Por Anthony B. Kim (The Heritage Foundation)
Más que nunca, la libertad económica importa.
El misterioso coronavirus, originado en Wuhan, China, en diciembre de 2019, ha envuelto a países a lo largo del mundo. Al lidiar con una pandemia emergente como esta, desagradablemente contagiosa, los enfoques con principios son esenciales, incluso el mantenimiento de la crisis en contexto, apostando por la plena transparencia y asegurándose de la coordinación y cooperación internacional.
En el núcleo de una efectiva realización de estas tareas fundamentales está un sistema que preserve y mejore la libertad.
Como nos recuerda el recién lanzado Índice de Libertad Económica anual de The Heritage Foundation, las políticas y sistemas de gobierno que promueven la libertad, ya sea por medio de mejoras del Estado de Derecho, la promoción de la competencia y el aperturismo, o adecuadas restricciones en el tamaño y alcance económico del gobierno, se ponen en práctica para ofrecer soluciones prácticas de avance hacia un amplio rango de retos que constantemente afronta el mundo.
El enlace entre la libertad económica y el bienestar humano es innegable. La gente que vive en sociedades más libres, económicamente, han tenido mejor salud y han cuidado mejor del medio ambiente.
También tienden a tener una mayor capacidad para contrarrestar enfermedades infeciosas que no entienden de fronteras, tales como la actual pandemia del coronavirus.
Como se muestra en la siguiente gráfica, las naciones con mayores niveles de libertad económica están, claramente, mejor posicionadas en cuanto al aseguramiento de mejores resultadas, dada su superior capacidad general «para prevenir, detectar y responder a significativos brotes de enfermedades», como se define por el Índice de Seguridad Sanitaria Global.
El Índice de Seguridad Sanitaria Global es una evaluación comprensiva de la seguridad sanitaria y las capacidades relacionadas, conjuntamente publicadas por el Johns Hopkins Center for Health Security, la Nuclear Threat Initiative y The Economist Intelligence Unit.
Como su informe enfatiza, un país resiliente no solo debe «priorizar y ejercer las capacidades requeridas para prevenir, detectar y responder rápidamente a las emergencias de salud pública», sino también «ser transparente sobre sus capacidades para asegurar a sus vecinos que puede parar un brote, impidiendo que se convierta en una catástrofe internacional».
Fundamentalmente, la capacidad de las naciones para controlar las bisagras de la calidad de sus instituciones y sistemas económicos, particularmente dada la positiva relación entre la libertad económica y las capacidades de seguridad sanitaria que se han mostrado en la gráfica anterior.
En un contexto muy similar, en The Washington Post, Josh Rogin señalaba, en su reciente comentario:
Algunos comentaristas están argumentando que la respuesta de China al coronavirus atestigua la superioridad de su marca autoritaria de gobierno y administración de la crisis. En realidad, resulta que las democracias están mejor preparadas para proteger la salud pública (al menos cuando toman ventaja de sus fortalezas de interés). Un país está demostrando cómo hacerlo: Corea del Sur… Las democracias mantienen un balance entre la libertad personal y la responsabilidad de gobierno. Nuestros ciudadanos viven mejor sus vidas porque tienen prometida la dignidad y están asegurados con la verdad. Nuestros valores no son lo que nos hace vulnerables; son lo que nos fortalece.
De hecho, los países con grados de libertad más altos son más resilientes en tiempos de calamidad porque capitalizan con mayor completud la capacidad de sus democracias de libre mercado para reforzar la ingenuidad humana y el empoderamiento.
Tal vez, de manera más remarcable, ellos constantemente van más allá de las fronteras de los logros humanos en ciencia, hitos médicos y tecnología a través de la gran innovación facilitada por el libre emprendimiento.
En un periodo de creciente incertidumbre y ansiedad, el mundo está siendo testigo de cómo los países están respondiendo a la pandemia del coronavirus, a través del espectro de la libertad económica. Mientras que continúe este esfuerzo crítico, preservar políticas que aumenten la libertad económica deben de ser una dimensión integral del combate de la enfermedad infecciosa.
Ahora es tiempo de tomar decisivas pero dirigidas acciones políticas que sean prudentes para minimizar el coste humano y mitigar los efectos económicos asociados al coronavirus.
Como se recuerda en el documento guía de The Heritage Foundation que se titula True North: The Principles of Conservatism, «América es más fuerte cuando nuestras políticas protegen nuestros intereses nacionales, preservan nuestras alianzas de personas libres, contrarrestan vigorosamente las amenazas a nuestra seguridad y avanzan la prosperidad por medio de la libertad económica dentro y fuera de nuestras fronteras».
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