¿Cuál fue el sentido de la puesta en circulación de un proyecto de ley de Reforma educativa, aprovechando que los ciudadanos se encuentran aprisionados y sometidos a la dictadura del Covid? ¿Cuál su finalidad última? Nuevamente se está poniendo en evidencia la incapacidad de nuestro cuerpo constitucional, que se basa en el partitocentrismo oclocrático, alejando cada vez más al pueblo del poder político, defendiendo intereses espurios de una parte de la sociedad y no las del conjunto de la misma. Esta realidad es palpable en el campo de la Educación, vital para el desarrollo, progreso de nuestras sociedades en la generación de riqueza, y puesta del poder político al servicio de los ciudadanos, no al revés.
Desde que Franco dejó la sucesión atada y bien atada, propiciando la Transición pacífica hacia un sistema basado en la pugna política y una especie de ilusión democrática, nadie ha sido capaz de articular un entramado educativo basado en principios básicos de servicio al bien común y al interés general; y no a las posiciones sectarias de supuestos planteamientos ideológicos. Es decir, que la Instrucción Pública, que es como se debería llamar al servicio de enseñanza, que no de educación, que es otra cosa, se convierta en verdadero pilar al servicio de la sociedad. De tal manera que lo que llamamos sociedad fuera vertebrada mediante un sistema que real y verdaderamente forme a las futuras generaciones. Para ello lo que llamamos Educación y no es, debería estar sometido al criterio de desarrollo y perfeccionamiento de las facultades específicamente humanas de los individuos, dotándoles de conocimiento y aptitud para analizar su mundo, ser autosuficientes, poder actuar como artífices de su propia realización como personas y ser capaces de transformar las realidades para mejorarlas. Este ideal hace cuatro décadas que dejó de tener importancia en las planificaciones del sistema educativo como pilar para el desarrollo de la Nación, que ha sido vilmente politizado, ideologizado y utilizado como instrumento de acción política, de adoctrinamiento burdo y descarado de nuestros niños y jóvenes.
Donde se ve esto que digo de forma descarnada y objetiva es en las enmiendas de Unidas Podemos al proyecto legislativo, como si esa parte del Gobierno se erigiera en un subgobierno dentro del Gobierno, que enmienda a su propio proyecto educativo.
Los principios sobre los que pivotan esas enmiendas:
- Tratan de llevar al texto de la que se pretende sea la próxima ley al paradigma marxista por antonomasia, es decir, estatalizar la educación reduciendo a la mínima expresión la promoción privada de centros. La oferta de iniciativa social dejaría de tener carácter de opción para los padres, para convertirse en subsidiaria del Estado, con perspectivas de desaparecer con el tiempo.
- Ir impidiendo en la práctica el ideario de los centros educativos de naturaleza social, impidiendo que éstos pongan como requisito para admitir alumnos el aceptar ese ideario. Para ser claros cuando nos referimos a ideario normalmente tomamos como referencia los centros que tienen como postulado de base el humanismo cristiano.
- Reducir las ratios de alumnos por aula a 15 o 20 alumnos por aula, según sean centros de características singulares o no. Lo cual es contradictorio, pues en una situación de quiebra presupuestario del Estado, como la que nos encontramos, reduciendo la iniciativa social, tendrán que explicarnos cómo se hace el cálculo de la financiación de más aulas y profesorado con menos oferta concertada. Con tasas de desempleo del 20 %, como mínimo, con un sector de autónomos en situación agónica, con una deslocalización empresarial y reducción inducida del aparato productivo, y con una presión fiscal que reducirá drásticamente el consumo y la demanda de servicios, sin mencionar la debacle del turismo, ya me dirán cómo se financia eso, con una deuda del Estado en situación de ser calificada como bono basura.
- La educación, para socio-comunistas y secesionistas es una plataforma perfecta para formar ideológicamente a los ciudadanos, para adoctrinar sin ningún recato ni pudor. En eso se basa, fundamentalmente esta Ley, sectaria y condenada a ser cambiada en cuanto llegue al poder el deseo de la mayoría social de desideologizar la educación y ponerla al servicio de una sociedad con vocación de ser próspera y libre, es decir una sociedad con vocación de ser democrática en el sentido del sometimiento del poder a la voluntad general verdadera, no a la manipulada.
En definitiva. Esta ralea política, que es un tumor en el tejido político y social, trata de dejar sin efecto el artículo 27 de la Constitución de libertad de enseñanza, como también están haciendo con el resto del texto constitucional, que de forma efectiva y real está siendo esquilmado y dejado irreconocible, porque, en su propósito, está el crear un nuevo proceso constituyente. Lo dijo un ministro en sede parlamentaria. No sé si se le escaparon esas palabras de forma consciente o inconsciente.
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