Por la prensa, por alguna prensa, por poca prensa, hemos sabido que la escolta/recadera de Irene Montero ha conciliado la demanda que tenía interpuesta contra la actual ministra de igualdad, por despido improcedente, y en reclamación de cantidad por cientos de horas extras realizadas sin remuneración.
Pero solo los juristas sabemos lo que significa una conciliación laboral: el reconocimiento de los hechos por parte de la empresa; es decir que Montero al negarse a celebrar el juicio se avino a reconocer que como empleadora su conducta puede ser catalogada de esclavista y machista.
Montero ha reconocido en sede judicial (ante un letrado de la administración de justicia) que su forma de actuar fue la de una esclavista al obligar a una humilde trabajador a realizar horas extras sin remuneración, así la ministra de igualdad ha demostrado que la familia Iglesias-Montero es similar a las familias que se hicieron ricas con el tráfico y aprovechamiento de mano esclava.
Pero Montero ha conseguido algo más: sorprender a propios (pues los extraños al comunismo ya conocemos el percal) con el profundo machismos que anida en la ideología comunista. Efectivamente, la ex trabajadora de la familia Iglesias-Montero en su demanda refirió que Montero la obligó “de manera recurrente” -y fuera de su horario- a hacer de recadera para ella y sus hijos, comprar comida para las mascotas, llevar y traer a amigos y familiares hasta el casoplón de Galapagar, y encargarse del mantenimiento de varias propiedades de la pareja. ¿Esos «encargos» y «recados» se hubieran producido si el escolta hubiera sido un varón?, ¿si en lugar de una mujer Montero hubiera contratado un hombre para guardaespaldas, se hubiera atrevido a encomendar la realización de las compras familiares, y el mantenimiento de varias propiedades de la paraje? … pues va a ser que no, que Montero nunca hubiera encargada a un varón la realización de las compras, o el mantenimiento de su hogar, pues ya sabemos que para la progresía del si es si, del nosotras parimos, nosotras decidimos, del todo es violación, hay determinadas tareas que son propias de mujeres, y entre ellas, lo de comprar y lo de cuidar.
Cuando Montero encomendó a su sufrida emplea adquirir “productos de parafarmacia y droguería para bebés” o “alimentación” de determinadas marcas y supermercados, llevarle la cena a casa desde varios establecimientos concretos de Madrid o “comprar comida para los perros”, esta claro que ejercía su poder de una forma machista y dominadora.
Pues nada, que a nadie se le ocurra pedir la dimisión de la Ministra por esclavista y por machista … a eso podíamos llegar.