Hoy, viernes 27 de marzo, si uno consultaba tanto los principales titulares de prensa como las tendencias más comentadas en la red social Twitter, podía toparse fácilmente con el término «Holanda».
Lo primero resulta ser escalofriante. Los centros hospitalarios neerlandeses están negándose a recibir en sus salas de urgencias a aquellos pacientes de avanzada edad que puedan estar contagiados con el coronavirus.
Se ha llegado a considerar incluso que España e Italia tienen demasiada obsesión con salvar a los ancianos (pese a que, aunque se silencie, se está tratando de descartarlos sin más cuando se puede decidir sobre su ingreso en una UCI).
De todos modos, esto no ha de sorprender. Los Países Bajos no solo fueron pioneros en la promoción de la legalización de la eutanasia. Conviene recordar que hablamos de un territorio con una sociología bastante secularista, nihilista y relativista.
No obstante, en otras cuestiones, habrá que considerar lo de que la verdad es tal sea quien la diga Agamenón o su porquero. Sí, como las polémicas levantadas en el Consejo Europeo, ayer, por su ministro de Finanzas, el democristiano Wopke Hoekstra.
Consideran «repugnante» la situación presupuestaria española
El Consejo Europeo debatía, ayer por la tarde, sobre medidas económicas a adoptar para contrarrestar la «crisis del coronavirus» (en otras palabras, un plan comunitario de contingencia económica).
Los representantes de países como España, Francia, Italia y Portugal (Pedro Sánchez estuvo presente) eran partidarios de un nuevo Plan Marshall (esto ya se discutió en su día como «excusa» para la «cooperación al desarrollo» con África).
Ahora bien, esta propuesta, basada en más subvenciones de ingente cantidad indeterminada para los Estados miembros se topó con la oposición de representantes de países como Alemania, Holanda, Finlandia y Austria.
De hecho, la cosa fue algo más allá. Hoekstra solicitó a las autoridades eurocráticas la apertura de una investigación a países como España y Portugal por no tener un margen de superávit presupuestario suficiente para «contrarrestar» la situación actual.
Consideró la situación como «repugnante». Ahora bien, ¿lleva razón? En 2019, España cerró con un déficit próximo al 3% del Producto Interior Bruto (PIB), volviendo a incumplir esos teóricos objetivos de déficit que marca la eurocracia soviética.
Aunque el fondo varíe, el neerlandés estuvo acertado en esta cuestión financiera
Conviene recordar que, pese a que los Países Bajos no son uno de los países europeos con mayor proporción de gente que cree en la dependencia absoluta del Bienestar del Estado, sus criterios de política económica no se guían por una convicción.
Las reformas de carácter liberalizador o austero que se han llevado a cabo en buena parte de la socialdemócrata «Europa del Norte» han respondido a un absoluto utilitarismo (nada que ver con el criterio de Bolsonaro y de la derecha texana).
De hecho, de acuerdo con la reciente edición del Índice de Libertad Económica del think tank norteamericano The Heritage Foundation, la presión fiscal no es bastante liviana mientras que las dimensiones gubernamentales son propias de una economía reprimida.
No obstante, cierto es que la gestión política económica española es un desastre que, en medida incremental, abocará a las familias y a las empresas a la ruina absoluta. Es más, debido a la subvención y la regulación, cada vez crece menos la Unión Europea.