En estos días de confinamiento releo los libros de Antonio García Trevijano sobre la democracia, concretamente «Frente a la gran mentira», “El discurso de la República” y «Teoría pura de la República». Como todo lo de Trevijano son textos académicos, coherentes, absolutamente correctos en su redacción, de un lenguaje muy cuidado y con una idea de coherencia clara.
Su error fundamental, a mi modo de ver, es mezclar lo utópico con lo académico-teórico y terminar olvidando lo ‘real’. Es el mismo defecto de los marxistas con su socialismo utópico (pretendieron eliminar este apelativo de «utópico» llamándolo ‘científico’, lo que es aún más jocoso). O sea, Trevijano define la democracia utópica llamándola ‘política’, y se olvida de toda realidad.
Así cuando dice, y es el centro de su discurso:
«Nadie me discutirá si afirmo que las tres propiedades típicas de la democracia, aquellas que la hacen ser lo que es y no otra cosa parecida – el principio representativo en la sociedad política, el principio electivo en el gobierno y el principio divisorio del poder en el Estado -, tienen por finalidad preservar la libertad política y los derechos fundamentales de la persona y de los grupos de personas, haciendo posible que los gobernados elijan, depongan y controlen en todo momento a los gobernantes».
Esto, que dicho así queda precioso en el papel, sin embargo, es lo más utópico que se puede leer sobre lo que es una democracia, porque NINGUNA democracia del mundo ha existido ni existirá que tenga algo que ver en la realidad con esas propiedades que cita Trevijano. Y aun así ni siquiera estas propiedades son lo que se necesita en la realidad.
Debería haber empezado diciendo:
El objetivo de lo político es lograr tanto el bienestar como la elevación personal del pueblo. Y si para ello la democracia sirve, pues perfecto, y si en la realidad no sirve pues a la porra la democracia. Y si el marxismo no sirve para ello, su supuesto “cientifismo” no sirve de nada ni es nada más que demagogia. Y lo mismo con el sistema político que sea, si no logra mejorar el nivel de la gente tanto en lo material como en lo ‘espiritual’ (cultura, arte, moral, naturaleza, etc) tampoco sirven de nada sus ideas.
Esto es lo previo. Es cierto que muy inteligentemente denuncia la utopía democrática ‘ideológica actual’ cuando dice:
“La democracia como ideología se ha convertido en el más formidable obstáculo que han construido las clases dirigentes europeas, y especialmente los partidos de izquierda, contra la posibilidad de la democracia política”.
Muy bien, coincidimos, excepto en que eso de ‘democracia política’ no se sabe bien qué es ni dónde existe. Sobre todo, si ha existido, y si es ‘democracia’ o no.
El problema es que Trevijano está hipnotizado por la palabra ‘democracia’, y cree que añadiéndole un adjetivo como ‘democracia política’ ya es otra cosa. Es como eso de la ‘democracia popular’ comunista o la ‘democracia orgánica’ franquista, otros ejemplos de hipnosis por la palabra «democracia».
Él mismo dice: “La idea democrática, que sólo puede ser una parte de la realidad, ha adquirido hoy, al convertirse en ideología del conocimiento, un poder mayor que el de la realidad misma, a la que suplanta”.
Así es, pero luego Trevijano se lía en teorías representativas académicas.
De qué sirve elegir, si se elige según la propaganda de los mass media, los medios de masas en manos del dinero, y a un montón de miserables que se presentan a ello. Y si no se logran esos fines reales, pero la gente está encantada con su TV y su internet, su prestación de desempleo, su endeudamiento masivo, su cultura de la droga y la basura, ¿de qué sirve tanta elección y democracia?
¿Cómo lograr eliminar el poder del dinero y la demagogia en una sociedad de masas enormes donde nadie conoce a nadie de los que eligen? Sin eliminar ese poder, de qué sirve tanta teoría. Y para eliminarlo ¿es bueno el sistema democrático? Parece que no, pues nunca lo ha hecho en ningún sitio. ¿Qué lógica tiene además que un idiota, o un miserable moral, vote igual y su voto valga lo mismo que un héroe o un honrado trabajador?
Trevijano no expone nada de eso, y es porque esas cosas no son académicas sino REALES.
En fin, muchas palabras para pocas nueces. Prefiero un Frente del Trabajo y una eliminación de la usura que todas esas palabras democráticas.
La democracia igualitaria de masas es intrínsecamente un sistema plutocrático. Aunque lo llamen democracia es en realidad una plutocracia y una usurocracia, y lo es aquí y en todas partes. Y no ha existido nunca algo distinto de ello.
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