Hoy, Lunes Santo, han vuelto a ser varias las noticias en torno a la epidemia del COVID-19 y el totalitario Estado de Alerta implantado por el PSOE y PODEMOS (con la colaboración indiscutible del PP y de C’s). Algunas de estas han guardado relación con la materia educativa.
El llamado «Sindicato de Estudiantes», que no deja de ser sino una mera entidad de agitación que, dentro de la hegemonía revolucionaria que impera en el entorno educativo español, trata de amagar a los poderes estatales y de coaccionar e intimidar a todo aquel que les ponga en cuestión, ha lanzado un comunicado de prensa.
En el mismo se puede leer lo siguiente (una serie de «exigencias»):
1. Que todos los y las estudiantes pasen de curso. Reorganización de los planes de estudio para recuperar los contenidos esenciales que no hemos podido cursar presencialmente en el próximo curso académico.
2. Cancelación de todos los exámenes, incluida la EBAU. Supresión de las notas de corte para entrar a la universidad. Plazas suficientes para todas y todos en la carrera que queramos estudiar. Devolución inmediata de la matrícula universitaria íntegra del segundo semestre.
3. Que todos los alumnos y alumnas de la FP que quieran realizar sus prácticas íntegras lo puedan hacer sin volver a pagar las tasas y puedan titular inmediatamente después.
4. Puesta en marcha inmediata de un plan de rescate a la educación pública –desde infantil a universidad– que se mantenga en el tiempo. Cualquier medida que se adopte para salir del paso este año, si no se acompaña de recursos económicos para reparar la situación de emergencia social que vive nuestra educación, serán parches hoy y una escabechina el día de mañana para millones de estudiantes:
– Reversión de todos los recortes. Contratación masiva e inmediata de profesores y creación de miles de puestos fijos para los docentes interinos.
Como se puede observar, inciden en su línea ideológica, aprovechando la situación de «caos» en torno a la susodicha epidemia, mencionando determinadas medidas políticas que se basan, en resumen, en promover injustificados aprobados generales e incrementar más el gasto estatal para un sistema forzosamente asignado.
De todos modos, por muy criticables que puedan resultar estas propuestas, quizá no haya que limitarse a criticarlas sin más, a afirmar que esa organización «sindical» no está acertada. Existe una emergencia (no mencionada) que nos da razones enésimas para ir al fondo de la cuestión.
La relevancia del Sindicato de Estudiantes es una consecuencia de la cuestión cultural
Con la colaboración de determinados silencios y actitudes esnobistas, la hegemonía de los dogmas revolucionarios en el sistema educativo ha ido avanzando con el paso de las décadas (de hecho, hay quienes por activa o por pasiva no han querido revertir estos, sino, si acaso, poner su granito de arena también).
Ante un régimen de absoluto monopolio curricular y una «burda garantía» de libertad educativa basada en los conciertos educativos, no pocos centros educativos se han convertido en plenos centros de adoctrinamiento: ecologismo, feminismo, laicismo, multiculturalismo, Desmemoria Histórica y oposición a la economía de mercado.
Al mismo tiempo, han ido primando valores que contraponen el igualitarismo a la meritocracia. Especialmente, en la llamada edukación públika de calidá, no hay un interés en competir para promover una mayor calidad (puede primar más cierta endogamia). Luego, el esfuerzo académico tiende a penalizarse.
De esta manera, no es muy anormal que cobren protagonismo organizaciones única y exclusivamente dedicadas a la agitación y propaganda de corte colectivista, revolucionario e indudablemente totalitario. Ese es el caso del llamado Sindicato de Estudiantes.
Es hora de tomarse en serio la cuestión contracultural
Da igual que lo llamemos «movimiento contracultural» o, con mayor precisión, «movimiento contrarrevolucionario». Sin incurrir en economicismos, conviene movilizarse, pero no solo para que un sindicato en sí pueda no tener protagonismo en consejos, sino para que prevalezca la Verdad, cuyo fin último es Dios.
En base a una suma de fuerzas, en una tendida de puentes, conviene que todos aquellos que defiendan la Ley Natural de Dios, la tradición, la libertad, la subsidiariedad, la dignidad humana y la propiedad trabajen conjuntamente, tanto en la calle como en el entorno académico y las redes sociales para desmontar toda la mentira revolucionaria.
La crisis de principios que sufre España es un problema tan grave como que haya bastantes jóvenes imbuidos por el comunismo. Por tanto, corresponderá esforzarse para que no puedan tener relevancia organizaciones nostálgicas de regímenes criminales y sanguinarias repúblicas, tales como el Sindicato de Estudiantes.