Dos eventos, aparentemente desconectados, llamaron la atención el pasado 16 de Julio. Por un lado, un delito masivo, como fue el hackeo de datos a toda la población búlgara, que asciende a 7 millones de habitantes y por otro, una comunicación de Elon Musk con respecto a Neuralink, una interfaz cibernética.
Ambos hechos parecen inconexos excepto por un punto de intersección, que rápidamente expusieron algunos medios especializados como la editorial tecnológica británica llamada Veredict.
El hecho es que el innovador magnate Elon Musk, nacido en Pretoria, Sudáfrica y actual residente de los Estados Unidos de América, un audaz emprendedor que ha sorprendido frecuentemente al mundo, con los avances de sus numerosas empresas, como Zip2, PayPal, SpaceX, Tesla Motors, SolarCity, The Boring Company y otros proyectos actuales, ha dado un paso intrépido más allá de lo previsible, con Neuralink. El cual se trata del desarrollo de un dispositivo en forma de implante, para conectar el cerebro humano directamente a una red virtual, por vía inalámbrica Bluetooth, enlazado a un teléfono inteligente. En la perspectiva para 2020, se dispone a aplicar esta tecnología en humanos voluntarios.
Es admirable el espíritu revolucionario de Musk y su impulso contundente y a pasos agigantados, hacia el futuro de la tecnología. No obstante, en la historia del progreso, no solo nadie es infalible, sino que los errores constituyen los pasos lógicos en la trama del aprendizaje de nuevos conceptos y esquemas.
Musk no es una excepción en este camino. Por ejemplo, sus primeros lanzamientos de cohetes en 2006, 2007 y 2008 fueron completos fracasos. En 2013, también fue fallido el primer intento de aterrizaje de un cohete en el agua. En 2014, el Tesla Model S tuvo problemas por el estallido espontáneo de sus baterías. En 2015 y 2016 explotaron cohetes durante su lanzamiento. Los voceros de Musk definieron estos fracasos como ensayos de prueba para perfeccionar sus modelos. Sin embargo, las pérdidas fueron cuantiosas, incluida la tecnología externa, como los satélites de sus socios.
En Neuralink, Musk se dispone a experimentar con humanos el año entrante, en un terreno científico y jurídico inexplorado, transitando un área de pruebas, cuyas reglas deberían ser revisadas por los organismos que ejercen el control como la FDA (Food and Drug Administration) americana. Debido a esto, algunas agencias de noticias como The Slate Group, que trabaja con el Washington Post, publicaron artículos como el titulado “Elon Musk busca hackear tu cerebro”. Más allá de la exaltación publicitaria del título, es oportuno el cuestionamiento sobre cuáles serán las normas que regulen el uso y las aplicaciones de Neuralink cuando pase a ser un ensayo clínico aplicado por cirujanos y controlado por ingenieros.
Además, Veredict expuso, que un canal de comunicación via bluetooth puede ser fácilmente interferido por un tercero. Parece que esa posibilidad además de ser frecuente, puede ser masiva como vimos en el caso de la población de Bulgaria.
Debido a que es medianamente difícil impedir la actividad de un hacker en un dispositivo externo, vale preguntar si sería factible detectar una interceptación por parte de un extraño cuando el dispositivo se encuentra directamente conectado a nuestro cerebro. Aún más, ¿qué efecto produciría un virus virtual interactuando con las neuronas humanas?.
Debemos meditar con prudencia acerca de las diferencias que existen entre arriesgar la integridad física de dispositivos inertes como vehículos y la experimentación de tecnologías incipientes directamente en seres humanos.
En este sentido, la ley y el marco regulatorio deben adquirir el dinamismo necesario para marchar al ritmo de los avances tecnológicos. Sobre todo, de los progresos vertiginosos que propone la genialidad de personalidades como las de Musk.
Parece que esta vez Elon, nos ha recordado que existe la dimensión de la emoción humana compleja, en la que, como en otros momentos excepcionales de la historia, se puede sentir al mismo tiempo sorpresa por el avance y miedo por las consecuencias. Ese entorno inextricable de la simultaneidad entre la fascinación y el horror.
Por LUIS D. PATIÑO MARTÍN
Referencias
https://www.reuters.com/article/bulgaria-ciberseguridad-idESL8N24H1SV
https://www.neuralink.com
https://www.biorxiv.org/content/biorxiv/early/2019/07/18/703801.full.pdf
https://es.ihodl.com/infographics/2017-05-25/la-historia-de-los-fracasos-de-elon-musk/
https://www.biography.com/business-figure/elon-musk
https://es.ihodl.com/infographics/2017-05-25/la-historia-de-los-fracasos-de-elon-musk/