Por Fernando Navarro García
Censuran Lo que el viento se llevó. Las universidades cuentan con ‘espacios seguros’ para que los estudiantes puedan refugiarse y convalever de sus traumas ante ciertos horrores históricos…
En Oxford se ha planteado hace poco prohibir la obligatoriedad de ciertas clases y conferencias sobre materias que no sean favorables o del agrado de determinados colectivos o minorías sexuales…
Se reeditan las obras de Hergé o de Enid Blyton depuradas de sus incorrecciones políticas propias de los tiempos en que fueron escritas… ¿Habrá algun autor desde Homero en adelante que pudiera salvarse de la quema si le aplicaramos nuestra hipersensibilidad actual?
Podría seguir con el anecdotario, pero lo dejo aquí por no alargarme.
Buenos tiempos para repasar la que nos viene encima y hacerlo con la orientación de los maestros de la persecución.
Si la llamada ‘intelectualidad’ de la época no se da cuenta de que estamos caminando sobre el filo de navaja es que siguen siendo los tontos útiles del tirano que han sido tantas veces en el olvidado siglo XX. Ahi tienen a Heiddegger con el nazismo o a Sartre o Alberti con el comunismo.
Pero la Neo Inquisición de hoy es mucho más artera que la clásica, pues ya no requiere un enemigo que te denuncie pues el enemigo eres tu mismo. Es el epítome glorioso de los Procesos de Moscú en donde el disidente se autoinculpaba y caminaba hacia el patíbulo gozoso de su compromiso comunista. ¿Qué mayor involucración con la causa que acusarse a si mismo cuándo sentía flaquear su fe en la Idea Perfecta?
La corrección política nos ha llevado a esto que Glucksmann tituló ‘Occidente contra Occidente’. La corrección nos ha llevado a flagelarnos por el simple hecho de existir, nos lleva a callar atemorizados cualquier critica que pueda herir la susceptibilidad de esos miles de colectivos que se sienten víctimas y nos induce a aceptar sin rechistar que una banda de barbaros se crean con el derecho de escupirnos en la cara porqué han decidido – con criterios indubitadamente racistas – que nuestros genes (blancos o masculinos o ¡que se yo!) nos impelen atavicanente al mal, a la discriminación, a la opresión y que por ello somos responsables de crímenes cometidos hace siglos por los tatarabuelos de todos nosotros.
P.D. No voy, en esta entrada, a manifestar mi opinión acerca del racismo. Sonaría a excusa no requerida y, ademas, quién me conoce o lee sabe bien cuál es mi criterio y mi posicionamiento público sobre ese particular. No estoy hablando de ‘ese’ racismo – el de Gobineau, H.S. Chamberlain o Rosenberg – sino del otro, del neo racismo inverso hoy imperante y que paradójicamente se ampara en palabras nobles y sagradas para reproducir el mismo veneno que el rancio racismo de antaño. Con el mal llamado ‘anti fascismo’ pasa lo mismo, aunque – como hubiera escrito el racista Kipling – «eso es ya otra historia…»
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