Si uno lee la prensa o las últimas actualizaciones en redes sociales, puede que lo primero que le aparezca sobre problemas de suministro de fármacos se dé en Venezuela. Esto es cierto, y bastante grave, sin ninguna duda. Pero este problema también se está dando en países europeos como España (aunque la intensidad no sea la misma).
De acuerdo con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), existen 570 alertas de problemas de suministro de medicamentos activas (a las 15 horas del día 9 de febrero del presente año). Estos guardan relación con productos como comprimidos LEVITRA, CERVARIX en suspensión inyectable y el gel oftálmico OFARSIN.
La Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE) ya advirtió el pasado mes de diciembre de 2019, según lo afirmado por el periódico granadino IDEAL, de que el problema en cuestión no se solventará a lo largo del presente año y de que es algo generalizado tanto en el territorio nacional como en toda Europa.
Adicionalmente, la FEFE señala algunas de las causas de este desabastecimiento farmacológico, entre las cuales figuran la estricta regulación con la que ha de cumplir la industria farmacéutica en cuanto a materias primas y fabricación así como al bajo coste de algunos medicamentos con cierta antiguedad.
Aparte de las llamadas Normas de Correcta Fabricación (responsabilidad de la AEMPS y de los gobiernos autonómicos con competencia, seguida de un procedimiento posterior que llevan a cabo las instituciones eurocráticos), existen cuatro procedimientos de autorización: nacional, descentralizado, de reconocimiento mutuo y centralizado.
De hecho, existe una Comisión Interministerial de Precios de Medicamentos que, por medio de burócratas de determinadas instituciones, establece el precio final de comercialización de los medicamentos (cabe recordar las obligaciones para recetar por principio activo). Con lo cual, se pone de manifiesto la distorsión que ocasiona la compleja maraña reguladora en el mercado farmacéutico.