La gestión de la crisis de la pandemia del coronavirus codificado como COVID-19 no está siendo igual en todas las administraciones estatales del territorio español (bueno, nunca lo ha sido). Por consiguiente, la diligencia y la precisión tampoco está siendo acertada en la misma medida.

Tenemos, a nivel nacional, como bien es sabido, un ejecutivo que no solo incurrió de manera negligente en tanto que, para comenzar, incurrió en la mentira y en la desinformación (acompañada de risitas y performances), teniendo clara única y exclusivamente una tarea: estrangular política y económicamente a la sociedad española.

Seguimos bajo la aplicación del decreto de Estado de Alarma (cuya «enésima» prórroga se solicitará al Congreso de los Diputados), aunque se esté entrando ya en lo que llaman «fases de desescalada», de modo que la libre circulación de las personas no se vea ya tan menoscabada como en la segunda quincena de marzo.

Este bagaje de medidas políticas, que como ya es sabido, incorpora numerosas medidas que abren la puerta a la intervención de las cadenas de producción y puesta en el mercado de determinados productos así como de sectores de una índole muy diversa (por ejemplo, fábricas) fue apoyado por el principal partido de la oposición: el Partido Popular (PP).

No obstante, en cuanto a gestión en sí, hay algunas diferencias que conviene tener en cuenta y sí se mencionarán en este presente ensayo.

La gestión de Díaz Ayuso es, en sí, más solvente

Podemos cuestionar al PP en tanto que apoya el Estado de Alarma (sin la «rebelión» de ningún grupo de diputados de una misma provincia, región o «corriente interna»). De hecho, ayer por la tarde, en la red social Twitter, salió un trending topic que exigía a la formación liderada por Pablo Casado que no fuera cómplice del proyecto dictatorial frentepopulista.

No obstante, conviene reiterarse en que, si bien no todo tiene por qué ser de sobresaliente, la gestión del PP en Madrid (tanto a nivel municipal capitalino como autonómico; sin incluir a C’s en tanto que se han preocupado más de que su parte coaligada saque más tajada) tiene una serie de puntos que conviene valorar (o resaltar, aunque se discutan) a continuación:

• Primer gobierno regional en adoptar medidas, antes del sábado 14 de marzo, tales como el cierre de colegios y la cancelación de eventos culturales en entidades dependientes de sus administraciones.
• El consistorio municipal matritense prohibió los veladores y ordenó el cierre de establecimientos hosteleros en esa misma semana (segunda del mes de marzo).
• Solicitud de medidas de contingencia diez días antes al Gobierno de España.
• Reconocimiento de la labor de los servicios religiosos católicos, no necesariamente en el área sanitaria, sino también en Semana Santa (esto último, por parte de Almeida, que remitió cajas de dulces, cortesía de la entidad municipal).
• Mientras que Moncloa se dedica a intervenir empresas que fabrican mascarillas, confiscar paquetes de tests de determinadas empresas (lo importado de China, por su parte, resulta en un presunto acto de crony capitalism, por eso de las posibles comisiones, aparte de denotar sumisión política a China) y a bloquear la distribución de material sanitario, por sí sola, la Comunidad de Madrid ha conseguido que varios aviones hayan provisto ya de los correspondientes conceptos de protección sanitaria a los centros de la región (incluso camas).
• Propuestas de rebajas fiscales (obviamente, estas deben de ir siempre acompañadas de recortes de gasto estatal, pero cierto es que Moncloa no ha planteado sino subidas y armonizaciones, incluso creaciones de nuevos tipos).
• Puesta en valor de la iniciativa privada y de la disposición de empresas de distintos sectores, no necesariamente de grandes dimensiones.
• Escepticismo hacia el «aprobado general».
• Denuncia, por parte de Díaz Ayuso, de la «ruta dictatorial».

Balón de oxígeno para el PP de Madrid

Si bien, en mayo de 2019, pese a la fragmentación de las preferencias de voto de la derecha sociológica matritense mayoritaria, hubo cierta sensación de fortalecimiento en el PP de Madrid, en tanto que Gabilondo perdió oportunidad de asumir la presidencia y Carmena fue desbancada, ahora parece que hay más motivos.

Se daba por hecho que el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso se iba a fortalecer en gran medida en estos meses. Incluso ha sorprendido la buena soltura en oratoria de José Luis Martínez-Almeida, quien en ocasiones ha llegado a «eclipsar inocentemente» a un Pablo Casado que años antes de asumir la presidencia nacional del PP tenía cierto carisma.

Pues bien, las encuestas lo confirman. Por lo menos, así se desprende de unos sondeos hechos por la consultora demoscópica GAD3 para el diario ABC:

Como se puede observar, gracias a fuertes subidas del PP, podría darse por segura cierta holgura para «el bloque de la derecha». En el caso del consistorio de la urbe capitalina, los «peperos» se quedarían a tan solo dos escaños de la mayoría absoluta. Mientras, a nivel regional, por lo menos, de momento, el PP, por sí solo, se acerca más a los 67 escaños.

La «filial» del Elíseo francés seguiría con su caída libre, rozando alguna que otra pérdida de representación cameral. Ergo, nada se estaría apremiando a la co-gestión que hayan podido desempeñar tanto Begoña Villacís como Ignacio Aguado (junto a sus respectivos adláteres de partido) en las administraciones municipal y autonómica.

En cambio, VOX podría estar viéndose afectado por no haber conseguido el liderazgo político (en términos de imagen) de la derecha sociológica matritense, más en esta crisis. Luego, conviene puntualizar que hay descontento con sus bandazos en materia económica, a fin de intentar captar votantes de barrios obreros (operación que no será exitosa).

Por lo tanto, salvo que hubiera cambios, igual puede decirse que, en efecto, volveríamos a los tiempos de las mayorías absolutas que conseguía Esperanza Aguirre en sus sucesivas legislaturas autonómicas. Y, desde aquí, como canal de una mayoría social, nuestro deber será, sin duda, intentar marcar un rumbo político con criterios contrarrevolucionarios.

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