Seis meses han transcurrido tras los comicios electorales legislativos polacos, que volvieron a dar mayoría absoluta a los nacionalistas-conservadores de Ley y Justicia (socios y homólogos de la formación español VOX).
De hecho, cierta convocatoria está en el aire. En mayo se celebrarían las elecciones presidenciales, posiblemente por vía postal, mientras que la oposición liberal y socialista pide posponerlas, con motivo de la situación de epidemia debida al COVID-19.
No obstante, no es motivo de esta noticia ninguna cuestión relacionada con estos comicios, sino los datos y las conclusiones que se pueden extraer de un reciente sondeo para wpolityce.pl (hecho el pasado fin de semana, y publicado ayer):
De la misma, conviene destacar una serie de tendencias, dejando aparte la probabilidad de que, por el momento, la formación de gobierno tendría las de ganar (mejorando, de hecho, considerablemente, su puntuación así como su representación parlamentaria).
La primera es la impresionante debacle que tendría la izquierda. Por un lado, la Coalición Cívica (homóloga del PP y de C’s, así como segundo bloque con más respaldo) pasaría a perder unos doce puntos.
En relación a esto, conviene puntualizar que de por sí, esta no suele obtener menos de lo deseado en tanto que el área occidental polaca es más atomista y relativista (en especial, urbes como Gdansk, incluyendo también la capital, Varsovia).
Por otro lado, la coalición Lewica (única forma de que los socios polacos de PODEMOS pudieran obtener algún escaño, junto a los postcomunistas del SLD y el fracasado experimento del homosexualista Robert Biedron) no consigue levantar cabeza. Se hunde.
Aparte de ello, conviene puntualizar la mejora porcentual que está experimentando la coalición Confederación – Libertad e Independencia, que actualmente tiene unos once escaños y obtendría entre 4 y 5 puntos más.
Hablamos de una coalición compuesta por el partido monárquico y paleolibertario Libertad, la Asociación Corona Polaca (liderada por el católico tradicionalista Grzegorz Braun) y el nacionalista Movimiento Nacional (más pro-mercado que Ley y Justicia).
A la luz de esto, conviene resaltar no solo que Polonia, a diferencia de España e Irlanda, se resiste al suicidio cultural, sino que cada vez se escora más hacia la derecha. De hecho, esa coalición previamente mencionada es la opción preferida de los jóvenes.
Quienes son más jóvenes tienden a ser no solo más partidarios de un mayor margen de libertad económica (algo en lo que Polonia tiene que mejorar bastante), sino también más religiosos, «conservadores» y tradicionalistas, incluso escépticos del republicanismo.
Con lo cual hay un margen sociológico con algo de fuerza para intentar hacer mella en el ámbito de la soberanía política, que a su vez contrasta con la situación española, donde, como es sabido, la hegemonía izquierdista está acompasada al complejo derechista.
Por lo tanto, en el plano cultural y social, igual España debería de explorar las fórmulas organizativas y asociativas, así como de acción, de esas fuerzas contrarrevolucionarias polacas (tradicionalistas, paleolibertarias…).