El «bloqueo total» impuesto durante un mes a la isla de Luzón, la región donde se encuentra la capital Manila, para combatir la pandemia de coronavirus, tendrá un impacto muy fuerte, especialmente entre los más pobres y vulnerables: lo explica a la Agencia Fides el padre Andreas Chang, Misionero surcoreano en Filipinas y director del Centro Médico St. Joseph en Malabon, en las afueras de Manila. El 16 de marzo, el presidente filipino Rodrigo Duterte decretó la «cuarentena comunitaria» hasta el 15 de abril en la isla de Luzón, que alberga al menos a 57 millones de personas. Se ordenó el cierre de escuelas, oficinas, transporte y todas las actividades económicas y comerciales, excluyendo farmacias y tiendas de alimentos. Las estrictas medidas tomadas que bloquean a más de la mitad de la población del país son un intento de combatir los brotes de coronavirus. El gobierno invita a las personas a quedarse en sus hogares, mientras que solo se garantizan los servicios esenciales. Cientos de puntos de control se encuentran dispersos por la isla de Luzón para controlar los movimientos de las personas y frenar la propagación de Covid-19.
El Centro de Salud St Joseph en Manila ofrece atención médica y nutrición gratuitas para los pobres de la ciudad, especialmente las mujeres y los niños. «No podemos ayudar a los pobres debido a la cuarentena impuesta por el gobierno federal», comenta el padre Chang. En cumplimiento de las medidas gubernamentales, «Estamos preocupados por los pobres», continúa el padre Chang. «Miles de personas que sobreviven gracias a pequeños quehaceres diarios como ‘conductores de bicitaxis’ (conductores que realizan pequeños transportes en bicicleta), y muchos otros tipos de pequeños trabajadores no tienen trabajo en este momento y muchas familias lucharán por sobrevivir» explica el sacerdote. «Estas personas tienen que preocuparse por tener algo que comer y por su supervivencia en este momento. La crisis del coronavirus se está convirtiendo en una prueba muy dura para los pobres. Cuando ocurre un desastre natural o una crisis como la actual, las personas más afectadas son en su mayoría los pobres, más expuestos, que no están preparados para ninguna contramedida o no tienen amortiguadores», señala el Padre Chang. Por ahora St. Joseph Health Center ha tenido que cerrar sus actividades hasta el 14 de abril. «Pero ahora es el momento de cuidar los unos de los otros a pesar de la situación actual», señala.
Frederick Trigs, un residente de Manila, padre de tres hijos adolescentes, declara a Fides: “En primer lugar, debemos tener suficiente comida para nuestra familia. La situación no nos permite trabajar afuera. Somos pobres. Hay gran confusión y desorientación». En esta fase crítica, la Iglesia filipina está estudiando posibilidades y medidas extraordinarias para satisfacer las necesidades de los más pobres.
La pandemia de coronavirus (Covid-19) ha contagiado a más de 220 personas en Filipinas hasta el momento, provocando la muerte de 7 personas.
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