La crisis de la epidemia del coronavirus ha dejado ya más de 1875 muertes (siendo el incremento de casos, en el caso de China, de alrededor de dos millares, según Worldmeters). Una de las más recientes ha sido la del doctor Liu Zhiming, director de uno de los hospitales de Wuchan que se han especializado en la atención de pacientes con ese virus.

No obstante, el quid de la cuestión, en este artículo, no versará sobre ello, sino sobre determinadas acciones de la tiranía comunista china (dejando aparte la especulación sobre ingeniería biológica, que ya se abordó hace diez días, en este mismo digital), tomando como referencia cierta información del portal ZeroHedge.

Resulta que tras perseguir por medio de sus fuerzas de seguridad a aquellos que cuestionaban la versión oficial sobre la situación epidémica en cuestión, se está aprovechando la ocasión para aplicar nuevas restricciones (mejor dicho «añadir») al tráfico que diariamente puedan realizar a través de Internet.

Las Redes Privadas Virtuales (VPN, siglas derivadas del concepto inglés Virtual Private Networks) son infraestructuras extendidas de redes de área local a las que se puede acceder a través de Internet (aunque se da un cifrado de datos mientras que se debe de establecer algún que otro mecanismo de autenticación para quienes deseen utilizarla).

Por su naturaleza, tal y como se puede deducir en el párrafo anterior, suponen un obstáculo, mejor dicho, un medio de desafío a las acciones de espionaje y censura del gobierno chino. Por ello, ante la situación epidemiológica que atraviesa el país asiático, se ha apostado por poner obstáculos a las mismas.

En las últimas semanas, varios proveedores de VPNs están denunciando varios ataques orquestados por el Estado, que complican el uso normal de las mismas (entre estos figura ExpressVPN). Es más, desde GreatFire puntualizan que el uso de su servicio Circumvention Central se ha disparado en el último mes.