Por Aldana Sambuco (Estudiante Lic. en Fonoaudiología y Docente nivel inicial)- Buenos Aires (Argentina)
Al hablar de una detección temprana en niños es un tema muy amplio y de suma importancia. En esta ocasión trataremos específicamente la importancia de la detección temprana en problemas de tipo auditivos (hipoacusias).
La audición es la percepción de cierta clase de estímulos vibratorios que captados por el órgano del oído van a impresionar el área correspondiente cerebral, tomando conciencia de ellos el individuo. La importancia de ella es que nos acerca a lo que está lejos, nos pone en contacto con otros, nos permite acceder al lenguaje, nos ayuda a desarrollar el intelecto, etc.
Para una buena detección de las mismas es imprescindible tener en cuenta los estudios objetivos que se realizan al momento de nacer y hasta los 3 meses de vida del niño. Todo niño tiene derecho a un screening auditivo (test aditivo) antes de ser dado de alta. Más del 90% de los niños que nacen o presentan hipoacusias neurosensoriales en su desarrollo, tiene padres normo-oyentes. En aproximadamente el 25% de los casos el origen de la hipoacusia es genético. Otro 25% correspondería a uno o más factores de riesgo (ototóxicos, drogas durante la gestación, etc.) y el 50% restante por causas desconocidas. Este último implica una detección tardía, y en este sentido un buen programa de detección evitaría un diagnóstico tardío. Si bien, algunos pacientes muestran reconocidos síndromes o malformaciones, la mayoría de los niños con hipoacusia, no presentan otras alteraciones.
Los pasos a tener en cuenta para esta detección temprana son, a partir del nacimiento antes de ser dado de alta se realiza un estudio objetivo con otoemisiones acústicas, para aquellos bebes que su resultado indica sin factores de riesgos auditivo, se les entrega a los padres una guía auditiva hasta los dos años y se les da el alta auditivo la cual se controla su evolución con el pediatra.
Los niños que no pasaron el screening ingresan en la etapa de seguimiento. A partir de los 3 meses se realizan las siguientes evaluaciones:
-Evaluación médica: examen con otorrinolaringólogo.
-Evaluaciones audiológicas: exámenes objetivos: otoemisiones acústicas (OEAs), potenciales evocados (BERA) y timpanometría.
-Evaluaciones subjetivas: pruebas comportamentales.
Es por esta razón que se debe priorizar cada uno de los estudios que puedan detectar tempranamente este tipo de afecciones, teniendo en cuenta que desde el nacimiento hasta los tres años de vida los niños están en un periodo de gran plasticidad neuronal.
“Uno de los primeros estudios que aporto evidencias acerca de este rasgo fue publicado por Floures 1824; sus investigaciones demostraron que, si las funciones superiores están localizadas en áreas individuales del cerebro, cuando hay perdida a consecuencia de una lesión, estas pueden recuperarse sin que necesariamente ocurra la restitución del área cerebral destruida”.
Esto hace referencia que si una afección o anomalía en la audición en el desarrollo normo típico del niño se ve afectado, mediante una detección temprana, podrá acceder al lenguaje, la comunicación y la interacción con el otro, mejorando lo que se ha dañado debido a esta plasticidad neuronal.
Existen una serie de comportamientos en el niño que pueden ponernos en alerta y sospechar de una posible pérdida auditiva, en este caso debemos, recabar información sobre la conducta del niño y remitirlo rápidamente al médico ante cualquiera de los siguientes comportamientos:
De 0 a 12 meses
Ante un sonido no se observan en el niño respuestas reflejas del tipo: parpadeo, agitación, despertar.
No le tranquiliza la voz de los padres.
No se orienta hacia la voz de sus padres.
No responde con emisiones a la voz humana.
No emite sílabas (pa, ma, ta…)
No vocaliza para llamar la atención, sino que golpea objetos cuya vibración al caer asocia con la presencia de los padres.
No juega con sus vocalizaciones, repitiéndolas e imitando las del adulto.
No atiende a su nombre.
No juega imitando gestos que acompañan canciones infantiles, ni sonríe al reconocer éstas.
No reconoce cuando le nombran a «papá» y «mamá».
No entiende una negación.
No responde a «dame.» si no se le hace el gesto indicativo con la mano.
De 12 a 24 meses
No dice «papá» y «mamá» con contenido semántico.
No señala objetos y personas familiares cuando se le nombran.
No responde de forma distinta a sonidos diferentes.
No comprende órdenes sencillas si no se acompañan de gestos indicativos.
No identifica las partes del cuerpo.
No conoce su nombre.
No hace frases de dos palabras.
De 3 a 5 años
No se le entienden las palabras que dice.
No repite frases.
No contesta a preguntas sencillas.
No sabe contar lo que le pasa.
No es capaz de mantener una conversación sencilla.
No conversa con otros niños.
No manifiesta un lenguaje maduro ni lo emplea eficazmente y sólo le entiende su familia.
En conclusión:
La hipoacusia o sordera es la alteración sensorial más frecuente en el ser humano, la hipoacusia infantil afecta al 5 por mil de los recién nacidos vivos cuando se consideran todos los grados de hipoacusia, y en un 80% está ya presente en el periodo perinatal. La detección precoz permite el acceso rápido al diagnóstico y tratamiento; y que el niño pueda acceder a todos los aprendizajes, ya que los primeros tres años de vida son fundamentales para el desarrollo del lenguaje.