En tiempos de las Cruzadas, se produjo una importante llegada de europeos a Tierra Santa y teniendo en cuenta las circunstancias de la etapa, los cristianos se vieron obligados a conformar unidades militares, las cuales servirían para defender el territorio, pero también a los peregrinos que llegaban a los Santos Lugares con el objetivo de lograr la indulgencia.

Las órdenes militares, como los caballeros templarios, hospitalarios o teutónicos, por ejemplo, además de cumplir funciones bélicas, también desarrollaban su vocación religiosa. La espada y la lanza eran entendidas como un modo de servir y obedecer a Dios.

Estas órdenes militares establecieron por España, al igual que por toda Europa numerosas casas a las que acudían miembros de la aristocracia, pues era necesario reclutar nuevos miembros para mantenerlas.

En 1158 se crea la Orden de Calatrava, nacida en un principio para la defensa de este territorio concreto y luchar contra los almohades. Fue el papa Alejandro III quien la confirmó. Esta orden se dedicó también en materia económica a la ganadería y a la extracción de recursos, los cuales a través de la calzada de Calatrava llegarían al territorio de los musulmanes.

Pero no sólo destacó en España la Orden de Calatrava, en Salamanca un grupo de caballeros conformaron la Orden de Julián Pereiro que fue confirmada por el papado en 1177. En 1213 pasó a llamarse Orden de Alcántara, nombre más popular y que todos conocemos. No obstante, la más importante de todas las órdenes españolas fue la de Santiago, según señala Luis Suárez, y que fue creada en 1169.

Las órdenes de caballería no son un elemento en el olvido, algunos de sus nombres han permanecido en las denominaciones de ciertos regimientos españoles de caballería. Estas órdenes eran también vehículos de educación para la nobleza, pues el ser caballero no era simplemente ser un soldado a caballo, sino un religioso que dedica su vida a la defensa de la fe y de la justicia, además de entregarse a los débiles y desfavorecidos. Este estilo caballeresco desarrollado por las órdenes se fue extendiendo por la aristocracia, de tal manera que el ser caballero significó vivir de una manera comprometida. Por esto, hoy día ese término continúa en el lenguaje corriente.

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