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La filantrópica y secreta organización resposable de la deriva española

El “asunto Gabaldón” ¿La masonería infiltrada en la cúpula del Régimen?

Durante años la gente del común en España se creyó la “mentira histórica”, que propalada por las izquierdas, afirmaba que Franco, en su maldad, había acabado con los masones; quizás por ello cuando alguien hablaba de la Masonería le tomaban por chiflado o conspiranoico, que queda más actual.

Sin embargo, si consideramos el tiempo transcurrido desde el final de la guerra civil hasta nuestros días como si fuera un camino, una carretera, encontraremos ciertos obstáculos, sucesos extraños, algunos muy luctuosos, que se produjeron en España desde el primer momento de la finalización de la guerra civil hasta el día de hoy. Dichos sucesos, encaminados a un mismo fin, la destrucción de España, aparecen unidos por un mismo hilo conductor, la masonería, encargada por eso mismo, de que  nunca fueran suficientemente explicados, pero que quizá la perspectiva que nos da los 81 años transcurridos nos permite apreciar mejor su larga mano.

Si repasamos aquellos episodios encontramos el asesinato del Comandante Gabaldón, el del almirante Carrero Blanco, los cuatro intentos de asesinato de José María Aznar, los del 11M y los terribles ocurridos estos últimos tiempos en Cataluña todos encaminados con el mismo fin, socavar la soberanía de una nación constituida desde los Reyes Católicos para diluirla como si fuera un azucarillo.



Empecemos recordando el primero en el tiempo, ocurrido el 29 de julio de 1939, en la carretera de Extremadura a la altura de Talavera de la Reina (Toledo). Allí fue asesinado el Comandante de la Guardia Civil Eugenio Isaac Gabaldón Irurzun y junto a él, su hija Mª del Pilar y el conductor del coche oficial en el que viajaban, soldado José Luis Díez Madrigal.

Gabaldón no era un comandante más en la Guardia Civil; era miembro del Servicio de Información y Policía Militar (SIMP) del Ejército del Centro (Madrid) y estaba encargado de la persecución de terroristas, infiltrados y masones. El propio Gabaldón sospechaba que le vigilaban por la importancia de su cometido. En una ocasión le había dicho a su hijo en su casa de Madrid: “no enciendas la luz… mira aquella ventana … me están espiando … debes saber que estoy en una misión muy peligrosa … con ayuda de mi secretario hemos organizado toda la información sobre la Masonería en España … Franco está muy interesado del avance de nuestro trabajo”.[1]

Poco después del asesinato de Gabaldón la casa de la calle Doctor Esquerdo, donde se hallaba el mencionado Archivo de Logias sería asaltada, desapareciendo toda la documentación que en ella había depositada sin que nunca más se supiera de la misma. Curioso ¿no? Item más. Un día más tarde, el ayudante de Gabaldón, el falangista Jacinto Alcántara, que había tenido contactos anteriores con la masonería, encontraría la muerte[2]. Por si fuera poco, el día 18 de agosto de 1939, Antonio Pérez Asperilla, falangista y confidente muy cercano de Gabaldón, sería asesinado en el Retiro madrileño por su novia, Amelia Treviño siguiendo las órdenes de su padre, Manuel Treviño Villa, ambos masones pertenecientes a la Masonería Teosófica (logia francesa “Le Droit Humain”)[3]. Treviño seguro de la fraternidad que le amparaba y de cómo solía actuar ésta, llegó a advertir al inspector de policía que realizó el registro de su casa: “debe estar usted muy bien respaldado, porque en estas cosas peligra algunas veces la vida”.[4] Llevaba razón; hay suficientes muestras de ello a lo largo de la Historia y de la ayuda fraterna que se prestan, aunque en esta ocasión le fallaron[5].

La versión oficial de que los hechos formaban parte de un conflicto residual de la reciente lucha fratricida fue aceptada con cierta lógica por los simpatizantes del bando nacional. Recién terminada la contienda, para muchos era necesario no tolerar este tipo de incidentes. Apenas habían pasado cuatro meses desde la total derrota del ejército rojo (EPR) y la mayoría de sus miembros estaban en campos de reclusos

cumpliendo el servicio militar en zona nacional o infiltrándose en asociaciones o grupos aceptados por el régimen.

Es difícil suponer que la Policía Militar de Madrid no conociera algo de lo que iba a ocurrir, pues tres días antes del asesinato había detenido al Secretario General de las JSU, entonces jefe máximo de ella, Sinesio Cabada Guisado (a) Pionero (21 años; anteriormente “responsable militar” del aparato), junto con otros comunistas, Saturnino Santamaria Linacero y Damián García Mayoral, del grupo Los Audaces. Hacía poco que las Juventudes Socialistas Unificadas estaban intentado reorganizarse bajo la dirección de José Peña (o Pena) Brea (a) El Gordo, quien facilitó los nombres y otros datos de los demás al ser detenido por una delación a finales de mayo.

Otro aspecto que causa estupor es la facilidad que tuvieron los asesinos para salir de Madrid, obviando los importantes controles establecidos por la Policía Militar que exigía salvoconductos expedidos por ella, de modo que ¿Quién se los facilitó a estos individuos?

Detenidos dos días después del crimen, en el juicio se supo que los asesinos resultaron ser miembros, recientemente liberados de un campo de concentración militar, alguno de ellos gracias a poco claras influencias; que actuaron provistos de uniformes militares nacionales y que no realizaron más acciones que aquel “casual” asesinato. El mismo 5 de agosto –una semana después – se ejecutaron las sentencias, fusilando en diversas cárceles a los acusados excepto a uno de los tres autores materiales, el conocido como El Pionero quien se libró de la ejecución gracias a una acción extraña en la que intervino el entonces Capitán Gutiérrez Mellado, siguiendo “órdenes superiores” como consta en el folio del proceso 1.495.646.[6] (Curiosamente,  Gutiérrez Mellado, que trabajó siendo capitán a las órdenes del general Gabaldón, murió años después (1995) en un accidente de tráfico).

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Al mando de la División en la que Gabaldón desempeñó su labor de investigación y espionaje estaba el General Carroquino, que había sustituido al General Yagüe. Ambos generales siempre estuvieron empeñados en esclarecer el asesinato del comandante de la Guardia Civil y Carroquino lo pagó el 23 de septiembre del 39 en un extraño accidente de tráfico en el que de nuevo murieron tres personas: el general, su esposa y su secretario por la embestida de un coche a cuyo conductor parece que no ocurrió nada. El interés de Yagüe por el tema aumentó; 8 muertos alrededor del mismo asunto le parecieron dignos de ser investigados, así que logró reabrir el proceso de Gabaldón en mayo de 1940. Se mantuvieron las investigaciones hasta 1949, cada vez con más datos, pero también con más confusión.

Aún así, pocos se han planteado qué podía haber realmente detrás de estos hechos que con aquellas inmediatas ejecuciones quisieron darse por investigados del todo. Cuando se conoce que los tres asesinos iban vestidos de uniforme del Ejército Nacional, o que Gabaldón era el encargado durante la guerra de documentar un Archivo de Logias para que el incipiente régimen tuviera información directa, clara y precisa, sobre la organización del comunismo y la masonería en España, o qué personajes, (luego poderosos durante el gobierno de Franco), estuvieron relacionados con los asesinatos, surgen decenas de preguntas…

Puede leer:  Lo oculto

Repasando la estructura del SIMP, que es donde prestaba sus servicios el Comandante de la Guardia Civil Eugenio Isaac Gabaldón cuando fue asesinado, encontramos al, por entonces director del servicio, general Ungría, a cuyas órdenes estaba el Teniente Coronel Bonell, jefe directo de Gabaldón como responsable del SIMP para la División del General Carroquino, sucesor del General Yagüe en la conocida División Reforzada de Madrid, luego llamada la 14ª. Señalamos que en cada generalato del Ejército había un responsable del SIMP.  El 12 de mayo de 1939 consta una solicitud de Gabaldón, −preocupado por las actitudes de vigilancia y espionaje que sobre él recaían−, a su Jefe directo en la Guardia Civil, Emilio Fernández, en la que le pidió dejar el SIMP. Bonell, su jefe en el servicio de espionaje lo impidió. Nunca le dejaron marchar. A pesar de eso, siempre cumplió con su deber, recabando gran cantidad de documentación sobre los enemigos que se infiltraban en el bando nacional. Ungría, Bonell y Fernández-Sanguino (alcalde de Talavera) constan como miembros de la Masonería tanto por listados de miembros de logias en las que aparecen sus nombres como por declaraciones del proceso. También se supo por testimonios de algunos talaveranos que el Fiscal de la época era masón. Todos ellos se reunían en la logia en la que un médico, de nombre Juárez, era el Gran Maestro. Desde la invasión francesa a principios del XIX, las logias no habían dejado de aumentar en España, llegando a su apogeo durante la II República. Y en Talavera de la Reina, desde entonces, siembre hubo numerosos masones muy bien relacionados.

Sin embargo, de entre todos los personajes vinculados con el misterioso caso que los periódicos rotularon “El muerto de la carretera del oeste”, el más famoso fue Gutiérrez Mellado, personaje, cuando menos controvertido. Existe una afirmación del conocido periodista Ismael Medina según la cual se aseguraba que Gutiérrez era masón y que había participado de alguna manera en el asesinato. El asunto fue muy comentado en altas esferas del Ejército, hasta el punto de que el General Miláns del Bosch en una durísima carta fechada en 1981, le acusa de la siguiente manera «sabemos quién eres y por eso te desprecio. Pesan sobre tu conciencia numerosos hechos repugnantes, como por ejemplo, el muerto de la carretera del oeste.…..»[7]

¿Qué significaba esa frase durísima, escrita tantos años después por un General y dedicada a otro General al que parecía acusar del terrible crimen de 1939? Y sobre todo, ¿por quién o quienes estaba protegido? El sumario judicial del caso del muerto de la carretera del oeste que consta de más de mil folios, estaba almacenado en dos archivadores. Cuando el director de un importante periódico quiso estudiarlos, fue amenazado él y el dueño del informativo, (un conocido diputado de la derecha tradicional), por el mismísimo Jefe de los Servicios Secretos. Posteriormente, cuando un Profesor de Historia intentó abarcar estos hechos y sus consecuencias en la política nacional, fue amenazado en su propio despacho de la Universidad y no pudo nunca concluir su labor.

De modo que algunos tuvieron mucho interés en que ni entonces, ni 81 años después, sepamos la verdad. ¿Qué es lo que motivó realmente este crimen? ¿Quién fue el verdadero responsable? O mejor, en realidad, ¿quiénes fueron los autores intelectuales? Solo una magistral coordinación de decenas de personas de tan diferentes organismos e instituciones puede llevar a cabo un escandaloso crimen logrando que aún no se sepa la verdad que la familia sigue queriendo conocer. Para conseguir el objetivo fue necesario espiar a Gabaldón durante meses, liberar de la prisión a jóvenes socialistas, pagarles, suministrarles uniformes del Ejército Nacional y salvoconductos, impedir un correcto juicio, quitar el sumario al juez para poner a otro más conveniente, retrasar la búsqueda de los desaparecidos, robar los Archivos de Logias tanto el de la Dirección General como el de la casa de Gabaldón (con ello salvaban a muchos de sus miembros de verse gravemente comprometidos); asesinar al secretario de Gabaldón, amenazar a la viuda y a los hijos del general, sacar del paredón a uno de los responsables, asesinar al General Carroquino porque podía saber algo y torpedear el sumario con declaraciones confusas hasta que se cerró definitivamente en 1949. ¿Quién tuvo un poder tan omnímodo en aquella época del final de la guerra?

Convendría saber cuántos miembros de la masonería se infiltraron en el entorno  del poder y ocuparon puestos preeminentes durante los años de  gobierno del general Francisco Franco y cuántos “hermanos” han seguido manejando en la sombra los hilos para satisfacer los intereses de la secta.


[1] José M Manrique: El «asunto Gabaldón» ¿La masonería infiltrada en la cúpula del Régimen? https://www.elespañoldigital.com/asunto-gabaldon-masoneria-infiltrada-cupula-regimen/

24/01/2018

[2] Eugenio Vegas Latapié: «Memorias Políticas 1938-1942″).

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[3] El movimiento teosófico moderno fue creado en 1875  por Helena Blavatsky y otros  (en su mayoría miembros masones), al fundar la Sociedad Teosófica en Nueva York. Constituye un movimiento ecléctico occidental que funde religiones como el cristianismo, el budismo, el hinduismo y está directamente relacionado con movimientos esotéricos espiritistas de finales del siglo XVIII como gnósticos, rosacruces y masónicos. Toda una mezcolanza. De él deriva el movimiento New Age o Nueva Era, cuya expresión se atribuye a una ocultista inglesa de nombre Alice Anne Bailey (1880-1949) quien en 1932 fundó una asociación llamada Buena Voluntad Mundial con el fin de preparar a la humanidad para un cambio radical.

En España, le Droit Humain nacía merced a los esfuerzos de personas como Julio Garrido o Manuel Treviño, ambos masones y miembros de la Sociedad Teosófica Española. Después tuvo como difusor a Mario Roso de Luna.Hay referencias a la teosofía en varias obras de Valle Inclán. En ellas se puede apreciar cómo la actitud del autor evoluciona de un interés inicial sincero a una descarada burla de sus ilusiones juveniles.

[4] José Mª Manrique en El Español Digital, 24/01/2018

[5] Consejo de Guerra Sumarísimo 44.846 (Archivo Militar de la Defensa) Padre e hija, condenados por aquel crimen fueron ajusticiados el 17 de diciembre de 1939 según sentencia dictada en Consejo de Guerra Sumarísimo 44.846 (Archivo Militar de la Defensa)

[6]Luis F. Villamea: «Gutiérrez Mellado: Así se entrega una victoria Fuerza Nueva Editorial, Madrid , 1996

[7] Lorenzo Feliú:” La cara oculta de General Manuel Gutiérrez Mellado”. Sindicato TNS

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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