No parece que la toma de posesión de tantos ministros –y ministras– como nos ha regalado Pedro Sánchez haya mejorado la temperatura ambiente de Madrid en este día que hemos pasado de la línea de cero grados. Incluso, como explicaban quienes recibían los ministerios de Universidad y Ciencia, su ocupación era la de dos ministerios para un solo proyecto ya que la materia era la misma, sin que ninguno de ellos renunciara a su parte. Ciertamente da la sensación de ser un exceso tanto en el número de vicepresidencias como de ministerios si no lo justificaran en la necesidad de conformar a los componentes del gobierno coaligado.
Normalmente el juramento o promesa –en este caso solo promesas– suele ser un acto muy circunspecto, mas hoy se ha escapado de la norma y más se parecía a los premios Goya, salvo por parte del rey que sabía cómo había de comportarse. Dos señoras –eludo nombres– citaron al Consejo de Ministras en su promesa; el vicepresidente y su ministro, aunque estrenaron traje, sustituyeron la corbata por un emblema de solapa que, al parecer, usan los antifascistas y que fue el utilizado por nos nazis para los presos comunistas –lo que está fuera del protocolo–; algunos prometedores ponían la mano sobre el ejempla de la constitución mientras otros –u otras– apenas la apoyaban en la mesa; y todos tan felices.
Luego, en la entrega de carteras, el vicepresidente Iglesias resume el número de componentes del consejo de ministros en «muchas voces pero una sola palabras» pidiendo, no sabemos a quién, que «no dejéis de presionarnos». Desde este mismo momento pensamos que estaba contando con nosotros y tomamos la palabra: exigiremos cuando sea preciso, y esperamos que no nos corten por ello la palabra.
Como colofón de esta pequeña feria tenemos el nombramiento de una diputada como Fiscal general del Estado, lo que viene a ser meter al lobo en el redil, cosa que hace por segunda vez el PSOE, suponemos que no sin ánimos de utilizar este Ministerio Público, que debe funcionar con absoluta libertad en el ejercicio que tiene encomendado, en sus trapicheos políticos. Total, que ya tenemos Gobierno, un amplio Gobierno formado por la más amplia plantilla habida hasta el momento de la historia democrática de España, y también por un número amplísimo de ministros que ha obligado a dividir algunos ministerios en dos para poder adjudicar trabajo a todos ellos, lo que, tememos, puede llegar a que se sobrepongan las acciones en algunos casos. Pero eso será materia para tratar en las «presiones» que Pablo Iglesias nos ha pedido ejerzamos. Probablemente empezarán estas presiones por el tema catalán, ya que Joaquín Torra no deja de chinchar, y, de momento, ha acudido a Estrasburgo a apoyar a Carlos Puigdemont y Toni Comín huidos cobardemente de la justicia, así como al penado Oriol Junquera, en la concentración que han celebrado, junto con otros descerebrados, en las inmediaciones del Parlamento Europeo, donde se ha de celebrar reunión plenaria. En esa mascarada está incluida la presión sobre el Gobierno español recién nombrado de celebrar la mesa entre iguales para plantear la amnistía de los encarcelados, el referéndum de independencia y todo lo demás que piden. Deberían estar nerviosos los miembros del Gobierno a los que ha de tocar el tema, pues, pensamos, se han de encontrarán en la duda de si han de acudir diciéndoles que «sí» a todo, aunque poco a poco, o «no» a todo, también con cuentagotas. La verdad es que no estamos nada animados con tan elevado número de representantes en el órgano máximo de gobierno, aunque siempre nos queda la esperanza. No somos masoquistas, ¡vive Dios!, pues sabemos que con ayuda de Él siempre ha salido España de todos los atropellos que ha sufrido, que no han sido pocos a lo largo de la historia. De momento nos abrigaremos para contener el frío estos días pasará por la península, lo que aguantaremos entre cortos paseos por la ciudad y largos momentos de lectura en el hogar, degustando unas sabrosas sopas de ajo y siempre en compañía del botijo, en esta ocasión de Salvatierra de Barros al que hemos provisto de un delicioso tinto de Montánchez.