Los ministros de Salud de todo el mundo adoptaron una resolución sobre políticas de salud para responder a la pandemia de COVID-19 a principios de esta semana en la Asamblea Mundial de la Salud que incluye la “salud sexual y reproductiva”. Los Estados Unidos objetaron a la inclusión del término y rechazaron la noción de un derecho internacional al aborto.
“No hay un derecho internacional al aborto, ni hay ninguna obligación por parte de los Estados Unidos para financiar o facilitar el aborto”, indica una declaración por escrito presentada por los Estados Unidos como una reserva formal, durante el primer encuentro virtual del órgano de gobierno de la Organización Mundial de la Salud.
La política de los EEUU respalda “los mejores resultados posibles para la salud, vida, dignidad y bienestar durante todas sus vidas” y “alta calidad de atención sanitaria para mujeres y chicas durante toda la vida”, de acuerdo a la reserva de los EEUU, no simplemente el aborto.
En la declaración, el gobierno de EEUU rechazaba dos párrafos en la resolución del COVID-19 de la Asamblea Mundial de la Salud para incluir el término “salud sexual y reproductiva”.
“No aceptamos referencias a ‘salud sexual y reproductiva’ u otro lenguaje que sugiera o explícitamente declare que el acceso al aborto está incluido en la provisión de prestación de servicios de salud a la población y a nivel individual”, se lee en la declaración.
Mientras que los párrafos reconocen que las políticas y leyes de salud corresponden a los estados, la inclusión de términos ambiguos como “salud sexual y reproductiva” en las resoluciones de la ONU aún da a las agencias de la ONU pretexto para promover el aborto, según hace sistemáticamente la Organización Mundial de la Salud y ha hecho durante la pandemia del COVID-19.
“Los Estados Unidos creen en las protecciones legales para el no nacido”, dice la declaración de los EEUU.
La reserva de los EEUU también repite el discurso del Presidente de los EEUU Donald Trump a la Asamblea General en 2019, “Los americanos nunca se cansarán de defender la vida inocente” y reprende a los organismos de la ONU por promover el aborto como un derecho humano y presionar a los países para eliminar las restricciones legales sobre el aborto”.
“Resumiendo, los EEUU hicieron un excelente trabajo en el avance de las posiciones pro-vida en la Asamblea Mundial de la Salud de este año,” dijo Scott Fischbach, el Director Ejecutivo de Ciudadanos de Minnesota Interesados en la Vida, a Friday Fax.
A pesar de que la posición de los EEUU no prevaleció porque “salud sexual y reproductiva” fue incluida en la resolución, Fischbach destacó que “Los EEUU se mantuvieron firmes por la vida durante todas las negociaciones sobre el documento”.
El énfasis en la declaración de los EEUU en contra de una obligación para financiar el aborto es nuevo. Es una reacción a los organismos de la ONU y los países europeos que presionan al gobierno de los EEUU para permitir la financiación del aborto en emergencias humanitarias como desastres naturales y guerras.
Los EEUU son el mayor donante individual a la Organización Mundial de la Salud, contribuyendo a un quinto del presupuesto de la organización con aproximadamente $420 millones en 2019.
Las leyes federales prohiben que los fondos de ayuda al extranjero de los EEUU se usen para ejecutar abortos o coaccionen a nadie para ejecutar abortos. La ley, conocida como la Enmienda Helms, fue promulgada en 1973 y se aplica a toda la ayuda al extanjero, incluyendo la ayuda de emergencia para la pandemia del COVID-19.
La ley federal también prohíbe el cabildeo a favor o en contra del aborto por organizaciones internacionales, tales como la Organización Mundial de la Salud. El Presidente Trump ha puesto en práctica y expandido la Política de la Ciudad de México para prohibir que organizaciones no gubernamentales extranjeras que realizan y promueven el aborto reciban ninguna ayuda internacional de los EEUU.
Una contundente carta publicada a principios de esta semana por el Director en Funciones de la Agencia de los EEUU para el Desarrollo Internacional, John Barsa, acusando al Secretario General de la ONU Antonio Guterres de promover el aborto, parece señalar una postura más agresiva de la administración Trump en la defensa de las leyes y políticas pro-vida de los EEUU en ámbitos diplomáticos.
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