Por desgracia, no es un fenómeno nuevo ni tampoco limitado al suelo patrio; aunque no siempre ha sido un hecho generalizado y ha habido sus excepciones, llevamos muchos años echando de menos la presencia y el liderazgo de auténticos políticos que estén realmente bragados, en posesión de discursos convincentes y de calado por su capacidad de llegar al interesado al ser, generalmente, ciertos y sopesados; personas respetables por sus orígenes, carreras, preparación, hechos reales, palabras y promesas que, normalmente, enaltecían a las masas sin distinción de sexo y condición, desde los más jóvenes hasta los más ajados.
Aquellos, que para convencer a los suyos no precisaban tener que recurrir sistemáticamente al subterfugio, la mentira, la exageración o la falacia; tampoco solían que hacer leña del árbol caído porque su caballerosidad se asemejaba a aquellas reflejadas en las normas de los duelos a pistola o espada. Personas de excelente verbo, pluma y ejemplo; que brillaban en sus discursos, artículos y arengas cual estrellas con luz propia y en los que su capacidad de liderazgo era tal y tan grande, que pocos se quedaban atrás cuando ellos se explicaban o solicitaban algún esfuerzo extraordinario por entenderse que era claro, coherente, justo y necesario y no fruto de una idea genial, un capricho personal o un giro copernicano, algo a lo que ahora se nos tiene acostumbrados.
Capaces de mover naciones, crear alianzas, forjar o derrocar imperios y siempre atentos en buscar y encontrar soluciones a todos o la mayoría de los problemas con solo pensar en estos y nunca, o muy pocas veces, en su propia persona a lo largo y ancho de su larga y laboriosa carrera a la que, la gran mayoría, dedicaba su vida entera.
Poco a poco, tales estrellas se han ido apagando y hasta ya casi han desaparecido por si mismas o influidas por ciertas causas ajenas; hoy en día, dedicarse a la política parce ser que no es rentable ni moral ni económicamente para personas brillantes, con mente despejada, bien preparadas y con grandes y buenas ideas en pro de la colectividad y del progreso; capaces de alejarse del peligro, la vana tentación, la falta de consenso, la vanidad y el brillo personal.
Aquello que otrora era la excepción a la regla y norma general es ahora el estilo y forma que marca la pauta. La globalización, las nuevas tecnologías, el amor y el culto a las grandes remuneraciones, la falta generalizada de los tradicionales valores morales, el desprestigio de la palabra dada, así como, el cambio de orientación del mundo de la empresa, son las principales causas externas que nos llevan a dirigir los esfuerzos y dedicación personal por derroteros más rentables, mejor pagados, con poco o nulo sobresalto y sin necesidad de explicación de todos los gestos, decisiones y actos aunque estos sean demasiado públicos y muy criticados en los medios y redes sociales.
En el aspecto personal y educacional, hay otro elemento que influye y mucho en el grado de preparación de aquellos que quieren llegar a ser líderes de renombre y dirigentes de cierta importancia o relevancia. El nivel y grado de educación personal y general ha bajado mucho en gran parte del mundo civilizado; aquellos grandes y selectos colegios y universidades que proporcionaban promociones de lumbreras célebres e ilustres, los centros dedicados al culto y aplicación del pensamiento crítico, las apasionantes tertulias de varias horas de profunda discusión, los interesantes concursos científicos y literarios y los miles de horas dedicadas a la lectura y posterior discusión sobre los clásicos de la historia, la filosofía y la literatura, han sido sustituidos por una enseñanza más moderna, menos exigente y más técnica; apoyada en nuevas tecnologías que facilitan la labor del estudiante, pero que han estropeado o degradado todo y fundamentalmente, donde el desarrollo del pensamiento, el esfuerzo y la valía personal han pasado a un segundo plano.
El resultado de todo ello, unido a la nueva, creciente e instintiva necesidad de alcanzar la meta cuanto antes, aun a costa de cierta, poca o mala preparación, hace que muchos de los que se dedican a la política tengan que recurrir a la falsificación de sus Curriculum Vitae, al plagio o al empleo de “negros” que hagan el trabajo a su favor sin que ellos se vean implicados por falta de tiempo o de capacidad real en ninguna o pocas partes de la investigación o redacción de sus -cada vez menos en originalidad, cantidad y calidad aunque mucho más vulgares y chabacanos- trabajos, libros y documentos editados.
El empleo masivo de asesores a sueldo, quienes cual gladiadores o mercenarios usan, indican o aplican sus tácticas, técnicas y procedimientos, generalmente retorcidos y en busca del impacto y la propaganda aunque no sean verdad, hacen que el producto final sea poco cierto, falaz e impostado. Con tal de conseguir votos, adeptos o engañados seguidores, no les importa lo dañinos que puedan ser y las insanas consecuencias que puedan acarrear.
El mundo está más lleno de lo que pensamos, de acomodaticios, de aquellos que solo piensan en su futuro cercano; en disfrutar de su tiempo libre y las aficiones personales sin pensar ni un minuto en los problemas que nos rodean aunque por su importancia puedan llegar a ser de gravedad.
Cada vez se piensa más en vivir del crédito, al día, sin planear el pasado mañana -aunque se sepa que su arribada está asegurada- y a la espera del próximo puente o en como disfrutar de sus vacaciones estacionales cada trimestre. Somos personas cada vez menos profundas, que siendo otrora pulcros y exigentes con todo y todos, ya no nos alarmamos ante la mentira -por muy grande y patente que sea- que seguimos a ciegas a nuestros “líderes” aunque se desdigan permanentemente, nos engañen y hasta se rían de nosotros cuando son descubiertos públicamente en sus malas artes.
La falta de seriedad y rigurosidad, así como la gran capacidad para el olvido son tales que rápidamente se les perdonan u olvidan sus faltas cometidas por graves y patentes que sean; aunque, sin embargo, si mantienen en la memoria de forma caliente y permanente los errores del contrario por pequeñas y sin importancia que fueran y por muy lejano que esté el tiempo en que acaecieran.
Ejemplos de lo dicho hay muchos; pero por no alargarme en este no muy extenso relato y reflexión, baste fijarnos en los tres últimos primeros ministros del Reino Unido; los que han llevado de las riendas al país a un Brexit duro e incomprensible a base de engaños, falta de previsión, chulerías y marrullerías. Un hecho nada nimio, que sin duda provocará a corto plazo una situación de zozobra no solo en las islas cuna del Viejo Imperio e impulsor de la UE, sino entre sus antiguos socios del Continente.
La escasa categoría de varios de los últimos y nefastos presidentes de EEUU de entre los que destacan Nixon, Clinton, Obama y Trump, cada uno en su estilo, capacidad y condición. Un hombre, este último, capaz de llevar al mundo a un gran conflicto nuclear a nada que se descuide, que juega con todo el mundo al gato y al ratón; se toma la justicia por su mano; amenaza y/o ataca cuando no tiene motivo, y sin embargo, levanta el veto, perdona la vida o se achanta cuando debe reaccionar; exagera y amenaza hasta el límite, pero vuelve a negociar y, en consecuencia, alguien que egocéntricamente mantiene a todo el mundo en vilo por culpa de sus guerras sucias, manías personales, animadversiones sociales y étnicas y conflictos de intereses económicos o comerciales de carácter privado o nacional.
La mayor parte de los últimos presidentes de Francia que se han visto envueltos en temas poco edificantes como líos de faldas, intereses privados y corruptelas, afán de grandeza personal derivada de sus propios complejos y en luchar por encontrar insistentemente un puesto en la arena internacional, a imagen de Napoleón, que devuelva a su partía la grandeur que durante un tiempo efímero vivió. Presidentes que han llevado al país a situaciones que no se conocían desde hace muchos años y que tienen soliviantados y en continua protesta, paro e incendiando sus calles a la mayor parte de su población.
El anterior primer ministro Griego Alexis Tsipras, que con su equipo de populistas pretendieron conquistar el cielo y sumieron a su país en uno de los desastres económicos más grandes que se podía imaginar y al que la dura realidad les obligó a darse cuenta de su error y efectuar lo contrario a lo que pregonaban en pocos meses, cambiando ciento ochenta grados sus ideas, políticas e intención.
Los muchos primeros ministros de Italia que pasan por sucesivos gobiernos como el que viaja de albergue en albergue durante una época vacacional. Hombres y gobiernos que llenan al país y sus gentes de falsas esperanzas, mueven a las masas para, en breve, salir por la gatera con la misma facilidad con la que por la noche uno se despierta al oír una tormenta estival.
Los alocados dirigentes de Corea del Norte e Irán que mantienen a sus pueblos sometidos a los vaivenes, sanciones y restricciones derivadas de sus programas nucleares y de misiles sin importarles las faminas y todo tipo de limitaciones a las que para ello someten a su población a la que no dejan casi ni respirar. Que viven en constante zozobra, bajo la amenaza y desconfianza recíproca y con tal temor y suspicacia que, de hecho se ven obligados a favorecer, provocar y hasta ejecutar acciones criminales por interpretar como ataques contra su integridad cualquier tema normal o circunstancial.
Los rastreros y falsos presidentes o primeros ministros de gran parte de los países de centro y Sudamérica quienes movidos por la corrupción, desmedidos afanes de grandeza y apoyados en movimientos caducos neocomunistas bolivarianos mantienen a una de las zonas más ricas del mundo, sometidas a la pobreza, la prostitución, el trapicheo con la droga y una serie constante de increíbles devaluaciones económicas, sangrientas protestas, criminales e irracionales persecuciones policiales y cruentos movimientos levantiscos que empiezan en cualquier momento y rincón por todo tipo de escusa por absurda que parezca; pero que nunca se sabe cuándo y cómo terminaran; cuánto costará la broma y que futuro resta para poder levantar esa pate del mundo tan rica muy prospera, echada a perder por diversos movimientos que tiene como semilla común un neo comunismo barato, nacido y crecido dentro de una desmedida e insana y contagiosa ambición.
Unos dirigentes como Xi Jimping y Putin que dominan a sus poblaciones con todo tipo de artimañas y acciones de tipo informático sobre sus vidas públicas y privadas; controlan los medios y las redes a las que manejan o limitan a su antojo. Hombres, sin escrúpulos que aspiran a ejercer el control del mundo y que solo piensan en sus grandes carreras de armamentos para operar con ventaja en el espacio ultraterrestre, los mares de China, el Mediterráneo o el Ártico, los misiles nucleares cada vez más potentes, rápidos y certeros; y no les importa el costo de todo tipo de esfuerzos para hacer realidad tales hazañas e intentos, con tal de conseguir sus sueños sin miramientos ni oposición.
El avispero en que, de nuevo, se ha convertido Oriente Medio; una zona muy caliente con muchos, malos y reconcomidos aspirantes a ejercer su poderío y liderazgo zonal; donde tras muchos y recientes avatares, sangrientas y largas guerras -en las que EEUU ha intervenido directa o indirectamente- se enfrenta a nuevos movimientos despiadados de la mano del Estado Islámico – al que conviene no olvidar-, Irán, Iraq, Siria, Egipto, Libia, Israel, Yemen, el Líbano, Turquía, Arabia Saudí y los emiratos Árabes Unidos en busca de su supervivencia, ampliación de poder, extensión de zonas de interés o tratando de destruir a enemigos enquistados aprovechando que Trump parece cada vez menos interesado en permanecer en la zona, por pérdida de interés y que Rusia -quien pretende ocupar dicho hueco- tiene otro sentido de arbitraje mucho más permisivo con los contendientes, siempre que no se vean afectados sus propios intereses.
Para terminar este breve repaso a la actualidad en el que no se ha mencionado al continente africano y sus muchos problemas tanto al norte como en el centro y el oeste del mismo por precisar de un extenso capítulo aparte, forzosamente llegamos a España.
Nuestra querida España, sumida desde hace muchos años ya en una serie de movimientos independentistas, cada vez más envalentonados por: haber encontrado ciertos e incomprensibles apoyos en los diversos gobiernos de la nación -que han mirado para otro lado, con tal de conseguir sus apoyos electorales- la propia UE y especialmente en algunos de sus miembros; sin haber cerrado definitivamente las secuelas de una larga y sangrienta etapa terrorista; empeñada en volver a reabrir heridas guerra civilistas, supuestamente cerradas durante la llamada transición; “gobernada” a su manera y orden, durante dos años, por un partido socialista en funciones, y a punto de estrenar, de nuevo, un gobierno oficial en coalición que recuerda al llamado Frente Popular de tan infaustos recuerdos en el siglo Pasado; que está en manos de un gobernante que ha demostrado reiteradas veces ser falto de escrúpulos, que ha ganado las pasadas elecciones predicando exactamente lo contrario a lo que ahora pretende, y de hecho, va a aplicar.
Un hombre cuya palabra no tiene ningún valor, que cual buhonero trashumante, vende humos de diferentes colores y aromas, según sea el momento y la zona que transite; que jamás cumple su palabra y que en programas y pactos hace todo lo contrario a lo que asegura y predica, así, como copia y amplifica lo que en sus contrarios siempre critica.
Quien para contentar a sus seguidores más radicales, a los socios de gobierno y a los que le “apoyan” su investidura le da igual cien que ochenta; ha creado el gobierno con más ministerios que nadie y no le importa el gasto ni el número de vicepresidencias con tal de encontrar acomodo a todos, aunque pretende seguir manteniendo el control, cuando en realidad, su permanecía y continuidad dependen de nefastos y secretos acuerdos alcanzados con independentistas, separatistas y filo terroristas.
En resumen, aunque gobernantes y hombres de Estado crueles y alocados los ha habido siempre en el mundo y por sus cuatro costados; generalmente, aunque algunos han coincidido en el tiempo y han llevado al planeta a situaciones de increíbles y crueles enfrentamientos -que costaron mucha desolación, ruina generalizada y millones de muertos- no era la norma, sino algún tipo de peculiar, AUNQUE NEFASTA, excepción.
Hoy, estoy plenamente convencido de que es todo lo contrario. Hay un montón de mandatarios -al mismo tiempo y en todos los continentes- dispuestos, por diversas causas y motivos hasta personales, a llevarnos a la perdición con cualquier tipo de enfrentamiento que por aquello de la globalización y el posible tipo de armamento utilizado, inmediatamente se convertirá en un conflicto generalizado o multiplicado.
Por si fuera poco lo malo; por otro lado, la mayoría de los mandatarios que no tienen capacidad ni ideas bélicas, se toman sus liderazgos y mandatos como si de un pasatiempo se tratara y juegan a satisfacer y rellenar sus egos, caprichos y deseos personales; no les importa mentir, romper amarras con el pasado y sus positivos resultados, ni volver a situaciones pretéritas aunque sean ejemplo de malos tiempos de los que muchos pensábamos, que ya estaban superados o hasta enterrados.
Ya nos lo dejó por escrito y bien claro Jorge Manrique, el autor de las Coplas a la muerte del Maese Don Rodrigo, su padre “Cualquier tiempo pasado, fue mejor”. Mal acabó 2019 y creo que peor ha empezado este año 2020. Al tiempo.