Por Gustavo Solimeo
Publicado en Tradition, Family and Property
Hay hoy muchos elementos en el mundo moderno que están allanando el camino al socialismo; entre estos están, nada menos, el materialismo y el relativismo. Esas dos perspectivas de la vida no solo son respaldadas por socialistas, sino, a menudo, suscritas por grandes sectores de la población en gran medida.
Materialismo práctico
Desde que el materialismo es la raíz del socialismo, el hoy extendido materialismo práctico prepara el terreno para la germinación de la semilla socialista.
Desafortunadamente, una proporción incontable de gente, incluso muchos cristianos, viven como si no hubiera una vida eterna y tras la muerte no hubiera ni premio ni castigo. Muchos solo se preocupan por ganar dinero y vivir el presente. Estos no hacen nada distinto a trabajar para disfrutar de la vida como si fuera a permanecer para siempre.
A estos podría importarles menos que la Ley de Dios está siendo violada, que la corrupción moral es rampante y que muchas almas se están perdiendo. Todos lo que valoran es su pequeño mundo y la satisfacción inmediata.
Relativismo práctico
Donde hay materialismo práctico también hay relativismo práctico. Algunas personas admiten que la verdad y el error así como el bien y el mal existen en teoría pero que, prácticamente hablando, no tienen problema en coexistir con errores doctrinales y aberraciones morales como si fueran totalmente compatibles. Por ejemplo, uno podría rechazar personalmente el aborto o el «matrimonio entre personas del mismo sexo», pero coexistir con otros que abogan y promueven estos vicios con indiferencia o, incluso, favorablemente.
Otros pueden profesar ser católicos y, al mismo tiempo, vestir como paganos sin modestia o decencia; ellos dan rienda suelta a la sensualidad viendo películas o programas de TV inmorales, incluso pornografía.
¿Comprometer la moral por ventajas morales o políticas?
Desafortunadamente, incluso algunos conservadores, predispuestos por este «materialismo práctico» y «relativismo práctico», aceptan o incluso promueven la falsa noción de que uno puede separar los principios económicos de los valores morales. Encuentran más expeditivo dejar los valores morales aparte cuando se centran en materias fiscales, económicas y políticas.
Esta visión está completamente distorsionada. El socialismo es mucho más que un sistema político y económico. También trata sobre valores morales. Es una filosofía basada en una cosmovisión secularista, materialista y evolucionista así como un movimiento ideológico que no solo pretende transformar la sociedad y la economía, sino al hombre como tal.
Contradicción inherente
Hay una contradicción inherente en decir que uno no necesita combatir el materialismo y el relativismo para combatir el socialismo. Esta actitud necesariamente da lugar a avances socialistas en los campos económico, político y fiscal. Sería ingenuo pensar que una vez se hubiera tenido éxito en adquirir avances en asuntos morales y sociales, los activistas socialistas se contentarían a sí mismos con una victoria parcial, sin extender su filosofía a otros campos.
Por lo tanto, el socialismo ha de ser combatido en todos los frentes. Este es el único frente en esta guerra global. No hay contradicciones entre la responsabilidad fiscal y la moral. De hecho, una complementa a la otra, en tanto que ambas implican restricciones y decisiones morales personales.
Es más, restringir la acción de uno a combatir el socialismo en los frentes económico y fiscal es equivalente a adoptar una ideología socialista, la cual afirma que solo las materias materiales importan.
¿»Sabiduría» política?
Uno podría oponerse, políticamente hablando, a la idea de que es más sabio comprometerse en valores morales a veces, a fin de alcanzar un acuerdo en materias fiscales.
Aunque todos reconozcan que los conservadores tengan derecho a concentrarse en los campos de acción que defienden, el compromiso en los asuntos morales es imposible desde que incluso las materias fiscal, económica y política implican moralidad en tanto que todas ellas se basan en el comportamiento humano. Acordando su compromiso con los valores morales, uno traiciona los valores contenidos en el legado dado a los Padres Fundadores. Una América de valores morales es la fundación de la nación y, especialmente, el baluarte del movimiento conservador. Desde sus orígenes, América siempre ha defendido una ley suprema expresada en los Diez Mandamientos. Si se abandona, la nación peligrará.
Entonces, siendo así, ¿qué puede decirse de los conservadores fiscales y políticos que aceptan, apoyan o incluso promueven puntos de la agenda socialista o el matrimonio entre personas del mismo sexo? Todos los conservadores genuinos deben rechazar esa aberrante contradicción ya que traicionan sus principios fundamentales.
En el análisis final, comprometerse en asuntos morales allana el terreno al abandono de los principios y allana el camino para el éxito de la ideología socialista.
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