«El masón, al paredón». Este grito se pudo escuchar en la concentración del pasado domingo en la Plaza de Colón. Es curioso que pasen los años, y se repitan las consignas, pues todavía nos acordamos de la consigna que se lanzó contra la jerarquía eclesiástica en la llamada transicón: «Tarancón, al paredón»

Evidentemente, desde Tradición Viva no defendemos el paredón como solución a la actual crisis que estamos padeciendo, y no nos referimos únicamente a la crisis sanitaria, sino a la crisis moral y espiritual en la que vivimos instalados desde hace más de cuarenta años, ahora bien, que no consideremos como solución el paredón, y que evidentemente manifestemos nuestro rechazo a dicha consigna, no quiere decir que no consideremos a la masonería como la verdadera enemiga de la paz social, y del orden natural.

Lo que si nos sorprende es que la masonería se sienta ofendida por dicho grito, «El masón, al paredón», y nos pasma el comunicado emitido por la Gran Logia de España al que hemos tenido acceso.

Efectivamente, ayer lunes la Gran Logia de España emitía un comunicado oficial titulado «La masofobia resuena en las calles de Madrid» en el que manifestaba que «no es la primera vez que ese grito de odio suena en España: entre 1936 y 1978 ser masón en España era un delito. Sin embargo, hoy, en la España democrática, el delito es el odio al diferente, castigado por nuestro Código Penal con pena de prisión de uno a cuatro años.» Evidentemente en su comunicado la masonería oculta que entre 1931 y 1939 lo que en realidad era una garantía de persecución y muerte, era ser católico. La masonería se ha olvidado que desde las logias se desató la mayor persecución religiosa que vieran los siglos, y que desde la masonería se alentó a la persecución de los católicos, a la quema de sus templos, y a la destrucción de su patrimonio histórico y artístico. Tan violenta fue la persecución que no podemos determinar exactamente el número de católicos asesinados por su fe, pues si bien sabemos que fueron asesinados más de 7.000 obispos, sacerdotes y monjas, sin embargo no es posible contabilizar las decenas de miles de católicos fusilados, y ajusticiados por odio a la fe. Por todo ello resulta gracioso que ahora la masonería se trate de vender como víctima de la persecución religiosa, cuando los masones han sido a lo largo de su existencia los verdugos de la libertad.

Según su comunicado oficial «son las autoridades competentes, no nosotros, las que deben determinar si ayer, ante las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación, se produjo un delito de odio», sin embargo nunca hemos escuchado a la masonería alzar su voz cuando en las manifestaciones se han gritado proclamas como «arderéis como en el 36», o «la iglesia que ilumina es la iglesia que arde». Cuando la masonería guarda silencio ante los sistemáticos y retirados ataques a los católicos, se está haciendo cómplice de dicha actitud. Que recordemos, en los últimos cuarenta años no ha habido ataques a las logias masónicas, ni se ha prohibido a los masones el acceso a los medios de comunicación o a las instituciones, sin embargo, si hemos constatado ataques a los templos católicos, la censura de los medios de comunicación al mensaje católico, y la crítica sistemática ante cualquier cargo público que haya confesado su fe católica, a la par que hemos constado la extensión de las ideas anticlericales, y cristofóbicas.

En su comunicado la masonería toma una actitud de falsa humildad y advierte que «a nosotros, desde la serenidad, nos toca reflexionar sobre las raíces profundas de ese odio hacia nuestra orden». En esta tarea desde Tradición Viva les podemos ayudar, pues quizá el poco aprecio a la masonería sea debido a los crímenes que ha cometido a lo largo de su historia, a su implicación en la persecución religiosa desatada durante la Revolución Francesa, a su persecución a los católicos mexicanos durante el conflicto cristero, a la quema de las Iglesias en 1833, a la persecución religiosa en España en el periodo 1931 a 1939, a su colaboración con los ingleses en los procesos de secesión de las tierras americanas, a su apoyo a las élites económicas que esclavizaron a los indios americanos tras los mal llamados procesos de independencia, a su alianza con la burguesía que aplastó las libertades de los campesinos franceses, y de las clases humildes en España; o tal vez, su rechazo provenga de su sistemática ataque a todo lo que la razón y la ley natural establecen como justo.

En su comunicado tambien afirma que «la masofobia es un síntoma, allí donde aparece, de que algo no va bien», efectivamente, donde aparece la masofobia algo no va bien, pues el pueblo se ha dado cuenta de la esclavitud en la que vive tras el triunfo de los principios revolucionarios, que defendiendo una libertad abstracta, ataca las libertades concretas, que defendiendo teóricamente lo que ellos llaman libertad, atacan realmente a la verdadera libertad, que es la basada en la verdad, y no en el error. Efectivamente, algo no va bien en nuestra sociedad, pero tal vez la masonería no sea la víctima, sino la responsable, la masonería y su apoyo constante a las ideas revolucionarias que tratan de convertir al hombre (y lo están consiguiendo) en un mero esclavo, despojando al ser humano de su dignidad como hijo de Dios.

Lo dicho, desde Tradicion Viva no gritaremos nunca «el masón al paredón», pero si gritaremos con todos nuestra fuerzas «al masón, conversión», pues efectivamente, nuestra situación actual es responsabilidad de nuestra incapacidad en la evangelización, de nuestro abandono de la educación, y de nuestra cobardía en defensa de la verdad. Que nadie se equivoque ni la revolución, ni la masonería son los enemigos, el verdadero enemigo es la inacción de los católicos, es nuestra molicie, en nuestro escaso compromiso en la defensa de los valores. Desde Tradición Viva aconsejamos al pueblo español que en lugar de pedir paredones, se ponga manos a la obra en la reconstrucción moral de nuestra patria, y de la hispanidad toda.

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