Nos estafaron. Y lo hicieron varias veces… Nos estafaron en el año 2002, cuando, sin consentimiento, ni consulta, ni aceptación por los españoles, el gobierno de turno nos metió de cabeza en el euro. Ese maná que nos iba a caer del cielo y nos volvería más prósperos.
Nos estafaron y bien estafados.
Y una parte de la culpa fue nuestra, en realidad de un nutrido grupo de españoles que colaboraron en la gran estafa.
La equivalencia establecida fue 1€=166,386 pesetas, el peso de la economía española del momento respecto de la europea, en particular de la alemana, cuyo Marco cotizó a la par con la nueva moneda
El gran capital ganó, en especial el financiero, de este modo sus productos compitieron en un mercado unificado financieramente, no era ya necesario cambios monetarios en las transacciones europeas, todos éramos lo mismo.
Las entidades bancarias quedaron respaldadas por la moneda europea y por la fortaleza de la misma, ellos siguieron haciendo negocios en un marco de mayor garantía.
Nosotros perdimos, y perdimos claramente.
Hubo colaboradores en esta gran estafa, todos aquellos comerciantes y empresarios que, al día siguiente, «redondearon» los precios, haciendo equivaler, como auténticos truhanes, 1 peseta= 1 €, lo cual era irreal, un disparate y un robo. Y el gobierno no hizo nada, dejo que la estafa se asentara y extendiera.
Los demás, la gran masa popular, vimos, con estoicismo y enfado, como todo se hizo mas caro, de la noche al día, así, de repente…
¡Menuda estafa!
Los estudios realizados para 2017 demuestran que los precios subieron en España un 37% de media, un atraco con pistola.
Algunos artículos que valían 100 pesetas, de golpe, pasaron a costar un euro (166,386 pesetas) subiendo un 66%. Un café con leche que, en 2001 costaba 80 pesetas, pasó a valer 225 pesetas en 2017; una barra de pan, que importaba 90 pesetas en 2001, pasó a cobrarse a 145 pesetas (90 cént €).
Una estafa colosal a todas luces.
Y nos hicimos mas pobres, porque el maná prometido nunca llegó, pero los sueldos siguieron igual. Esto también es falso, pues lo es que los sueldos menguaron por sucesivos recortes salariales: los funcionarios recordarán muy, muy bien el recorte del 7% que Zapatero impuso a sus salarios.
Y más aun menguó la riqueza del español… Pues ese Estado ladrón le siguió robando, y lo hizo desde el derroche del estado autonómico y al amparo del mismo: los tributos no hicieron sino crecer y crecer, a la vez que el despilfarro aumentaba también exponencialmente: en construir aeropuertos donde no había aviones, en construir estaciones de AVE donde no había pasajeros, en construir centros de interpretación cuestionables, en coches oficiales (que a día de hoy suman las 35000 unidades).
Y los políticos se aumentaron el sueldo. Sí, los políticos, esa calaña de gentes que, al amparo del régimen del 78, proliferaron como setas tóxicas allí donde se mirara: ellos aumentaron su poder adquisitivo. Conformaron, así, estos políticos, una nueva clase social en sí misma, adinerada y privilegiada: ¡y a esto lo llaman democracia!
El gran problema es que cedimos, nos cedieron, la soberanía monetaria; de este modo no podemos soberanamente devaluar la moneda, porque no es nuestra, es básicamente franco-alemana (mayormente alemana, el llamado IV Reich económico). Por tanto carecemos de la capacidad de ser competitivos sin la ayuda, y sin la «pasta» de otros, que nunca la dan gratis y sale muy cara.
La gran estafa.
Ya nos habían estafado antes: cuando nos metieron cabeza entera en la OTAN, cuando nos timaron con la Unión Europea y perdimos la soberanía, cuando nos timaron con las preferentes, cuando nos timaron elección tras elección prometiendo una cosa y haciendo la contraria.
El pueblo español es un pueblo timado, una y mil veces, pero que tiene el curioso carácter de no pedir responsabilidad a sus políticos, pues este pueblo español está enfermo de ideología, que lo ciega, y no le deja ver dos palmos de narices.
Y así timado y puteado el pueblo español sobrevive a base de Sálvame de Luxe y paridas varias, que lo mantienen engañado, como el mito de la caverna y el pan con circo de los romanos.
¿Y qué puede hacer este pueblo? ¡Despertar, al menos! Despertar de una vez, actuar y exigir. Desmontando este estado autonómico ladrón, liberándose de falsas ideologías, apostando por propuestas valientes, no dejándose llevar, sino siendo amo y señor de su destino, cual lo fue en otro tiempo .
Difícil será, tanto más que gran parte del pueblo español es un pueblo ignorante, mantenido en la ignorancia y alimentado de ella. Pero también él es culpable de su propia ignorancia. No le queda otra a este pueblo que ilustrarse, aprender y bien, en conocimientos, habilidades y actitudes. Que el saber no ocupa lugar y es muy útil para regir nuestro destino común, y que sólo con dichos conocimientos (al que llaman» educación» ) evitarán nuevas estafas y redimirán las pasadas.
Que mientras el pueblo español se pega entre sí, discute y se divide, otros se lucran subiéndose a sus espaldas.
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