultural negándose rotundamente a dejar sus prácticas usuales que iban desde la lengua, la vestimenta, las costumbres hasta la religión. En repetidas ocasiones había conflictos sociales y agitamientos que llamaban a riesgo de sublevación social. Esparza sostiene que “a lo largo del siglo VI, los moriscos conformaban una comunidad étnica singular, formalmente cristiana, pero de cultura musulmana y separada del resto del país” (Esparza, 2015, 266).
Uno de estos agitamientos ocurrió durante época de Carlos V, donde el monarca llegó a un acuerdo momentáneo a cambio de 80.000 ducados, con lo cual le otorgaba una moratoria por 40 años a la población musulmana y conversa para pudiera mantener sus usos y costumbres (Benítez Sánchez-Blanco, 2000).
En 1567, pasados ya los 40 años, durante el reinado de Felipe II se aprobó la Pragmática Sanción que venía negociándose desde tiempos de Carlos V. La población morisca sabía que iba a ser difícil acordar con el nuevo monarca para mantener su autonomía, y es por ello por lo que se sublevaron de forma muy organizada en 1568. Usualmente se lo retrata como una rebelión campesina, aunque distintos autores hacen una mirada geopolítica que implica a otros actores como intereses políticos y religiosos que conllevaban a una confrontación que se acrecentaba gradualmente entre los pobladores musulmanes y los nuevos colonos cristianos (Díaz Díaz, 2010, 69-71).
El fenómeno de los monfíes había existido desde la toma de Granada, pero cobró verdadera importancia diez años antes de la sublevación de 1568. Los monfíes eran bandoleros que se refugiaban en las montañas y que se dedicaban al bandolerismo y al asesinato contra cristianos, especialmente contra cristianos viejos. El aumento de las hostilidades sociales se hacía notar cada vez más entre poblaciones que defendían sus intereses y costumbres.
La rebelión, inicialmente, tuvo un éxito importante debido a la previa organización con la que se había ideado la sublevación. Se tomaron importantes plazas estratégicas aprovechando la situación indefensa de España al tener el grueso de sus tropas y sus mejores militares combatiendo en Flandes. Los sublevados tomaron como líder a Fernando de Córdoba y Valor, miembro de una familia musulmana que reclamaba el trono granadino, convirtiéndose, posteriormente, al cristianismo preservándosele los privilegios y dominios anteriores a la conquista cristiana. Iniciada la sublevación, se bautizó como Abén Humeya y fue coronado bajo el “Olivo del moro” como dictaba la tradición. En tan solo un año pasaron de 4.000 hombres a 25.000, lo que les dio la ventaja militar durante el comienzo del conflicto. Diego Hurtado de Mendoza escribía en su “Guerra de Granada”: “Comenzaron por el Alpujarra, río de Almería, Boloduí y otras partes a perseguir a los cristianos viajes, profanar y quemar las iglesias con el sacramento, martirizar religiosos cristianos, que, o por ser contrarios a su ley, o por haberlos doctrinado en la nuestra, o por haberlos ofendido, les eran odiosos […]”. (Esparza, 2015, 227)
Cuando estaban por recibir la ayuda que se estaba organizando desde Árgel, los espías de Felipe II descubrieron la operación musulmana que pretendía invadir la península, el cual movió de manera inmediata su flota a la región, frustrando así cualquier tipo de iniciativa de invasión. Este factor que se sumó a la derrota que sufrieron tas intentar tomar Berja, impactó psicológicamente en la sublevación, generando divisiones internas e incluso el asesinato de Abén Humeya a manos de su primo, quien continuaría la labor de éste. La sublevación finalmente sería aplastada en 1571, pero los problemas sociales continuarían.
La semilla de la conflictividad ya estaba echada, desde el fracaso de la sublevación de Granada, los musulmanes, aunque fueron derrotados, la sumisión por la fuerza no acaparó sus resentimientos de vivir en otra sociedad no-musulmana bajo otras normas. Esto se vio incrementado con el bandolerismo de los monfíes, que, aunque no presentaran ataques organizados contra objetivos político-religiosos puntuales como previo y durante la sublevación, incrementaron los ataques a la población cristiana, crispando más los ánimos en la localidad (Torremocha Silva, 2006, 291-292). La situación era tal que la difícil convivencia se mostraba en las relaciones sociales cotidianas, donde el desprecio de los moriscos por los usos y costumbres cristianas era muy claro, e igualmente por parte cristiana en su crítica a estas gentes, como demuestran distintos documentos de la época justificando poco más tarde su expulsión (Fanjul, 2003, 284-286).
2- Reflexiones sobre al-Ándalus y el islam en la España del siglo XXI
En la actualidad al-Ándalus forma parte del imaginario colectivo musulmán en todo el mundo, especialmente en el norteafricano y español. A menudo se menciona con fuerte nostalgia el pasado musulmán de la península ibérica, siempre con una sobre idealización sentimentalista más que crítica historiográfica. Esto se ve incrementado y reforzado mediante la creación del mito de al-Ándalus, de la convivencia de las tres culturas, el auge de las ciencias, de las leyes y la tolerancia frente a los cristianos bárbaros. Cabe aclarar que esto no es algo exclusivo de la comunidad musulmana, por el contrario, mayoritariamente es algo difundido por algunos sectores políticos con fines electorales.
A pesar de todo, la conflictividad social y la diferenciación surgida de distintas costumbres entre ambas culturas, son las mismas que se presentaban en el siglo XVI, por parte musulamana en la crítica permanente al pelo descubierto, vestimenta ligera, carne de cerdo, alcohol, etc. Por supuesto no podemos generalizar, pero las noticias y vivencias personales de muchos dan fe de que estos problemas son aún una norma a pesar de los esfuerzos y el dinero desde el Estado para fomentar la inclusión social. En la actualidad la población musulmana en España ronda los dos millones, mayoritariamente de procedencia marroquí. No se puede acusar a toda una población de lazos con el yihadismo en lo absoluto, pero sí que se puede analizar desde lo racional el bajo grado de inclusión que presenta este grupo minoritario en España. Los retos para la convivencia se hacen evidentes, especialmente en guetos y en zonas donde hay mayoría de musulmanes.
Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos dialécticos y económicos en inclusión, en lo general podríamos decir que es una sociedad que en gran parte se automargina por firmeza en conservar sus costumbres, por pactar matrimonios y por la rigurosidad de las normas de convivencia de sus hijos, lo que conlleva naturalmente a una difícil adaptación social. Si bien no se puede generalizar, es una realidad incomparable a otros grupos de inmigrantes que llevan incluso menos tiempo en un país como España y que presentan mayor grado de adaptación. No obstante, los distintos estudios realizados con encuestas muestran por lo general que las personas musulmanas están a gusto en España en más de un 75%, y tienen opiniones muy favorables respecto a la tolerancia y la cultura mayoritaria del país que los acoge (Ministerio del Interior, 2006), sin embargo, hay que matizar que las encuestas no suelen reflejar siempre la realidad puesto que en muchas ocasiones puede estar la opinión sesgada por miedo o temor al señalamiento. Un reflejo de esto podría observarse en otras encuestas realizadas a musulmanes en Marruecos, por ejemplo, la realizada por el Pew Research Center, donde los resultados enseñaron que un 45% de marroquíes tienen una opinión favorable de Bin Laden, un 60% del total de los encuestados consideraban justificables los atentados a Estados Unidos en Irak, un 73% es desfavorable a los cristianos y un 92% se declara antisemita (Klein, 2005, 160-161).
La manifestación del sentimiento por al-Ándalus son las constantes referencias por parte de imanes, líderes religiosos y personalidades de asociaciones culturales y diversas ONG. Mayoritariamente tomando el mito de al-Ándalus en tono unificador y progresista, pero otras pocas veces con un tono de reclamo y protesta con ciertos mensajes filo-extremistas, como sucede con el Movimiento Mundial Murabitún, radicado en España y con extensión a otros países de Europa (Pérez Ventura, 2012, 11-13). De hecho, la mención de al Ándalus en países musulmanes, sea en prensa o en comentarios de líderes religiosos es por lo general un símbolo de reclamación y añoranza a veces comparado con palestina, y por ende con un vocabulario muchas veces más radical del pronunciado en Europa.
En las mezquitas de Europa igualmente se puede observar en algunos casos de mensajes de este estilo, algunas de ellas fueron intervenidas en distintas ocasiones por las fuerzas de seguridad por realizarse una labor de radicalización islámica. Abundan las noticias con expulsiones de imanes en países como Francia, Bélgica, Alemania, Noruega, etc. Una realidad compartida por todo Europa occidental de la que España no escapa. Esto habla de un fenómeno que no es ni tan puntual o aislado, ni tan ajeno a lo que se podría imaginar. En el caso español, el Ministerio de Interior tiene marcada unas 150 mezquitas como puntos calientes del yihadismo (Fernández, 2015), en estas mezquitas se tiene constancia de captaciones y discursos a menudo radicalizados que son una enseña, minoritaria, pero enseña al fin, de una problemática que yace dentro del islam. Existe también una tendencia en la comunidad musulmana a trasladar un mensaje positivo a los no-creyentes en Mahoma sobre las ideas del islam contrarias al yihadismo para concienciar a las personas de que el islam y terrorismo no es lo mismo, y en efecto no lo son. Es una minoría la terrorista, no obstante, un número considerable de líderes religiosos a pesar de declararse contra la violencia y el terrorismo muchas veces dan lugar a la comprensión de los terroristas, o incluso a la justificación de los motivos por los que pudo llegar a generar la radicalización en las personas. A veces esto presenta una delgada línea muy delicada de tratar, puesto que el reclamo y la inconformidad es algo compartido por todas las religiones, y el derecho a la crítica debe tener lugar en el mundo.
3- Al-Ándalus como objetivo del yihadismo
España sufrió en 1985 su primer atentado yihadista, con un saldo de 18 muertos y más de 100 heridos, constituyéndose como uno de los atentados más fuertes sufridos en el país. Aunque poco esclarecido, el atentado sirvió como el primer registro del objetivo yihadista contra España (ABC, 2015).
No sería hasta 1994 que apareciera la primera referencia propagandística que apuntase directamente contra España. Osama Bin Laden había escrito una carta al jeque saudí Bin Baz “la traición a Palestina” donde hacía una referencia explícita a al-Ándalus, poniéndola en el mismo nivel que Palestina, como un territorio robado y usurpado por los enemigos del islam. A partir de este momento la retórica yihadista utilizaría permanentemente a al-Ándalus como símbolo de reclamo y de objetivo a recuperar. Inicialmente se vio con los discursos de al-Qaeda, pero más tarde otros grupos secundarían estas opiniones de al-Ándalus como tierra robada al islam que debe ser reconquistada.
Esta propaganda yihadista se daba a conocer, principalmente, mediante registros audiovisuales y escritos mediante internet. A pesar de que era objeto de consumo para los seguidores de al-Qaeda y de su círculo cercano y de simpatizantes, lo cierto es que tuvo inicialmente un alcance relevante en las comunidades musulmanas de Londres gracias al organismo “Comité para el Consejo y la Reforma” que aparentaba ser un grupo exiliado por disidencias con Arabia Saudí, pero que en realidad era también un órgano difusor, captador y propagandista de al-Qaeda (GESI, 2018).
La primera referencia proveniente de otro grupo yihadista de la que se tiene constancia, aunque de afiliación a al-Qaeda, fue la realizada por el grupo salafista “Por la predicación y el combate” de origen argelino, y que operaba en la región del Magreb islámico, abarcando numerosos países de la región en torno al Sahel. Esta primera referencia de este grupo se hizo en 2001, poco más tarde de la fundación de este grupo terrorista, en donde anunciaban la intención de la reunificación del Magreb, haciendo alusión a al Ándalus en un sentido idealista de lo que representó ese territorio para el islam.
Posteriormente a esto, y a raíz de la participación española en la guerra contra Irak, aparecieron más comunicados con referencias a España y al-Ándalus, particularmente de parte de organizaciones relacionadas con el conflicto en Irak. Llegado el año 2004 y tras los atentados del 11M, distintos comunicados se dieron por parte de al-Qaeda, por ejemplo, un portavoz de al-Qaeda en Europa dio un comunicado donde se atribuía el atentado contra España, algo que fue replicado por la organización en distintos medios de difusión, principalmente como internet, donde se alegraban del resultado del atentado. Sin dudas este sería uno de los años donde las referencia a España estarían más activas en todas las filiales de al-Qaeda en el mundo (GESI, 2018).
Desde 2004, desde los atentados y con el aumento de la difusión de internet, apareció una eclosión de mensajes yihadistas de distinta procedencia haciendo alusión a al-Ándalus y a España como enemigo, llamando a atacar, reconquistar, recordar el atentado del 11M, y a hacer memoria de lo que padecieron los musulmanes con la reconquista. Claramente estamos ante un objetivo claro de la yihad global que se expande y que continuamente se menciona por parte de yihadistas y simpatizantes. Importantes figuras como Bin Laden, Ayman Al Zawahiri, Abu Qutada, Mohamed Fazazi, etc. Donde en el caso de estos dos últimos, se autodefinieron como “brigadas de al-Ándalus (Reinares, 2007, pp.:3). La utilización del pasado musulmán de la península ibérica ha permeado en los grupos yihadistas y radicales de distintas redes norteafricanas, como es el caso del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate ya mencionado anteriormente. El perfil de los terroristas y yihadistas detenidos en España también se relaciona en una amplia mayoría con musulmanes procedentes y descendientes del norte de África, donde siempre hay alusión a al-Ándalus como tierra musulmana temporalmente ocupada por el infiel. Y cada tanto se encuentran noticias en distintos portales de grupos terroristas yihadistas y radicales que hablan de al-Ándalus como parte de “Dar al-islam” (tierra del islam). En estos territorios se incluye también a Ceuta y Melilla, que en más de una ocasión fueron mencionados como tierras ocupadas por España, por parte de al-Qaeda, así como de sus filiales y simpatizantes en el norte de África.
Este protagonismo igualmente fue pasando al bando del Estado Islámico, el que se hizo fuerte en muy poco tiempo en las regiones de Irak y Siria, y del que dispuso un gran arsenal propagandístico de vídeos, canciones, publicaciones en revistas en internet. Así fue como se dieron algunos conocidos casos como un comunicado de Abu Umar Al Bagdadi en el que indicaba que “la yihad en el camino de Allah es una obligación individual de todo musulmán hasta la caída de al-Ándalus y la liberación de todas las tierras musulmanas” (Álvarez-Ossorio, 2018). Posteriormente otros realizados por militantes poco conocidos como Abu Laiz Qurtubi y Abu Salman al Andalusi, amenazando a España con más muertes y una venganza por la inquisición. Estos últimos vídeos posiblemente podrían tener más un fin de captación que de llamado a la acción, en particular porque la pérdida del supuesto califato en Siria e Irak estaba muy cerca en aquel entonces.
Los casos de radicalización en algunos lugares de España, como Ceuta, Melilla, Barcelona o Madrid, también son los que más densidad poblacional islámica presentan. La población musulmana crece a un ritmo estrepitoso comparada a la de los españoles promedio, que, por el contrario, sufren un importante descenso en los índices de natalidad. Esta población musulmana en España se encuentra en su mayoría nacionalizada, teniendo una alta taza de natalidad, sumado a la importante inmigración islámica procedente principalmente de Marruecos. Diversos analistas advierten que esto podría presentar aún mayores retos a futuro con un importante crecimiento del yihadismo con la segunda generación de inmigrantes (Requeijo – Montero, 2017).
Las nuevas tecnologías que usan internet están siendo cada vez más difíciles de controlar, en particular las redes de mensajerías y las redes sociales, a pesar de los esfuerzos privados y estatales. En estos mecanismos el yihadismo se esconde, coordina y difunde. Buscando cada vez captar más niños, utilizando imágenes visuales relacionadas a videojuegos y películas de acción. Esto se ve facilitado gracias a la facilidad que tienen al manejo de la tecnología y de internet en las generaciones más jóvenes. A este fenómeno se le ha llamado “radicalización online”, muchas veces los perfiles radicalizadores -sean sociales o una web o blog- suelen estar destinados a la difusión y captación de personas débiles e inestables mediante el constante diálogo en foros y redes. A veces llevan al individuo a tener contacto con algún imán o captador que trabaje, de manera tercerizada por lo general, para alguna red terrorista. Otras veces -cada vez más frecuentes- con el auge del fenómeno de “lobos solitarios” que una vez habiendo accedido a esta información lleva adelante un proceso de radicalización online mediante el consumo de lecturas y vídeos para formarse ideológicamente, donde en muchos casos no tienen relación directa ni indirecta con las redes terroristas ni sus captadores activos. Así es como se observa que más del 60% de los individuos radicalizados detenidos entre 2013 y 2016, se habían estado radicalizando a través de internet (Torrabla Rodríguez, 2019, pp.: 12-13)
4- Conclusiones
El mito de al-Ándalus sigue dando mucho de lo que hablar, se encuentra muy arraigado en la población musulmana en general, y especialmente en aquella que vive en España o en los países cercanos como Argelia o Marruecos, quienes revindican el pasado de al-Ándalus como un periodo glorioso para el islam y su gente. Sin dudas es algo que conoce el yihadismo, es un punto sensible de la historia para estas personas que reclaman -en pocos casos- o conmemoran -en muchos-, este pasado considerado glorioso para ellos.
Tal vez España sea uno de los pocos países que pueda dar lecciones o bien que tenga experiencia en haber intentado una integración de la comunidad musulmana en siglos pasados. Aunque matizamos que era más una asimilación forzada lo que se pretendía desde los Reyes Católicos y sobre todo con Felipe II. No obstante, el paralelismo que se presentaba en aquella época entre las diferencias culturales entre la población morisca y la cristiana eran evidentes, así como la resistencia a integrarse a la sociedad cristiana, que acabaron por generar una sublevación general que conllevaría más tarde a la expulsión de estos habitantes. En la actualidad la mentalidad occidental es diferente, es más tolerante y abierta a otras religiones, no obstante, gran parte de los inmigrantes musulmanes se diferencian de la mayoría de muy diversos inmigrantes en cuanto a asimilación social e integración con la población local. No obstante, las críticas desde la población musulmana al estilo de vida occidental y la conservadora visión de lazos familiares y matrimoniales genera un escudo que impide muchas veces la adaptación a la sociedad, conllevando a la automarginación y el resentimiento con la población que les rodea. En otras palabras, buscando que sea la sociedad que se adapte a ellos, y no al revés.
El problema con al-Ándalus es la poca -o mala- información que llega a las personas sobre el pasado de España, tanto por parte de musulmanes, como también por parte española. En el caso español suele obviarse los largos periodos de intolerancia, las persecuciones, la destrucción patrimonial, la quema de libros y las razias que propiciaron algunos líderes musulmanes, generando una demonización al cristianismo y sus reinos, y tendiendo a magnificar e idealizar todo lo relacionado con el pasado musulmán español. Por parte musulmana no es muy distinto el asunto, al contrario, dentro de los sectores más moderados aprueban estas tesis surgidas principalmente desde hace menos de 30 años, llegando a suscribir a ideas tan descabelladas como que el islam nunca invadió a la península ibérica o que nunca se implementó por la fuerza. Mucho de esto corresponde a estrategias políticas de largo plazo de ceno español, que, conociendo bien la importancia actual de la comunidad musulmana, y que tendrá gran importancia por la eclosión demográfica en las siguientes generaciones, intentan generar un discurso favorable a la captación de votos a largo plazo.
Podemos concluir que el yihadismo se actualiza constantemente en su objetivo y su retórica, adaptándose a la problemática y las motivaciones de los musulmanes para intentar influir en ellos. Su apuesta por al-Ándalus es un mensaje rígido que tiene una base histórica y una emoción discursiva que atañe no solo a radicales yihadistas, sino también a moderados en distinto grado. El yihadismo no solo intentará atraer a gente musulmana que tenga alguna idea de lo que fue al-Ándalus, sino que intentará captar a los más jóvenes que vendrán para continuar con la yihad.
Por Gonzalo Collado De Giovannini – Analista político
Fuentes Bibliográficas
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Calvo Capilla, S. (2007). Las primeras mezquitas de al-Andalus a través de las fuentes árabes. Al-qantara: Revista de estudios árabes. Vol 28, Fasc. 1. pp.: 143-180
Maíllo Salgado, F. (1984). Algunas noticias y reflexiones sobre la “Historia de al-Andalus” de Ibn al-Kardabüs. Studia histórica. Historia medieval. Nº2. Pp.: 163-172
Díaz Díaz, B. (1993). Soldados de la Serena en la Guerra de Granada. III Encuentros de Estudios Comarcales Vegas Altas, la Serena y la Siberia: Dedicados al cuatrocientos aniversario de la expulsión de los moriscos (1610-2010) y al patrimonio de las tres comarcas magacela – la coronada.
Torremocha Silva, A. (2006). Los monfíes de la Alpujarra y la serranía de Ronda. ¿Salteadores de caminos u hombres santos?. Estudios sobre patrimonio, cultura y ciencias medievales. Nº 7-8. Pp.: 277-300
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Fuentes Digitales
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https://www.abc.es/espana/20150412/abci-ataque-terrorista-yihadista-descanso201504121230.html
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