Belén Bermejo González, Universitat de les Illes Balears y Carlos Juiz García, Universitat de les Illes Balears
La reducción de las emisiones que producen el cambio climático es uno de los mayores retos de nuestra sociedad. Por eso se desarrollan políticas, por ejemplo, para optimizar el uso del transporte. Sin embargo, parece que no se le da la misma importancia al uso las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). Gracias a ellas accedemos a servicios a través de internet, continua y frecuentemente, generando y consumiendo contenidos digitales.
Llama poderosamente la atención el menor interés por parte de los medios de comunicación del terrible impacto ambiental del uso de estas tecnologías, en comparación con uso del transporte aéreo.
Actualmente, la contaminación provocada por las TIC ronda el 4 % del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sobrepasando la de la aviación civil (aunque su impacto en el calentamiento global es mayor). Al actual ritmo de crecimiento, este porcentaje se duplicará para el año 2025, llegando al equivalente de los automóviles en la actualidad (ver figura 1).
El impacto de nuestra actividad online
Dentro de esas emisiones, el e-consumo, basado en el uso de servicios a través de internet, es un factor de extrema importancia debido a su intensidad y el volumen de usuarios. Por ejemplo, cada minuto se reproducen 4,7 millones de vídeos en YouTube (ver figura 2).
Aunque el objetivo sea concienciar sobre el cambio climático, veamos la dualidad a la que nos enfrentamos en el uso de las TIC.
Un solo vídeo de 4 minutos en YouTube genera el equivalente a 17 gramos de CO₂ en la atmósfera. Si tomamos como ejemplo la campaña contra el cambio climático de Greta Thunberg en esta plataforma, su consumo por el público ya ha generado más de 46,98 toneladas de CO₂. Esto equivale aproximadamente a las emisiones de 18 vuelos de ida y vuelta de Estocolmo a Nueva York.
Si a este cálculo añadimos el consumo en redes sociales y otras plataformas, el impacto alcanza cifras muy elevadas (ver figura 2). Así, por ejemplo, en YouTube se consumen vídeos de más de 11 minutos, por lo se producen 229 toneladas de CO₂ en un día. Sería equivalente a las emisiones de un cuarto de millón de pasajeros tomando ese mismo vuelo transoceánico.
Otro ejemplo es enviar un correo electrónico con un archivo adjunto. Sus emisiones equivalen al consumo eléctrico de una bombilla durante una hora.
Además del problema de emisiones de los dispositivos electrónicos que utilizamos, nuestra actividad online implica el uso de redes de comunicaciones y centros de datos. Estas infraestructuras tienen la mayor demanda energética combinada (ver figura 3).
Por ejemplo, uno de los centros de datos de la empresa Sabey consume más del 50 % de la energía eléctrica empleada en la ciudad de Nueva York. En el año 2025, los centros de datos provocarán el mismo impacto en emisiones diarias que todos los vuelos del mundo.
En consecuencia, cualquier política de reducción de gases de efecto invernadero debe considerar también el uso de los dispositivos inteligentes y la consecuente infraestructura TIC para soportarlo.
La disciplina conocida como Green IT pretende minimizar el impacto ambiental causado por la producción de emisiones y conseguir el uso eficiente de los recursos computacionales. Entre las técnicas de Green IT para reducir el consumo eléctrico en los centros de datos se incluye la consolidación de servidores.
¿Qué es la consolidación de servidores?
La consolidación de servidores consiste en atender al máximo de usuarios que sea posible con el mínimo número de servidores. De esta forma, muchos de ellos se pueden apagar y dejan de consumir energía innecesariamente.
Gracias a la virtualización, el usuario es ajeno al proceso de consolidación y no afecta a la disponibilidad del servicio.
Desgraciadamente, la consolidación aumenta la carga de trabajo de los servidores que permanecen encendidos, algo que puede perjudicar la calidad del servicio. Esta técnica intenta resolver el dilema de maximizar el número de usuarios por servidor para reducir el consumo eléctrico y a la vez minimizar esa pérdida en calidad del servicio.
¿Cuál es la cifra idónea de usuarios por servidor?
Para tratar de responder a dicha pregunta, hemos propuesto un nuevo índice de Green IT. Bautizado como CiS², cuantifica la idoneidad del número de usuarios por servidor. Se calcula como el producto entre los ratios de pérdida de calidad de servicio y de reducción de consumo energético.
La ventaja del CiS² con respecto a otros índices propuestos anteriormente es que consigue relacionar estos dos factores críticos a la vez.
La figura 4 representa gráficamente los posibles valores del índice en función del número de usuarios que hay en un servidor. Podemos observar de un solo vistazo si un número de usuarios es adecuado para un servidor dado.
Además, la representación del CiS² bastaría para que un administrador de sistemas de un centro de datos pudiera escoger entre diferentes tipos de servidores sin conocer los detalles de su hardware.
Por ejemplo, si el administrador de sistemas tuviera que elegir entre 5 servidores diferentes que den soporte a los usuarios de un servicio (ver figura 5), el más adecuado para cualquier número de usuarios es el HPI. Sus valores del índice CiS² están en la zona verde de consolidación eficiente y, además, alejados de la diagonal de referencia que separa los servidores ineficientes de los eficientes en consolidación.
Por otro lado, si el administrador conoce la cifra de usuarios, puede elegir el servidor que más se adecúe al servicio que proporciona en ese momento. Por ejemplo, si el número de usuarios fuese el triple, los servidores más adecuados serían el HPI o el T330.
Conclusiones
Podemos reducir los efectos del cambio climático no solo gestionando mejor el uso de las industrias tradicionales, como el transporte, sino también el consumo de las TIC y con las TIC.
La ingente cantidad de vuelos que efectuamos producen emisiones de gases de efecto invernadero. El aumento del número y envergadura de las infraestructuras aéreas provoca a su vez un incremento del uso del avión, en un círculo vicioso de consumo.
No obstante, parece que somos más condescendientes con la cantidad de dispositivos electrónicos y sobre todo con los efectos del e-consumo.
Desgraciadamente, esta e-pocresía (así la hemos llamado nosotros) produce el mismo tipo de consecuencias negativas para el clima debido al aumento del tamaño de las infraestructuras TIC y su creciente consumo eléctrico, en otro ciclo de consumo tan vicioso como el del transporte.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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