Juan Donoso Cortés afirmaba en su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, que detrás de toda cuestión política subyace un problema teológico. Esta verdad paladina era tan cierta ayer como hoy. Sin embargo, nunca antes como ahora contó tal afirmación con tan poco reconocimiento entre los hombres.

Y es que en la actualidad es prácticamente imposible encontrar algún economista con cierto respaldo social que afirme que la economía es una acción humana, y por tanto sometida a la moral.

O que la vida social y política debe estar sometida igualmente a la moral, de forma tal que no cabe pensar que sea ley cualquier ordenamiento que no cumpla un doble estándar: por un lado, el ser respetuosa con la moral; y por otro lado, el ser respetuosa con el bien común.

Por ello tarea principal de cualquiera que quiera enfrentarse al NOM (conglomerado en el que se mezclan liberales de izquierda y de derecha con otras corrientes) es afirmar, a tiempo y a destiempo, que la libertad política y social no es ilimitada, sino que siempre, si es auténtica libertad, debe correr dentro de los limites de la Ley de Dios y el bien común.

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