Por Rodríguez Nemesio Lois
A raíz del trágico asesinato del afroamericano George Floyd, no solamente en Estados Unidos, sino en varias partes del mundo, se han puesto de moda las manifestaciones callejeras seguidas de actos vandálicos.
Vandalismo condenable que ha causado multimillonarias pérdidas económicas, así como heridos e incluso muertos.
Pues bien, a tan condenables actos se suma ahora la destrucción de esculturas de personajes a quienes se acusa de haber sido racistas.
Desde luego que ninguna duda tenemos cuando se destruye la estatua de algún general confederado que, durante la guerra de secesión norteamericana, luchó a favor de la esclavitud.
Ahora bien, cuando, en menos de quince segundos, se derriba en San Francisco la estatua de fray Junípero Serra, manifestamos nuestra indignación porque -aparte de ser un acto vandálico propio de ignorantes- constituye una gravísima injusticia.
Y es que fray Junípero Serra (canonizado por el Papa Francisco en septiembre de 2015) si por algo se caracterizó fue precisamente por oponerse a cualquier tipo de racismo. Hagamos un poco de historia.
Junípero Serra nació es la isla de Mallorca (España) en 1713. Profesó en la orden franciscana y en 1748 se incorporó a un grupo de misioneros destinados al Colegio Apostólico de San Fernando de la Ciudad de México.
Al llegar a la Nueva España, es enviado a las misiones de la Sierra Gorda de Querétaro, pero habrá de ser en California donde realice una obra tan grande que le dará fama universal.
Fray Junípero se encamina, pues, hacia el norte y en julio de 1768 funda la primera misión en la Alta California: San Diego.
Y así hasta fundar más de veinte misiones que es hoy el día en que causan admiración de propios y extraños al reconocer lo que las mismas significaron en pro de la civilización.
Al hablar de las misiones no vaya a creerse que eran simples lugares donde se adoctrinaba a los indígenas de los alrededores.
Nada de eso: En las misiones de California se desarrollaban exitosamente experimentos agrícolas y ganaderos.
Al ver como en aquellos parajes abundaban las parras silvestres, Fray Junípero, desde la Baja California, trajo sarmientos que fructificaron produciendo un vino solamente comparable a los mejores de Europa.
Y es hoy el día, en pleno siglo XXI, en que los vinos de California están catalogados como uno de los de mejor calidad en el mundo entero.
Asimismo, dirigidos por este gran personaje, sus frailes sembraron árboles frutales como duraznos, membrillos, melocotones, granadas, etc.
El caso es que, a la vuelta de unos cuantos años, se volvía a repetir la misma historia que se daba en otras partes del imperio español: Vastos territorios tan sólo ocupados por indios nómadas se transformaron en fértiles regiones donde se cosechaba vino y en donde la ganadería tuvo un enorme auge.
Quien se precie de tener una mediana cultura, habrá de reconocer en las misiones las estructuras económicas más importantes de California puesto que, gracias a ellas, se establecían tanto la producción como el comercio, el intercambio y el transporte de mercancías.
Por otra parte, fiel al espíritu católico que insiste en que todos los hombres somos hermanos, Fray Junípero logró darle un gran impulso al mestizaje al fomentar que los emigrantes españoles se uniesen en matrimonio con mujeres indígenas.
Ante esta preocupación por el mestizaje, vale la pena que nos preguntemos: ¿En que se apoyan quienes acusan de racista a Fray Junípero Serra?
¿Acaso no eran racistas los yanquis que -tras el despojo territorial sufrido por México- invadieron California matando a balazos a cuanto indígena encontraban en el camino?
No olvidemos que para los yanquis calvinistas el mejor indio era el indio muerto.
En cambio, para Fray Junípero y demás misioneros enviados por España el indio era un hermano al cual había que rescatar de la barbarie, incorporar a la civilización y -de ser posible- unirse a él por medio del sacramento del matrimonio.
Junípero Serra es uno de los grandes civilizadores de Occidente. El y no otro es el precursor del progreso material de California, estado que actualmente es una de las diez primeras economías a nivel mundial.
¿Qué culpa tiene la memoria de Fray Junípero, un gran civilizador e impulsor de los derechos humanos, con la tragedia ocurrida en Minneapolis hace algunas semanas?
Los vándalos que, en menos de quince segundos, derribaron la estatua de este gran personaje eran unos ignorantes que no sabían lo que estaban haciendo.
Aquí lo más grave es que quienes les ordenaron hacerlo saben muy bien lo que se traen entre manos y, consecuencia de ello, es que, tomando como pretexto el asesinato de un pobre hombre que murió asfixiado, aprovechan para atacar tanto a España como a la Iglesia Católica.
Es ahí, precisamente ahí, donde se encuentra el “quid” de la cuestión.
Artículo publicado en la Revista Reino de Valencia nº 125
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