Este pasado domingo 9 de febrero, la ciudadanía helvética fue citada a las urnas para participar en dos consultas: la primera, sobre el establecimiento de mecanismos de regulación del precio de la vivienda y de control de la oferta de la misma; la segunda, en relación a una proposición legislativa que, en teoría, se pretende contra discriminación por orientación sexual.
Switzerland, national referendum today:
Making discrimination based on sexual orientation prosecutable
Final Result
Support: 63.1%
Oppose: 36.9%The referendum supporters won a plurality of votes in all regions except Schwyz, Uri, and Appenzell Innerrhoden.#CHWahl #Abst20 pic.twitter.com/VZBO8Bddri
— Europe Elects (@EuropeElects) February 9, 2020
Mientras que la consulta sobre políticas de vivienda se saldó con un 57’1% de noes y un 42’9% de síes, la relacionada con la cuestión de la «discriminación» concluyó con casi dos tercios de votos a favor. Esta solo tuvo una mayoría de votos negativos en los cantones de Uri, Schwyz y Appenzell Rodas Interiores (todos ellos, pertenecientes al área germanófona).
Esos tres cantones tienen una mayoría de personas que profesan la religión católica (superior al cincuenta por ciento). En el caso de Uri, menos de un 10% de la población está desvinculado de iglesia alguna; en Schwyz, había más de un 70% de católicos a principios de siglo; y en Appenzell Rodas Interiores, podría haber más de un 80% (en cambio, la media de la Confederación es inferior al 50%).
Mientras tanto, cierto es que se está dando un declive considerable, en las últimas décadas, tanto de católicos como de protestantes (el Islam ha experimentado un ligero aumento mientras que la no vinculación a ninguna creencia, lo cual podría contemplar el agnosticismo y el ateísmo, ha crecido en casi una veintena de puntos). Casi el 50% de jóvenes no es religioso de ninguna manera.
Es más, al mismo tiempo que algunos sondeos estiman que más de un setenta por ciento de ciudadanos helvéticos no se opondría a la tergiversación del matrimonio (basada en uniones entre personas del mismo sexo), el pasado otoño, la Iglesia protestante de este país se manifestó totalmente favorable a estos resultados de la ingeniería social de género.
En vistas de estos resultados, puede concluirse que la sociedad suiza (al contrario de lo que se está dando, principalmente, en países del área más oriental como, por ejemplo, Polonia) es, en cierto modo, responsable de la sumisión de sus cantones al totalitarismo de género, al yugo basado en los frutos de la cuarta fase de la Revolución.